La Guadalupana y el arte

Virgen de Guadalupe, patrona también del arte

Notimex / La Jornada On Line
Publicado: 12/12/2008 14:46

México, DF. Imagen de devoción y símbolo de identificación de los mexicanos a nivel internacional, la Virgen de Guadalupe es además objeto de inspiración y motivo para la creación en las diversas bellas artes.

Desde la época de la Colonia (1521-1821), han sido dedicadas múltiples obras artísticas a esta figura de veneración en las letras, las artes plásticas y la música.
La primera obra es la que dio origen al mito, el lienzo del indio Juan Diego, donde quedó plasmada su imagen, tras, cuenta la leyenda, su aparición en el cerro del Tepeyac, donde se le construyó un templo y ahora está erigida la Basílica de Guadalupe.
De acuerdo con los datos históricos y de la literatura católica, la supuesta aparición tuvo lugar el 12 de diciembre de 1531 y, desde entonces, el 12 de diciembre es día de fiesta y celebración, ritos y mandas religiosas, una tradición mexicana que traspasa fronteras. 

Del mito al libro

En 1649 el bachiller criollo Luis Lasso de la Vega (1605-1660), capellán del santuario de Guadalupe, imprimió un texto llamado Nican Mopohua, cuya traducción del náhuatl al español significa Aquí se narra, y que según los expertos no está escrito en un náhuatl original, sino en un lenguaje reformado en los conventos jesuitas, donde se cuentan las apariciones de la Virgen de Guadalupe

Lasso de la Vega atribuye su autoría al doctor Antonio Valeriano de Azcapotzalco (1520-1605), un indígena noble del siglo anterior, pariente de Moctezuma Xocoyotzin, noveno rey azteca.

Este personaje, a su vez, habría estudiado en el Colegio de Santa Cruz de Santiago Tlatelolco y por lo tanto habría sido uno de los alumnos nahuas de fray Bernardino de Sahagún (1499-1590).
Por su parte, Lasso de la Vega narra que el indígena Antonio Valeriano había oído la historia directamente de labios del indígena Juan Diego.

El título del libro se deriva de las dos primeras frases del texto, impresas en gruesos caracteres en su primera publicación, que luego fue reimpreso en un texto más extenso, el Huei tlamahuizoltica, Muy
maravillosamente
.

Este documento incluye, además del mencionado, otros textos introductorios, oraciones y el Nican motecpana, o Aquí se pone en orden, que es la lista de algunos milagros atribuidos a la Virgen en
los años que siguieron a su primera aparición.

Los conocedores refieren que esta obra está escrita en fina prosa poética (tecpiltlahtolli: «lengua noble») y ha tenido varias traducciones, siendo las más difundidas las del presbítero Luis Becerra Tanco, la de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl y una de las más recientes, la del historiador y filósofo, experto en cultura nahua, Miguel León-Portilla.

Otras obras literarias y de ensayos que han merecido páginas a la Virgen de Guadalupe han sido obra de escritores de la talla de Guillermo Prieto, Manuel Gutiérrez Nájera, Sor Juana Inés de la Cruz,
Octavio Paz, Alfonso Reyes y Carlos Pellicer.

Otros autores que de alguna forma u otra también se han referido a esta figura son el poeta Renato Leduc, Diego José Abad, Mariano Barazabal, Javier de Icaza, Manuel Navarrete, Fray Servando Teresa de Mier, Amado Nervo, Angel María Garibay, Angel Zárraga, Ricardo López Méndez y Andrés Henestrosa, entre otros.

Basta mencionar que el poeta y ensayista Octavio Paz, Premio Nobel de la Literatura 1990, plasmó sobre la Virgen del Tepeyac lo siguiente en su reconocido escrito El laberinto de la soledad: «Es el consuelo de los pobres, el escudo de los débiles, el amparo de los oprimidos, en suma, es la madre e los huérfanos», asimismo, que «no es un secreto para nadie que el catolicismo mexicano se concentra en el culto a la Virgen de Guadalupe».

Canto virginal

Dentro del género musical se encuentran, sobre todo, composiciones elaboradas muy próximas al inicio de la veneración de la Virgen Morena, es decir, en la época virreinal.

De ellas cabe mencionar a la obra coral y orquestal «Maitines para Nuestra Señora de Guadalupe», del compositor italiano Ignacio de Jerusalem y Stella.

Descubierta en el siglo XX en los archivos de la Catedral de México, esta pieza se ha mostrado como uno de los trabajos musicales más elaborados del periodo por la brillantes y dinamismo de la
composición. Esta obra era ejecutada en las celebraciones matinales dedicadas a la Virgen en el mismo templo.

Además del lienzo o tilma, en la que quedó grabada la aparición de este objeto de culto, en lo que corresponde a las artes plásticas, y más precisamente en la pintura, se pueden mencionar ejemplos como la pintura «Virgen de Guadalupe», de Agustín del Pino.

Se trata de un óleo y laca sobre madera con incrustaciones de concha nácar, procedente de principios del siglo XVIII, es decir, todavía en la época colonial.

Un caso más, de manufactura más reciente es la «Virgen de Guadalupe», pintada para la Abadía Benedictina de Portsmouth-Rode Island, Estados Unidos, pintada por D»Mont-Fray Gabriel, con la que queda demostrado que el culto a la virgen mexicana ha rebasado fronteras.

Esto se debe en gran medida, sin duda, por la emigración de mexicanos al extranjero y con ellos la devoción a la patrona de México.

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