Destellan, bailan; llegó el erótico apareamiento de las luciérnagas…

Destellan, bailan; llegó el erótico apareamiento de las luciérnagas

De julio a agosto Nanacamilpa, en Tlaxcala, se llena de visitantes para disfrutar de este rito

En los recientes años aumentó la cantidad de lampíridos, dice la Comisión Nacional Forestal

Los bichos pueblan los árboles de encino, oyamel y pino, ofreciendo un gran espectáculo

El macho baila en el aire, iluminando sus pasos para seducir a la hembra, quien destella en el suelo al aceptar el cortejo

Blanca Juárez

 La Jornada

Nanacamilpa, Tlax.

El fuego y la humedad de los amantes se abrazaban en el bosque. Alguien los observa, así que mejor apagan su luz. Y las luciérnagas que aún no han encontrado al amor de ese día continúan encendidas para hallarlo, al fin, posado en la hojarasca. Han vuelto esta temporada de lluvias y, tras de ellas, vienen cientos de turistas que quieren ser testigos de ese juego erótico y deslumbrante.

De julio a agosto es el periodo de apareamiento de los bichos, motivo de su luminiscencia. El macho baila en el aire, iluminando sus pasos para seducir a la hembra. Ella destella desde el suelo al aceptar el cortejo.

En los recientes años la cantidad de luciérnagas aumentó a la par que los visitantes; hubo alrededor de 60 mil en 2015, según la Comisión Nacional Forestal (Conafor). No alzar la voz, no encender el flash de la cámara, no tocarlas y caminar sólo por los senderos exclusivos son instrucciones no siempre acatadas, lo que puede lastimarlas severamente, afirman los guardabosques.

En el santuario de la luciérnaga, que se ubica en esta entidad, habita la especie Macrolampis palaciosi. De acuerdo con estudios de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es única de los ecosistemas de esa región. En todo el mundo hay alrededor de 2 mil tipos; 22 de ellas se encuentran en el país.

En Nanacamilpa pueblan en los árboles de encino y oyamel, así como los pinos. En áreas de zacatón, que son pozos de agua. Les encanta la humedad, resalta David Ferrer, uno de los guardabosques.

Es un santuario, así que al ingresar se debe orar: Te pedimos a ti, Madre Naturaleza, nos permitas la entrada a tu bosque. Venimos con la plena conciencia de cuidar y respetar tus plantas, tus árboles, tus animales y todo ser vivo que se encuentre dentro de ti. Que el espíritu del guardián del bosque nos guíe y nos proteja.

A las luciérnagas “les encanta que las visitemos. Pero les molestan los ruidos, o el flash. Eso las ahuyenta”, señala. Explica que, luego de pasar 10 meses en esta-do larvario, sólo por dos serán adultas. Y ese tiempo lo tienen que aprovechar para aparearse y asegurarse de dejar descendencia para la próxima temporada.

Luciferina

Al volar producen una reacción química con el oxígeno, lo que resulta en una sustancia llamada luciferina. Es una luz ciento por ciento natural, que no genera calor, indica. A partir de que oscurece, durante unos 40 minutos, buscarán pareja; cuando lo consiguen ambos ocultan su luz para encender la intimidad. Sin embargo, algunos trasnochados, a la una o dos de la madrugada vuelven a salir.

Debido a que las hembras están en el suelo es importante respetar los caminos indicados, insiste. Sin embargo, es difícil controlar a algunos grupos: caminan por zonas prohibidas, ríen o hablan en tono alto o incluso las agarran, comentaron otros guardabosques.

Por ello, las luciérnagas depositan sus huevecillos en zonas seguras, dice Ferrer. Tanto en su etapa larvaria como de escarabajo les gusta la humedad, así que esos sitios buscará la hembra para dejarlos.

El ruido de los visitantes y las arañas no son sus únicos peligros. Los herbicidas en los campos las están matando, advierte el guía. En estado adulto se alimentan de polen y, si bien no migran, cuando tienen que buscar alimentos salen a las áreas agrícolas. Si acaban de fumigar, el animal muere, lamenta.