El Carnaval…

Feria de Tlayacapan, en Morelos

El Carnaval se celebra tres días antes del miércoles de ceniza, esto es antes del inicio de la Cuaresma.

Foto: OEM-Informex

Organización Editorial Mexicana

Ricardo Olivares

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Tlayacapan, ubicado en el estado de Morelos, rodeado de la cordillera tepozteca, luce hermosa para iniciar una vez más las fiestas de carnaval del 22 al 24 de febrero, y así todos los visitantes den rienda suelta a la alegría, al entusiasmo y matar de una vez al mal humor y a la preocupación, aunque sea por unos cuantos días.

«Sobre la nariz de la tierra», significado en náhuatl de esta tierra, se encuentra a 1620 metros sobre el nivel del mar con un clima sabroso, templado, semihúmedo y con lluvias en verano, perteneciente al corredor biológico denominado Ajusco-Chichinatzin, considerado reserva natural desde 1988.

El Carnaval se celebra tres días antes del miércoles de ceniza, esto es antes del inicio de la Cuaresma. Tlayacapan presume ser la cuna del «chinelo», que dicho sea de paso, cuentan los historiadores, «La fiesta de los Chinelos» era la única ocasión en que los tlayacampenses ridiculizaban a sus patrones españoles, opresores y crueles, de los que estaban hartos, por lo que los lugareños usaban como atuendo un camizón de dormir como el que usaban las mujeres españolas, un sombrero largo a la usanza de los aristócratas con plumas de avestruz y pañuelos en la cara para evitar ser reconocidos y sus manos las cubrían con guantes de algodón como las señoras de la alta sociedad.

Los chinelos tuvieron tanto éxito que en los años subsecuentes fueron añadiendo más y más aditamentos al disfraz para representar a los españoles fielmente. Así llega el año de 1872, cuando nuevamente salieron un montón de jóvenes a la calle acompañados de una banda de música de viento encubiertos con una máscara que tenía barba pronunciada y bigotes exagerados, así cómo ojos azules, en un interés de ridiculizar al español, y en venganza por las humillaciones que habían recibido.

Al pasar de los años la fiesta se fue haciendo más popular, convirtiéndose en una manera sutil y divertida de protestar. La gente entonces decidió llevar a cabo su propia celebración, como era usual, mezclando rituales ancestrales con los de la nueva cultura importada, resultando eventos pagano-religiosos.

Pero además, Tlayacapan presenta otros atractivos como el exconvento de San Juan Bautista, construido por los agustinos en el siglo XVI. Sin embargo, pese a su grandiosidad, carece de retablos y adornos arquitectónicos. Aquí también encontrará decenas de momias que resultan un atractivo para el visitante.

Realmente resulta una travesía interesante, muy cerca y bastante fácil de llegar, por lo que le recomendamos emprenda su viaje con toda la familia, ya verá que se va a divertir.

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