? El escritor y periodista publica nuevo libro, Pedro Infante: las leyes del querer
Monsiváis desmenuza la cultura nacional
desde el séptimo arte
? Se adentra en la filmografía del ídolo de Guamúchil para analizar cómo ayudó a forjar la idea de colectividad
? “El melodrama dictamina el lenguaje familiar”, manifiesta a La Jornada
Una disección de la cultura nacional es lo que propone Carlos Monsiváis en su libro más reciente, Pedro Infante: las leyes del querer.
El escritor se adentra en la filmografía del ídolo de Guamúchil para analizar hasta qué punto el cine mexicano, en especial el de la época de oro, contribuyó a la identidad nacional.
Según el autor, no es privativo de México que el cine sea parte de la educación del pueblo. Sin embargo, un fenómeno particular en el país es la forma en que ayudó a forjar la idea de colectividad nacional como la conocemos.
Antes del cine “no se había visto ese despliegue de rostros, de actitudes, de fisonomías, de vestuarios”, dice Monsiváis en entrevista a propósito de la aparición de dicho volumen, editado por Aguilar.
Los dioses mueren jóvenes
–¿Hasta dónde la educación emocional e intelectual del mexicano tiene que ver con el cine?
–Eso ocurre en todos los países. El cine estadunidense es un constructor inmenso de realidades, libera y oprime fuerzas de la fantasía, elimina muchísimo de la cultura oral y la convierte en recuerdo desvariado o preciso de películas; elabora una mitología, una nueva manera de ver a las mujeres que, al ascender al close up en la pantalla grande, ya tienen una ubicación distinta en la perspectiva social.
“En el cine mexicano es difícil precisar quién construye la imagen nacional: ¿el cine o la realidad? Desde luego la realidad, pero ésta necesita del cine para fijar las ideas, las visiones y las imágenes.
“El cine recoge, inventa y retransmite. Nadie sabe cómo era la sociedad antes del cine; es imposible saber cómo hablaban los jóvenes del Centro Histórico antes de David Silva; cómo era la extravagancia verbal antes de Cantinflas; cómo era la transculturación antes de Tin Tan.
“El cine es fábrica de sueños, pero también de apariencias; marca formas, modos del habla, estilos, entonaciones y, en cierta medida, comportamientos.
“El melodrama dictamina el lenguaje familiar, y esto ya desde principios del siglo XX. Hay entonces en el cine una creatividad que no califico –puede ser lamentable, mediocre o excelente–, pero que sí impulsa a las colectividades.
“El cine es demasiadas cosas. Me quedo, entonces, sin saber qué fue primero, si Dios o la creación, si el cine o la visión que se tiene de la realidad.”
–¿Por qué se interesó usted más en la filmografía que en la biografía de Pedro Infante?
–Porque es la filmografía la que lo define. Están desde luego las leyendas amorosas, las reconciliaciones, las rupturas, los amoríos sucesivos; pero atenerme a eso, a la biografía, hubiera sido abundar en una leyenda que para los interesados, que son muchísimos, ya está dicha en las memorias de María Luisa León, Irma Dorantes (ambas esposas del actor) y de quienes lo conocieron.
“El Pedro Infante que queda es El de Nosotros los pobres, La oveja negra, Qué te ha dado esa mujer, Cuando lloran los valientes. Lo otro es un complemento muy animado. Lo que queda es esa imagen de Pedro Infante y Blanca Estela Pavón cantando Amorcito corazón; es la idea de la vecindad como una mezlca de sociedad anónima y coro griego; es el despliegue de la capacidad de seducción en todas las películas; es el enfrentamiento con la tiranía patriarcal que Fernando Soler representa magníficamente (en La oveja negra y No desearás a la mujer de tu hijo).
–¿Qué fue lo que hizo de Pedro Infante un ídolo nacional?
–Su mito nació con su muerte, y la muerte en el momento justo, antes de la calvicie, el deterioro físico, el cambio de gusto. Los dioses mueren jóvenes, ésa es la frase.
“Qué fue lo que lo erigió en ídolo es algo que me pregunté al principio de la redacción del libro, y llegué a una conclusión que califico como la síntesis de mi sabiduría: que nunca lo iba a saber.
“Lo que sí sabía era que importaba el físico, la actitud, pero sobre todo su inmensa simpatía, que no es propiamente carisma, aunque lo pueden nombrar así.
“Ése es un factor. Otro, es la voz. No era el gran cantante, pero sí suficientemente expresivo y además fue ahondando en la profundidades de las letras de la canción ranchera, sobre todo, y esa virtud vocal influyó mucho.
“Un tercer factor fue la destreza en el melodrama y en la comedia. Especialmente en el melodrama, pero la alegría, de la cual es factor tan contaminante Pedrito, está muy presente en sus películas últimas: El inocente, Escuela de vagabundos, Escuela de rateros, etcétera. Tenía esa naturalidad impresionante y era muy buen actor.”