Las vidas frágiles de Juan Carlos Moreno

Contra el terrorismo moral PDF Imprimir Correo
Escrito por Juan Carlos Moreno Romo   
Domingo 22 de Febrero 2009
AL MARGEN…

Image En nuestros días los medios de comunicación masiva y los políticos poco escrupulosos, de un lado, y los medios y los intelectuales cristianos del otro, y la jerarquía eclesiástica al frente de todos ellos, libran batallas en torno a las vidas más frágiles.

Por Juan Carlos Moreno Romo

Como los legendarios combatientes de la Ilíada, que intensificaban la lucha en torno a los cadáveres de los guerreros caídos —para despojarlos de sus ricas armaduras los enemigos, o para evitar que ello sucediera, y sobre todo para darles un digno funeral los compañeros—, en nuestros días los medios de comunicación masiva y los políticos poco escrupulosos, de un lado, y los medios y los intelectuales cristianos del otro, y la jerarquía eclesiástica al frente de todos ellos, libran batallas en torno a las vidas más frágiles —en torno a esa chica italiana que acaban de «desconectar» (lo mismo que a aquella estadounidense de hará poco más de un año, o dos), o en torno a aquella señora francesa que, «agonizando en indecibles dolores» (decían los que la querían matar), era vista por el compasivo altruismo de los buitres como una oportunidad de oro para la seguramente muy jugosa causa de la eutanasia, y dio sobre todo a los que valiente y noblemente se oponen a ésta una ocasión urgente para hacer muy lúcidas y elevadas defensas de la vida.

De tiempo en tiempo, o mejor dicho, con una regularidad que acaso esté hasta calculada, la «opinión pública mundial» es solicitada por uno u otro escándalo, fanfarria «progresista» para algunos —los corifeos del poder, sea éste político o económico, quienes encima se las dan de «gente crítica»—, y terrorismo moral para los más, sean éstos religiosos o simplemente gente sensata: que si se va a aprobar una ley que permita tal y tal (y aquí viene por lo general la caída de una ley moral ancestral, y más que ancestral, sagrada); que si las estadísticas demuestran que todo lo noble y valioso está desapareciendo irremediablemente, y que empecinarse en ello es perder el tiempo en una causa perdida; que si la democracia y la demagogia son el nuevo dios que todo lo puede y todo lo legitima, y que si la ciencia lo demuestra y lo posibilita…

Son ruidos de sirenas. Parloteos de merolicos que nos quieren hacer comprarles sus fórmulas mágicas que nada curan, que engañan, que hacen daño o por lo menos extravían. No les prestemos oídos, ni mucho menos crédito o confianza, y sobre todo no nos dejemos asustar, ni desmoralizar.

El poeta francés Paul Valéry escribía en su libro Miradas sobre el mundo actual, hace ya casi cien años, que no tardarían en llegar unos tiempos en los que los hombres, para alejarse del ruido ensordecedor, y dañino de los «medios de comunicación», tendrían que retirarse a claustros rigurosamente aislados a los que ni las ondas de radio ni las hojas de los periódicos llegaran, y en los cuales la ignorancia de toda actualidad y de toda política fuese cultivada con esmero.

«Se despreciará en ellos —escribía— la rapidez, el número, los efectos de masa, de sorpresa, de contraste, de repeticiones, de novedad y de credulidad. Es ahí —profetizaba— a donde en determinados días la gente irá a mirar, a través de las rejas, a los últimos hombres libres».

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