El Uso del atrio en los templos

Será casa de oración! PDF Imprimir E-mail
Escrito por Ángel Alvarado (México)   
19.09.2008
Image ¿El atrio es sólo es un espacio sin sentido que algunas veces sirve de estacionamiento, para la kermesse o la fiesta patronal?Durante los tres primeros siglos de nuestra era, los templos cristianos eran escasos. Es hasta después de la declaración de la libertad de culto de Constantino el Grande en el año 1313, que surgen los templos en diversos lugares. Al inicio, tienen forma de Basílica -un rectángulo alargado con un atrio en la entrada y un ábside (una pared en semicírculo) en el lado opuesto a la entrada- y el espacio interior se dividía por hileras de columnas en tres o cinco partes llamadas nefas o naves. La primitiva Basílica de San Pedro en el Vaticano, diseñada en el siglo IV, cuenta ya con el atrio en la entrada principal.

Siglos atrás, en el templo de Salomón había dos atrios: el interior, que servía para las purificaciones rituales (Cf 1 Re 6,36), y el grande, en el que se encontraba el Tabernáculo y la casa de Salomón (Cf 1 Re 7,12). En la época de Jesús, el templo herodiano –construido por Herodes- aunque conservó la estructura salomónica, tuvo tres atrios: el de los <<gentiles>>, accesible a todos; el atrio interior reservado a los judíos y que se dividía en <<atrio de mujeres>> y <<atrio de los israelitas>>; y finalmente, el <<atrio de los sacerdotes>>, en el que estaba el altar de los holocaustos.

Ya en nuestro continente, en la Nueva España, el atrio fue una ventaja arquitectónica, pues la gran cantidad de indígenas a evangelizar, precisaba de lugares más amplios, de espacios más allá de las construcciones hechas previamente. Hasta nuestros días, se aprecian en muchas construcciones antiguas, los atrios enormes, algunos con fuentes, imágenes de santos, estatuas, inscripciones, historias y mucho más que nos habla de la riqueza histórica de la Iglesia. 

Pero, hoy día, ¿qué sentido tiene dicho espacio parroquial? Cada domingo –y algunas veces entre semana- cruzamos el atrio, pero ¿sólo es un espacio sin sentido que algunas veces sirve de estacionamiento, para la kermesse o la fiesta patronal? No. El atrio es un espacio de encuentro, en el que los hijos de Dios se reúnen a compartir su vida de fe –y la kermesse y la fiesta patronal son un buen pretexto para ello-. Es el espacio previo al encuentro con Dios en el Santísimo Sacramento del Altar. Es la antesala –que de alguna forma nos separa del mundo cotidiano y la prisa, del ruido y el correr diario- para el banquete principal. Es un espacio oportuno para dos momentos: a la entrada, para disponerse a escuchar la Palabra de Dios con todo el ser; y al salir, para disponerse a hacer vida lo que se ha escuchado. Dicho de otra forma, es un espacio para entregarse a la Fuente y posteriormente, para encaminarse a vivir y después volver al Culmen de la vida cristiana.

Los ojos de Dios están sobre su templo, como lo hizo con el templo de Salomón: «Yo consagré éste Templo y estarán Mis ojos y Mi corazón en él por los siglos» (Cf 1 Re 8) Aunque no escapamos a la mirada de Dios en ningún lado, me atrevo a decir, que hay cierta alegría en Él, cuando nos ve entrar por las puertas de su Casa. Luego entonces, el atrio no sólo es espacio de encuentro de nosotros con Él, sino de Él con nosotros; es decir, que como buen anfitrión, sale a darnos la bienvenida, nos recibe y acoge, nos bendice y alimenta. Sin embargo, la familiaridad que pudiera darse en el encuentro y relación personal con Dios, no quita el sentido sagrado –de hecho lo afirma- del lugar. “Mi casa será llamada casa de oración” (Mt 21,13) recuerda Jesús refiriéndose al profeta Isaías (Is 56,7) Pero a estas palabras bonitas Jesús añade, una denuncia al decir que “la han convertido en cueva de ladrones” (Ibid).

Vale la pena reflexionar, ¿es nuestra parroquia o capilla, el lugar de oración como lo quiso Él?, o es un refugio de ladrones como lo denuncia Yavé al profeta Jeremías (7,11) Y, quizá no haya ladrones de lo material o económico. Pero sí puede ser una cueva de chismes, de intrigas, de comentarios de pasillos o difamaciones, de saludos de paz dominicales y declaraciones de guerra entre semana. El Papa Benedicto XVI, el Domingo de Ramos de este año dijo: “¿nuestra fe es lo suficientemente pura y abierta como para que, gracias a ella también los «paganos», las personas que hoy están en búsqueda y tienen sus interrogantes, puedan vislumbrar la luz del único Dios, se asocien en los atrios de la fe a nuestra oración y con sus interrogantes también ellas quizá se conviertan en adoradores?…¿Estamos dispuestos a dejarnos purificar continuamente por el Señor, permitiéndole arrojar de nosotros y de la Iglesia todo lo que es contrario a él?”

Ojala queridos hermanos, que de hoy en adelante, al cruzar el atrio, recordemos que es Dios quien nos espera, pero que también es un lugar sagrado dispuesto a la oración y a la convivencia fraterna de los hijos de Dios. Dice el Código de Derecho Canónico, en el Canon 1210 “En un lugar sagrado sólo puede admitirse aquello que favorece el ejercicio y el fomento del culto, de la piedad y de la religión…” Que así sea y que Dios los bendiga.

Ángel Alvarado (México)
www.angelalvarado.com.mx

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