«A sudar para ser escritor» C. Fuentes

«Ser escritor es lo mismo que ser ingeniero», dice Fuentes

Fuentes estuvo con jóvenes en el marco de la XXII Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

Foto: AP

Organización Editorial Mexicana

DPA

«Sudar, sudar y sudar es el mejor consejo que le puedo dar a un joven que quiere dedicarse a la escritura. Hay que sentarse a trabajar mucho, pues ser escritor es lo mismo que ser ingeniero», dijo hoy el escritor Carlos Fuentes ante un millar de jóvenes en Guadalajara.

Hablando con jóvenes en el marco de la XXII Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el autor de «La muerte de Artemio Cruz» y «La región más transparente», entre otras, cerró el gran homenaje nacional que se llevó a cabo con motivo de su 80 cumpleaños y que comenzó en la Ciudad de México el 17 de noviembre pasado.

«Hay que pasar momentos de pánico frente a la página en blanco, de la que uno tiene que finalmente hacerse amigo, no hay otra salida», dijo en el coloquio con los jóvenes lectores de «Aura», moderado por el escritor Benito Taibo.

Fue un mes de festejos a un autor fundamental de la literatura latinoamericana, que el pasado 11 de noviembre se hizo «saludablemente» octogenario.

A lo largo de las conferencias, presentaciones de ediciones especiales de sus obras, anuncios de su próximo libro de memorias «Los días de la vida», Fuentes siempre mantuvo el semblante joven y sereno que lo caracteriza.

Agradeció cada una de las innumerables muestras de afecto que le expresó un público que lo adora y, del brazo de su íntimo amigo, colega y congénere colombiano Gabriel García Márquez, se dejó querer expresando siempre algo más que una enorme gratitud.

Fue en el último acto del homenaje nacional en el que sus ojos brillaron con lágrimas encendidas y estuvo a punto de perder su elegante compostura.

Fue cuando los jóvenes lectores de «Aura» le cantaron el cumpleaños, a instancias de Benito Taibo, una ceremonia que pudo conmover mucho a un artista que venera a «la amistad y al amor como los dos sentimientos fundamentales de la existencia humana».

Los ojos de «Aura» hipnotizantes, esa «luminosidad ambigua que revela la santidad y la no santidad», según dijo a los jóvenes, parecían gobernar desde un universo misterioso las preguntas de los jóvenes que pugnaban por hablar con el maestro.

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