La muerte se guarda para el final: Es lo mejor…

Pensar La Vida y la muerte

La Vida es una enfermedad hereditariaLa muerte es el mejor “pasón”, por eso se guarda para el final

 

 

Miguel León Portilla

Los grafiti pueden ser abominables expresiones de lo peor de la naturaleza humana o pequeñas joyas de sabiduría.

Uno visto por ahí, asevera de manera francamente acortada que “la vida es una enfermedad hereditaria”. Uno más, no podía ser en otro sitio sino en Los Angeles, afirmaba que “la muerte es el mejor pasón, y que por eso se guarda hasta el final”.

Escogimos la idea de “Pensar la vida” para intitular un simposio multidisciplinario organizado por nosotros en el seno de El Colegio Nacional.

Pensar la vida puede significar, entre otras cosas, soñar, meditar, arriesgar ideas, rumiarlas…, hacerlo también desde múltiples experiencias y vivencias de la vida profesional y cultural de quienes tomaremos parte en este simposio.

La vida, don de los Dioses según los antiguos, resultado en todas sus formas de la evolución por medio de la selección natural, como nos enseña la ciencia, confiere al planeta Tierra su realidad más preciada.

En este simposio, que se desarrollará la semana del 27 al 31 de este mes, participarán 16 miembros de El Colegio Nacional y tres distinguidos invitados.

En una primera sesión vamos a pensar la vida partiendo de los mitos acerca de sus orígenes. Nos fijaremos en lo que se expresó acerca de ella en Mesoamérica (Miguel León-Portilla y Eduardo Matos Moctezuma), en Egipto y Mesopotamia (Linda Manzanilla) y en Grecia y Roma (Ramón Xirau).

En una segunda sesión nos acercaremos a varias incógnitas y problemas: las posibilidades de la vida en el universo que habitamos (Antonio Lazcano) y la búsqueda de la vida inteligente en el ámbito extraterrestre (Luis Felipe Rodríguez).

Logros, pero asimismo problemas, son los que se refieren a la creación de formas de vida previamente inexistentes por obra de la ingeniería genética (Francisco Bolívar Zapata) y cómo se organiza en los constituyentes básicos de un organismo vivo: las células (Adolfo Martínez Palomo).

Otro conjunto de reflexiones sobre la vida nos llevará en una tercera sesión a cuestiones complejas, pero cruciales, que versan sobre la determinación del inicio de la vida humana (Guillermo Soberón); la regulación neuronal como factor decisivo en lo que entendemos como la vida (Pablo Rudomín); la inmunología, es decir, los mecanismos responsables del mantenimiento estable de la vida (Jesús Kumate) y sobre los millones de formas que la vida, a un nivel de los organismos completos y más allá, ha adoptado como resultado de las presiones de selección de los ambientes en los que viven especies y comunidades (José Sarukhán).

Otros temas que podrían parecer tangenciales, pero que son en extremo atrayentes, integran lo que habrá de presentarse y discutirse en la cuarta sesión:

¿cómo es la vida en la calle? (Roger Bartra);

¿cómo calculan los expertos cuánto vale nuestra vida? (Daniel Reséndiz),

Así como los modos según los cuales se piensa y se trata a la vida en la poesía y en la música (José Emilio Pacheco y Mario Lavista)

Y cómo se transmite o narra lo que una vida ha significado de logros, fracasos, experiencias… (Enrique Krauze).

A lo largo de las sesiones de este simposio habrá una exposición de esculturas en bronce del maestro Vicente Rojo, Volcanes construidos, que evoca un tema que él ha querido relacionar con la vida.

En la quinta y última sesión se plantean nuevas cuestiones claves para la sociedad en el pensar la vida:

Una es la que concierne a las garantías jurídicas de la vida establecidas en México y el mundo (Héctor Fix Zamudio) y, porque la vida tiene un término inexorable, mucho importa reflexionar acerca de ella en el contexto de la muerte.

En estrecha relación con esto interesa pensar en un régimen jurídico para hacer posible un fin digno de la vida (Diego Valadés), así como ahondar en lo que significa la muerte desde las perspectivas de la biología y la medicina (Ruy Pérez Tamayo).

La temática del simposio es rica y compleja. Pensar la vida es, para cuantos estamos vivos, discurrir acerca de lo más cercano a nosotros mismos, pero que a la vez mantiene innumerables enigmas y retos.

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