El biógrafo no autorizado…

Gerald Martin y Gabo 

No cabe duda de que el hispanista Gerald Martin (Londres, 1944), que ocupa la cátedra emérita Andrew W. Mellon de Lenguas Modernas de la Universidad de Pittsburg, aunque reside en Reino Unido, es quien hoy conoce mejor la vida y la obra de Gabriel García Márquez. En su excelente libro, resumen de los 2.000 folios y 6.000 notas, según confiesa en el Prefacio, que escribió, ofrece la más completa biografía del premio Nobel colombiano. Además de hablar con el escritor, su nutrida familia, sus amigos en diversos países y consultar especialistas y una incontable bibliografía se ha visto obligado a corregir algunas de las versiones, no siempre del todo exactas, que su biografiado recopiló en la primera parte de sus Memorias.

No fue el Nobel, sino la propia personalidad de Gabito o Gabo, desde su misma infancia, la que le ha permitido trazar a su biógrafo un libro que habrá de leerse con la misma fruición que una novela con sus constantes cambios de ambientes, su azarosa juventud y sus veleidades políticas que tan a menudo lo han situado junto al poder y a su sombra. Cuenta Martin que esta biografía le ha llevado diecisiete años. Pero ha sabido, con técnica adecuada, ofrecer el relato de una existencia en la que todavía no se desvelan ciertos misterios. Entiende el conjunto de sus textos como una autobiografía encubierta incluso en los más impensables detalles. Será ésta una biografía “tolerada”, antes que autorizada.

Las páginas más difíciles tal vez se correspondan con los orígenes familiares, una intrincada saga cuyas raíces están en el pueblo de Aracataca y cuyos orígenes Martin ha rastreado, por lo general, en relatos orales de los descendientes. Paralelamente, el autor describe paisajes, viviendas que subsisten y las que le fueron narradas y traza a grandes rasgos, a la vez, la historia de una Colombia diversa y compleja y, desde “el Bogotazo”, violenta. Una infancia difícil, alejada de sus padres, junto a sus abuelos en aquel pueblo que vive la fiebre bananera, forjará una personalidad que transformará experiencias en mitos, cuyos rasgos advertiremos entre las páginas de su obra narrativa o entre sus numerosos artículos. El alejamiento de su madre, que lo tuvo a los 21 años, coincidió con una gélida y conflictiva relación paterna.

Diluida entre tantas idas y venidas puede pasar casi inadvertido el fundamental descubrimiento de Mercedes Barcha, la que sería más tarde su esposa: “El propio García Márquez siempre ha asegurado que ella tenía nueve años cuando la conoció, lo que situaría su primer encuentro en algún punto entre noviembre de 1941 y 1942 -aún antes de marcharse a Zipaquirá-, y que incluso entonces supo (a la edad de 14 años) que se casaría con ella”. Lo hicieron el 21 de marzo de 1958, “tras un noviazgo de menos de tres años”, aunque perduran ciertas zonas oscuras en una relación que se daba por sobrentendidos, pero no cabe duda de que el matrimonio con Mercedes transformará la vida de un escritor que fue forjándose, a través de los años colegiales en Barranquilla, Sucre y Zipaquirá, con múltiples dificultades económicas familiares hasta llegar a la Universidad, iniciar sus actividades primeras como poeta inconfesado y más tarde como periodista, ya en Cartagena, y posteriormente en Bogotá con cierto éxito. Martin ha documentado los hechos que narra prolijamente.

Con anterioridad figurará otra mujer, Tachia, nombre con el que el poeta Blas de Otero designaba a la actriz que conoció en París en 1953 y que se cita en alguno de los poemas de su mejor época. Será la misma con la que GGM mantendrá una tórrida relación que finalizará en un aborto y el regreso de Tachia a Madrid. Martin narra su encuentro de 1993 y reproduce sus observaciones (p. 241 y 380). Pero aún antes de llegar a París, la existencia de GGM como novelista había ido nutriéndose en el seno de un grupo de jóvenes en Barranquilla y aquí aparece la personalidad de Ramon Vinyes, el escritor y librero catalán que ocupará un lugar destacado en las páginas de Cien años. Convertido en un amante de la bebida, de las francachelas y de las prostitutas, alterna los descubrimientos de Kafka (p. 130) y Faulkner con el vallenato y el folklore colombiano, cuyas huellas advertirá Martin en sus composiciones. Sus reportajes amplios, sobre un náufrago (convertido más tarde en libro) o sobre el desastre de Antioquia anticipan su capacidad narrativa y de observación. Sus experiencias en Europa, su interés por el cine italiano (se matriculará en Cinecittà), por el marxismo, que contrasta con cierto apoliticismo durante su estancia en Barcelona, ya en plena fama, tras el éxito de Cien años… irán definiendo un personaje inquieto, en constante evolución.

El análisis de sus etapas sucesivas constituye el gran mérito del biógrafo. Tal vez su experiencia barcelonesa no quede suficientemente valorada o el significado de México, aunque sí el decisivo papel de Carlos Fuentes. La defensa de El otoño del patriarca como otro registro autobiográfico resulta atractiva, aunque no se si totalmente convincente. Pero no cabe duda de que el narrador de Macondo utiliza experiencias propias o familiares. Las dos primeras partes del libro se dedican al periodo anterior a la edición de su obra magna. Dueño de fama y fortuna, el análisis de GGM, sus posiciones políticas y su activismo constituirán una parte fundamental, pero en esta zona la biografía se torna más objetivista y menos reveladora (pp. 371-581).

Su amistad con Fidel Castro y Omar Torrijos, su relación con Felipe González, sus experiencias en Cuba al fundar una Escuela de Cine, sus preocupaciones sobre la guerrilla colombiana son fases destacadas de su biografía, atenta siempre al detalle y a una narración fluida que pasa, asimismo, por la obtención del Premio Nobel y el éxito de El amor en los tiempos del cólera, interpretada como el reencuentro con su padre. Echamos de menos considerar la recepción de sus obras en España. No olvidemos -tampoco lo hace el biógrafo- que una de las figuras esenciales en los éxitos de García Márquez ha sido su amiga y agente Carmen Balcells. Los años barceloneses en los que convivió con Vargas Llosa resultarán también decisivos en múltiples aspectos. Antes del famoso puñetazo (no se aventura aquí otra hipótesis que la ya divulgada), el escritor peruano escribirá un libro hoy todavía fundamental sobre el significado de su contemporáneo, no exento de revelaciones personales.

La biografía alcanza hasta los últimos años, atraviesa las dos enfermedades graves de GGM y concluye que “si estaba obsesionado -fascinado- por el poder, el poder se veía reiterada e irresistiblemente atraído hacia él” (p. 625). Sus temas esenciales: la vejez, la muerte, el amor, la violencia son constantes que proceden de su misma infancia. Puesto que se ofrece el hombre como modelo, cabe admitir que el esfuerzo y el talento natural le han conducido a los máximos honores y merecidos éxitos. Sin buscar el best-seller, sin renunciar a sus estéticas, obsesiones y compromisos, se ha convertido en el novelista clásico moderno de la literatura en castellano. La biografía de Gerald Martin debe calificarse de imprescindible.    

Joaquín MARCO 

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