José Fuentes Mares:  Historiador   Nació y murió en Chihuahua, Chih. (1915-1986).

José Fuentes Mares: 
Historiador   Nació y murió en Chihuahua, Chih. (1915-1986). Licenciado en derecho y doctor en filosofía por la UNAM. Fue rector de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Impartió conferencias, cursos y seminarios en centros de estudios superiores de México y del extranjero. Fundó y dirigió el diario Novedades de Chihuahua.  

Autor de una treintena de libros entre los que se cuentan:
Su Nueva guía de descarriados, libro sobre la buena mesa.
el drama Su Alteza Serenísima, la novela Servidumbre, los apuntes autobiográficos de Intravagario.
Las obras históricas, varias de ellas noveladas:
 
Miramón, el hombre, Cortés, el hombre, Lerdo de Tejada y el amor, Santa Ana, historia de un comediante, Juárez y los Estados Unidos, Juárez y la intervención, Juárez y el imperio, Juárez y la República, Génesis del expansionismo norteamericano, La revolución mexicana, Las mil y una noches mexicanas, Poinsett, historia de una gran intriga, México biografía de una nación, Historia de dos orgullos, El crimen de la Villa Alegría, Las memorias de Blas Pavón, La emperatriz Eugenia y su aventura mexicana, etc.  
 
Era miembro del Instituto de Cultura Hispánica de Madrid.
 
Ingresó en 1955 en la Academia Mexicana de la Lengua como miembro correspondiente en Chihuahua, y en 1974 en la Academia Mexicana de la Historia
 
Recibió la condecoración Águila de Tlatelolco de la Secretaría de Relaciones Exteriores; el gobierno español le impuso la Medalla Colón al Mérito Literario y el gobierno de Chihuahua la presea Ángel Trías. Fue becario de la fundación Rockefeller  
 
José Fuentes Mares, escritor nacido en la ciudad de Chihuahua el 15 de septiembre de 1919. Murió en esa misma ciudad el 8 de abril de 1986.
 
Fuentes Mares, chihuahuense de nacimiento, de manera discreta escribió enormes libros, cuyas lecturas son necesarias para la comprensión de la historia de México.
 
Sobre todo, su gran obra: Joel R. Poinsett, Historia de una gran intriga, donde relata en breves páginas bien documentadas, cómo este embajador plenipotenciario llegó a México justo en los años del nacimiento de nuestra joven nación, siendo aun presidente Don Guadalupe Victoria, quien gobernó de 1824 a 1829.
 
En esos años llegó el nefasto Poinsett quien sembró la anarquía y la masonería en México, ambas cosas con el fin de cumplir su propósito: arrebatarle a México sus estados del Norte.
 
En este libro, rescata una carta que se encuentra en los archivos del Congreso de los Estados Unidos de América, ¡Donde Vicente Guerrero le ofrece la presidencia de nuestro país a Poinsett! Imagine lector.
 
Una vergüenza nacional de un héroe nacional. “El peor error de Guerrero fue no haber muerto en el campo de batalla”, escribió Fuentes Mares, pues cometió muchos errores políticos.
 
La importancia de su obra ES GRANDE, ya que todos son de temas torales en nuestra historia: Por ejemplo, desnuda a Benito Juárez y relata sus errores; reconoce del heroísmo de los que combatieron contra Juárez, que igual eran indios, no nomás franceses o traidores a la Patria, simplemente no querían vivir bajo el dominio gringo y Benito Juárez sí lo quería y lo logró, gracias precisamente a los gringos.
 
Uno de sus libros lo dedica, por cierto, a los miles de mexicanos que se encerraron durante meses en el sitio de Querétaro, cuando perdió la batalla definitiva Maximiliano y sus generales Miramón y Mejía, éste último de pura sangre otomí, es decir, la indiada no estaba nada más con Juárez como pretenden hacerlo creer los historiadores.
 
Pero también se dio tiempo de escribir su Nueva guía de descarriados, libro sobre la buena mesa; el drama Su Alteza Serenísima, la novela Servidumbre, los apuntes autobiográficos de Intravagario.
 

Su autobiografía fue un vagar por sus recuerdos, sin mucho formalismo. Llama la atención como al libro de historia de México le llama “Biografíía de una nación”, y al libro de su vida le puso Intravagario. 

  Nací en el desierto y el llano alimentó mi imaginación con las fantasías que pueblan sus vacíos infinitos

 
José Fuentes Mares
Cuando la leucemia lo mataba, escribió: 
 
“Tan moreno como soy, y con tanto glóbulo blanco en la sangre”.
Por el maestro:
 
Luis González y González
 
 
JOSÉ FUENTES MARES
 
 
1919-1986
 
 
En 1919 “nací en el desierto, y el llano alimentó mi imaginación con las fantasías que pueblan sus vacíos infinitos” solía decir el chihuahuense
 
José Fuentes Mares quien siguió los estudios elementales y secundarios en su tierra natal.  
 
Ya en México fue asiduo asistente a los cursos de don Antonio Caso. A principios de los cuarenta la Universidad Autónoma de México le otorgó tres grados académicos: la licenciatura en Derecho y la maestría y el doctorado en Filosofía.  
 
Antes de cumplir los veinticinco años de edad, ya circulaban dos libros suyos: Gabino Barreda (1942) y Ley, sociedad y política (1943). En plena juventud fue maestro distinguido de la Facultad de Filosofía y Letras.  
 
Cierra su época filosófica con su libro sobre Kant y la evolución de la conciencia sociopolítica moderna (1946). Desde 1947 fue a recorrer mundo, a viajar por varios países. En 1948estuvo de profesor huésped en las universidades Internacional de Santanderes Hispanoamericana de Sevilla.
 
 En 1949 publica México en la hispanidad, su primer trabajo de crítica histórica.
 
Cuando ya eran públicos sus enredos con Clío, va de investigador a los Archivos Nacionales de Washington.
 
Desde 1950 es un indiscutible avocado de la investigación histórica.
 
 Apoco andar disfruta de una beca de la Fundación Rockefeller y publica un libro acerca del primer embajador estadunidense en México. Poinsett, historia de una gran intriga les cayó a los miembros de una secta como patada en las partes nobles del cuerpo humano.  
 
Ya en el carril de la historia política y biográfica dio a luz “Y México se refugió en el desierto», biografía de don Luis Terrazas, político chihuahuense, fundador del imperio ganadero más grande del mundo.  
 
En 1956 se vendió como pan caliente “Santa Anna: aurora y ocaso de un comediante”, tan cálido, lúcido, polémico como los dedicados a Poinsett y Terrazas.
 
En la plenitud de su fama como historiador prueba fortuna como literato. Saca a luz dos novelas: Cadenas de soledad (1958) y Servidumbre (1960).  
 
Por el mismo tiempo le da la espalda a la ojerosa capital de la República y se va a vivir con su eficaz compañera capitalina, doña Emma, a los desiertos de Chihuahua donde funge como profesor de Derecho, director de la Facultad de Leyes y rector de la Universidad.
 
Sobre la base de una vasta y valiosa documentación, distraída de numerosos archivos y bibliotecas de México y los Estados Unidos recrea la etapa del país que corre de 1861 a 1872 en una tetralogía célebre: Juárez ylos Estados Unidos (1960); Juárez y la intervención (1962); Juárez y el Imperio (1963), y Juárez y la República. “Tampoco podía faltar el gusanillo del teatro”.
 
En 1967 estrena La Emperatriz; en 1968, La joven Antígona se va a la guerra, y en 1969, divierte al público “con una farsa antipatriótica” referente a Su Alteza Serenísima.
 
Tampoco podía faltar la invención del personaje histórico: Las memorias de Blas Pavón (1966) que narran las peripecias de México en el siglo XIX, y La Revolución Mexicana, memorias de un espectador (1971).
 
En el último de sus retiros, en su casa de pilares-Majorca se entregó a la biografía.  
 
Le puso Biografía de una nación (1984) a la historia individualizada de México que arranca de Cortés.  
 
En el último año de su vida escribe: “Si escribí Santa Anna, el hombre; Miramón, el hombre, y Cortés, el hombre, ¿por qué? no ahora este libro sobre el hombre que soy yo mismo?” Esto es Intra vagarlo, aparecido el año de su muerte, en 1986.
 
Estuvo lejos de ser un hombre dogmático, de practicar los fanatismos religioso y patriótico. Ni la fe católica ni el patriotismo mexicano son resortes importantes de su actividad como historiador.
 
Fue poco sensible a las glorias de la Gran Tenochtitlan. Según lo dijo, 1levo en lo más profundo del alma el ideal ecuménico de la hispanidad.  
 
Fuentes fue un perfecto, que no ortodoxo, amante de su patria. Su amor a la patria es de la estirpe deJusto Sierra y Edmundo O’ gorman. Alguna vez dijo: “Yo amo a México porque no me gusta”.  
 
Fue un hombre contradictorio: tuvo que bailar con una nación que le parecía fea.  
 
Era moreno, pero tomó el partido de los blancos.  
 
Pese a su norteña y a su metrópoli fobia aceptó ocupar uno de los sillones metropolitanos, el número 8 de la Academia Mexicana de la Historia.  
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