La Conquista de Querétaro – Mirada reflexiva

Una mirada reflexiva

Un juego de pelota cincelado por la naturaleza, de un tamaño grandioso, como de una legua de extensión, con sus paredes formadas por los cerros alineados al norte y al sur y con su altar situado al centro y al poniente, como los tienen los demás en Mesoamérica.

  

Este texto describe la vista que de lejos, dan las montañas que forman en Querétaro, La Cañada, donde se supone fue el origen de nuestra ciudad.

  

La simbología relacionada comúnmente con el juego de pelota, como la lucha de contrarios, la fertilidad y el sostenimiento del cosmos, es la muestra más palpable de la etimología del nombre de Querétaro en lengua purépecha y no «lugar de peñas».

  

Al ocaso de la cultura teotihuacana, pueblos toltecas, ocuparon El Cerrito, dándose en esta segunda etapa constructiva, el máximo esplendor  del centro ceremonial al cual pertenecía el Cerro Gordo o Shindo. La influencia de este centro rebasó los límites del valle en el que estaban asentados, manteniendo contacto con la república tolteca de Tula.

  

El primitivo nombre del Pueblito, Tlachco, junto con su centro ceremonial, conocido como El Cerrito, nos muestra otra vez más el origen de la palabra Querétaro, como «El gran Juego de pelota» y no lugar de peñas.

  

En el llamado clásico temprano, periodo de gran esplendor de la cultura mesoamericana, alcanzó su madurez el urbanismo, dado en nuestra región, exactamente en la Negreta y el Cerrito, antecedentes directos de nuestro Tlachco del siglo X y de nuestro Querétaro del siglo XVlll.

  

Cuando se quiere hablar sobre Querétaro, pero sobre todo cuando se intenta hablar de su origen, se hace una omisión que, me parece terrible, se omite de un solo plumazo, 2500 años de cultura mesoamericana, se  niega el orgullo indígena y se comienza por la traza urbana, a manera de tablero de ajedrez, realizada por Juan Sánchez de Alaníz.

  

La memoria indígena, acerca de su vencimiento al invasor tanto español como otomí, se ha traducido en el famoso mito, el de la batalla del Sangremal, sin el análisis respectivo, antropológico y social del mismo de éste.

  

Donde un Santiago Matamoros, se convierte en el fiel de la balanza y los indios se entregan al invasor, permitiéndole el paso, para que se «funde» un pueblo de indios, que posteriormente será una villa y luego una ciudad, arrebatada a los naturales, para la puebla de españoles y utilizada como granero, para el sostenimiento de las ciudades mineras.

  

Comprarán los grandes hacendados y encomenderos españoles, para Querétaro, el título de la tercera ciudad del reino y para sí los títulos nobiliarios.

  

Escribiremos y comenzaremos las antiguas historias, el principio y el origen de todo lo que se hizo en la ciudad, por las tribus de la nación. Dice el Chilam Balam.

  

A los escribas mayas les debemos algunos de los códices más bellos que se conservan, una caligrafía elegante y una representación plástica de la persona humana. Es fina y elocuente.

  

Los fundadores de Chichenitzá y Mayapán, sostenían que en Tulán Suyuá, habían recibido el libro que encerraba los conocimientos acumulados por el prestigioso reino de Tulán y llamaron a ese libro «el lenguaje de Tulán Suyuá».

  

Considero que Querétaro, debe de ser tenido por presente, desde el preclásico tardío, el clásico temprano, hasta el clásico tardío, desde el siglo XVl hasta nuestros días. Como toda la cultura mesoamericana. Siempre pujante, siempre en lucha.

  

El valle de Querétaro ha sido habitado desde épocas muy tempranas, por culturas debidamente documentadas, como es la  Chalchihuites, en el preclásico temprano o la de Chupícuaro en el preclásico tardío.

  

Estamos hablando de un valle próspero, en donde durante los siglos del V,  al Vll, d.C., hubo un asentamiento urbano importante y otro muy superior durante los siglos X y Xl, de esta misma época.

  

Se estima que los otomianos, fueron los habitantes de este valle, durante los llamados periodos, preclásico y clásico temprano, posteriormente los nahuas habitaron la región en el postclásico.

  

Pero a pesar de que «La Relación Geográfica de Querétaro», de Hernando de Vargas, pudiera ser «el documento más fidedigno» de los otomianos del postclásico en la región, es necesario tomar en cuenta «la memoria indígena» local, regional y de Mesoamérica toda.

  

Entendida esta memoria indígena, como un  producto social y  la creación colectiva para poder mantener viva su memoria como civilización. «Nuestros recuerdos son respuestas al mundo exterior«.

 

Es una resistencia tenaz para conservar su capacidad de decisión y su patrimonio cultural.

  

Los recuerdos de la memoria «ladina» solo pueden ser abordados en un clima de permanente suspicacia, de antemano hay que recordar que no encontraremos en ellos al indio, como realmente fue o como él se interpretaba así mismo.

  

Este pueblo prehispánico del que todo ignoramos, tal vez pueda ubicarse en la ciudadela arqueológica, cuyas ruinas se localizan en los alrededores del Pueblito y secundariamente en cuevas de La Cañada, donde existe una formación rocosa que semeja un tlachco.

  

Antes de la «refundación» de Querétaro por los españoles, posiblemente a la caída de Tenochtitlan en 1521, los puestos avanzados que tenían los mexicanos en el territorio de Querétaro, quedaron desguarnecidos y sus moradores a merced de los chichimecas.

  Estas son palabras con las que explica el origen prehispánico de Querétaro, Manuel Septién, dejando claro que lo que consideramos ahora una población iniciada cuando lo deciden los españoles,  está muy lejos de ser cierta, por lo que hay que tener en cuenta a la arqueología,  a la Costumbre y a la tradición.