Una legendaria cantina de Huichapan

Bar Maqueda, tradición en Huichapan

Don Pancho Maqueda, escucha, cuenta y recuerda anécdotas e historias curiosas de Huichapan y su gente.

Foto: El Sol de Hidalgo.

El Sol de Hidalgo

Edith Hernández

De dos asiduos visitantes del Bar Maqueda, uno se sacó la lotería sin comprar billete. Murieron todos sus familiares y él se quedó con la riqueza de sus tíos. Nunca trabajó un solo día; solía decir que había nacido para gastar dinero, no para trabajar.

Su familia, los tequileros más grandes en Huichapan, le heredaron dos haciendas y muchas casas.

Tuvo un amigo mayor que él, «el viejo», también con mucho dinero. Al dueño del astillero le faltaba un ojo porque una vez, tirando al blanco con botellas de vidrio, un fragmento botó y lo dejó tuerto. Usaba lentes oscuros. Ambos se dedicaban a tomar todos los días.

Cuenta Don Pancho Maqueda que a su tradicional bar, a la una de la tarde, llegaba «el viejito» y se paraba en la puerta diciéndole: «oiga», y él le contestaba: «tenga».

Entraba «el viejo» y le decía al cantinero: «ya no hay hombres en Huichapan. De no ser usted y yo que tomamos tequila, ¿quién?»

Maqueda respondía: «no se haga guaje, lo que pasa es que ya no hay hombres en San José, por eso los viene a buscar a Huichapan».

Continúa don Pancho: «a los 5 minutos llegaba el más joven y le decía «quihubo pinche viejo jorro», y el viejito le contestaba: «quihubo pinche rico pobre».

El joven suertudo le decía: «ya no trague tequila, viejo ca…, porque se lo va a llevar la ch…», a lo que el viejo respondía: «mira ca…, el día que a mí me lleve la chin… al otro día vengo por ti».

Y así sucedió, al viejo le dio un infarto en las carnitas, del mercado del municipio, de donde lo llevaron al hospital, sin que pudieran hacer nada por él. Trasladaron al hombre a México, donde murió a los 8 días.

La noticia llegó a Huichapan, enterándose su amigo, quien tuvo la encomienda de notificar a todos en el pueblo que el entierro era a las 11.

«Me encontré al señor Villegas a las 7 de la mañana y me dijo: Pancho, ¿ya supiste que se ‘murió el viejo’? -Le dije sí, señor, a lo que ordenó: te bañas y comes para que te vayas sin preocupación y si te veo por ahí te echo un aventón.

«Iba a bañarme cuando me dicen que fuera a ayudar a bajar al señor Villegas, que se acababa de morir». Al informante, don Pancho le impuso: «cómo se va a morir si me debe, no se puede morir hasta que me pague».

El informante le dijo: «no vaciles, asómate». Ahí estaba la ambulancia.

El señor Villegas murió de un infarto.

«Cuando vi al señor en su caja, me acerqué a decirle: te la cumplió». Al viejo se lo llevó la ch… y al día siguiente regresó por su amigo.

En aquel entonces, en el noticiero nocturno, Ignacio López Tarso daba la noticia en verso y a la mejor nota se quitaba el sobrero y decía «Gaviota».

Recitó, según dice don Pancho: «Huichapan está de luto, sus cantinas igual, por la muerte de Villegas y don Neto, el del morral, Gaviota, dile a Miguel que se ponga muy abusado, no vayan a venir por él. Y como la muerte agobia, no está por demás avisarle a Toño Segovia. Piñita, tú también te has de morir, ya no tomes Presidente, no te vaya a pasar lo que a Villegas que se nos murió de repente».

Como Villegas y don Neto, muchos visitan aún el bar Maqueda, que siempre ha estado en proyecto de ampliación, lo que no consienten sus clientes, le quitaría la calidez, no sería lo mismo, dicen.

Ex gobernadores, diputados, charros, famosos han pasado por el lugar. «Me dicen que por qué nunca me retraté con ellos y les respondo que prefiero tener fotos de Huichapan. Me avisan que vaya a saludarlos y les contesto que para qué, si todos llegan solitos al bar.

Nos contó de «la muertera», creación de él. «Es para cuando alguien se pone ya muy impertinente, consiste en tres cuartos de jaibol de lo que estés tomando, brandy, ron, tequila, etc. Nadie se la acaba, o se van o se duermen y ya no dan lata».

Sólo recuerda a un estudiante pachuqueño que hace años llegó y le dijo: «señor Maqueda, hágame favor de servirme ‘la muertera’, se la tomó, se le subió y dijo: gracias, señor Maqueda, ya puedo morir en paz, ya me tomé ‘la muertera'».

Tiene un amigo psicólogo, quien, junto con otro parroquiano le inventó los motivos de «la muertera», que inicia: «Se hará acreedor a la muertera quien: Al entrar caiga mal.

Veinte puntos más, entre los que destacan hacer propuestas indecorosas al barman o a cualquier cliente ebrio, vanagloriar al equipo del América, atacar al Revolucionario Institucional o a cualquier otro partido, destaparse para presidente municipal antes de tiempo, tirar su copa a propósito, llegar al bar y pedir sólo refresco, considerarse líder nato…

La principal: emborracharse con ‘la muertera’. «Para que sepan a lo que le van tirando», dice con una sonrisa.

Invitó a la gente a acudir a la fiesta del Señor del Calvario, que se celebra una semana después de Semana Santa, cuando, en ocasión de los 40 años del tradicional Bar Maqueda, se entregarán regalos y sorpresas a sus clientes y amigos, así como a visitantes. Llama la atención la repartición de una copia de los motivos para «la muertera» y un tríptico con 120 frases escuchadas en el bar.

El mismo psicólogo le escribió a don Francisco Maqueda, para un cristo que tiene en casa, la frase con la que terminamos: «Ya nada le pido a Dios, porque ya le debo mucho».

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