Recuerdan a Octavio Paz en Minería

 

Recuerdan a Octavio Paz

en FIL del Palacio de Minería 

En el filme Octavio Paz y el lenguaje de los árboles, de Claudio Isaac, se muestra al poeta desde su niñez hasta la época en la que fungió como diplomático. 

Notimex 

 

La Jornada    

La remembranza de la niñez y juventud hasta la época en la que fungió como diplomático, es lo que el propio poeta evoca en el video Octavio Paz y el lenguaje de los árboles, de Claudio Isaac, que la víspera se proyectó en el Palacio de Minería. 

Como parte de las actividades de la XXX Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, que se realiza del 18 de febrero al 1 de marzo, el documento fílmico muestra al poeta mexicano, Premio Nobel de Literatura 1990, entre hojas caídas de una higuera y gotas de lluvia. 

Frente a la cámara, el autor de El laberinto de la soledad, Aguila o sol y Libertad bajo palabra recuerda sus años infantiles al lado de una familia pobre, arruinada por la Revolución Mexicana, que vivía en el entonces pueblo de Mixcoac. 

Rememora que en dicha zona, en el sur de la ahora mega urbe de la ciudad de México, cada año se celebraba a la Virgen de Guadalupe con una gran fiesta. 

Sin embargo, lo que más dice recordar es el pequeño patio donde jugaba con sus primos, donde había una gran higuera, a la que se subía e imaginaba que iba en un velero, por lo que seguido se subía. 

«Al estar arriba pensaba que estaba en el mástil y veía el horizonte», relata Paz. 

Dice que la higuera era prodigio de la tierra y la conversación con las especies, pero también compaginaba con la poesía, «porque el poeta es el hacedor de palabras e imágenes, no antes de tener experiencia en la escritura». 

Cuando tenía unos 17 años, explica, decidió partir de su casa y emprender su destino, que no fue en un principio con el mundo de las letras, sino en algunos oficios que poco a poco lo llevaron a trabajar como diplomático. 

Para el poeta, el oficio de cualquier trabajo era muy valioso, pues desde niño valoró toda labor, como la del jardinero, por lo que al pedir su primera oportunidad dijo que si le daban un puesto de estos no le importaba. 

En medio de la lectura de algunos de sus versos, el bardo señala que nunca dejó de pensar en esa higuera, y comenta que años después, en su labor diplomática, conoció un árbol en India que le representó como si fuera la segunda vez que naciera. 

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