Un teórico de la historia:René Remond

 

René Rémond

Soledad Loaeza

 La Jornada

Falleció en París a los 88 años René Rémond, historiador y politólogo, conocido sobre todo por sus trabajos sobre la derecha francesa y por la rehabilitación de la historia política.

 

Su obra rescató el estudio de los acontecimientos políticos de la descalificación que había sufrido por parte de la escuela de los Annales que, en cambio, impulsó la historia económica y social, y que ejerció una prolongada hegemonía sobre la historiografía francesa.

 

Esta perspectiva descartaba, no sin un cierto desdén, la historia política, en cuyos vaivenes veía incidentes, anécdotas dominadas por el corto plazo, acontecimientos sin huella.

 

De ahí, en parte, la importancia de la obra de Rémond que fue también una protesta contra los riesgos de una «historia oficial». Sin embargo, no rechazó ni mucho menos las enseñanzas de Fernand Braudel y de los Annales, sino que identificó las «fuerzas profundas» y de largo plazo que también actúan sobre nuestras relaciones con el poder y que impulsan fenómenos que muestran notables continuidades y gran perdurabilidad como la opinión, las creencias y las ideas, y su expresión institucional por ejemplo, en partidos políticos, o en comportamientos electorales.

 

Rémond también defendió el estudio de la historia contemporánea, al que integró el instrumental de la ciencia política, con la lucidez de un observador comprometido que -al igual que Raymond Aron- entendió el hecho político como el «punto de condensación» de la vida social.

 

Para él la política es un componente central de la realidad concreta, con el que nos topamos de continuo, y que, según nos dice en un breve ensayo autobiográfico publicado en 1987, condujo el siglo XX «… a golpe de su vara de hierro.»

 

Sus trabajos revelan pasión por la política como un ejercicio esencialmente inquisitivo de reflexión intelectual, pero también como un compromiso moral que, en su caso particular, estuvo inspirado por la profunda influencia de su pertenencia a la Iglesia católica, que también guió su participación en la vida pública. (Durante la guerra formó parte de un grupo de resistencia antialemana integrado por jóvenes católicos.)

 

En el ensayo autobiográfico antes mencionado, que se publicó en la obra compilada por Pierre Nora con el título Egohistoires, René Rémond escribió que la historia de una carrera profesional puede reconstruirse de la misma manera que en el pasado los geógrafos describían el curso de un río, una trayectoria que se forma según las exigencias de la voluntad y siguiendo los dictados profundos de las inclinaciones y de las afinidades personales, pero su diseño final también está sujeto a las formas imprevistas del camino que la orientan y la enriquecen. Así, su carrera profesional fue también producto de las ocasiones que aparecieron súbitamente, de «… peticiones inesperadas que son como los accidentes de la hidrografía, los afluentes que alimentan al río por la izquierda y por la derecha, las capturas, el paso de un terreno a otro…»

 

 

Rémond nos invita a leer su historia individual en el contexto de la historia de Francia, sobre todo en los acelerados cambios ocurridos después de 1945, cuando el fin de la guerra demandaba la reconstrucción de las fuerzas políticas que habían sido devastadas por los años de la entreguerra.

 

 

En este contexto su convocatoria al estudio de la historia contemporánea era un llamado a la reconciliación nacional dentro de una visión plural de la actividad intelectual y política, y a entender que la vocación natural del historiador es iluminar todos los rincones del pasado, incluso los más oscuros o los más vergonzosos.

 

La vida profesional de Rémond no se desarrolló solamente en los archivos ni en el gabinete de investigación, sino que se construyó y se enriqueció al ritmo también de la realidad inmediata y atendiendo a las oportunidades del presente.

 

En consecuencia, también impulsó una visión moderna del papel que los universitarios pueden jugar más allá de los muros del recinto académico. Su participación en labores distintas de la investigación y la docencia, por ejemplo, en los medios de difusión, escritos y audivisuales a través del periodismo, y en la construcción de instituciones fue una poderosa referencia para la formación de un tipo ideal de universitario de nuestro tiempo: el hombre de conocimiento que además de reconstruir el pasado contribuye a la construcción del presente, sin traicionar el rigor ni el compromiso que le impone su lealtad original al mundo de las ideas.

 

René Rémond fue miembro de la Academia Francesa, presidente de la Fundación de Ciencias Políticas en París. Fue también presidente de la Universidad de Nanterre entre 1971 y 1976. A mediados de los años 70 tuve la buena fortuna de asistir a su curso sobre Fuerzas Políticas en Francia en el Instituto de Estudios Políticos de París, que ya para entonces era el bastión de una historia política renovada.

 

Memorables son la profundidad de sus planteamientos, la disciplina del razonamiento y la arrolladora erudición, al igual que la generosidad de sus ideas. Visitó México en 1998 y pronunció en El Colegio de México una conferencia con el título Memoria y deber de memoria. En nombre de una y de otro rindo honor a René Rémond.

Esta entrada fue publicada en Mundo.