Un pueblo otomí

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San Juan Dehedó, un pueblo otomí

  El Rostro indígena de la fe 

El Cristo de La Preciosa Sangre 

 

“Por las presentes letras erijo dicho templo como  

SANTUARIO DIOCESANO  

A fin de que el culto que allí se rinde a Nuestro Salvador y Redentor Jesucristo en el misterio de su Preciosa Sangre, vaya siempre en aumento y se brinde mayor atención espiritual a los fieles; se incrementen la santa fe católica, el amor a la Iglesia, la vida cristiana y las sanas costumbres”.  

“Se erradiquen los vicios y supersticiones; se mejoren las condiciones de vida y se promuevan la concordia y la paz para todos”.   

“Que allí los pecadores encuentren el perdón, los incrédulos la fe y los afligidos la esperanza; que  los violentos descubran la compasión, los tristes experimenten la alegría y los emigrantes sientan el calor del hogar; que los pobres –hijos predilectos de la Iglesia  experimenten en Cristo crucificado el consuelo, la justicia y la paz que nosotros los humanos no somos capaces de dar”.   

La solitaria campana, desde la torre de la antigua capilla, inunda con su repique el  paraje.  

Los pobladores de las comunidades vecinas acuden solícitos a su llamado a  misa, es domingo… 

Otros otomíes, desde temprano, habrán llegado al hermoso atrio-panteón del Santuario para hacer la limpieza y el recuerdo a sus antepasados.   

“Conserva también el templo, en su atrio, un cementerio según la antigua y piadosa tradición… “ 

“Este Santuario, aunque sencillo en su construcción y estilo, es rico por su trayectoria histórica…”  

Poco a poco  se va llenando de fieles —vecinos y fuereños— visitan al Cristo de la Preciosa Sangre. 

Es San Juan Dehedó o Deguedó, como pronuncian los pobladores otomíes de la región—, comunidad enclavada en la sierra de Amealco, a dos kilómetros de la cabecera municipal por la carretera a Morelia.  

Es ésta una de las poblaciones más antiguas del estado de Querétaro, cuya fundación sucedió hace cuatro siglos y medio debido a una “merced de tierras” para ganado menor, otorgada por Luis de Velasco, virrey de la llamada Nueva España, y fechada el 5 de diciembre de 1558. 

Durante muchos años esta población ha tenido una importancia mayúscula en el ámbito religioso en la región de Amealco y la sierra circunvecina, comprendida en los actuales estados de Guanajuato y Michoacán. 

Fue erigida la parroquia de Amealco en 1755, lugar a donde pertenece esta comunidad.  

Según algunas crónicas la región fue evangelizada por frailes franciscanos provenientes de Xilotepec, y fueron ellos quienes promovieron la construcción de una modesta capilla dedicada a san Juan Bautista, aunque los religiosos nunca se establecieron en la comunidad de manera definitiva. 

El agua en la piedra 

El topónimo de San Juan Dehedó hace referencia, por un lado, al nombre de San Juan Bautista, que los franciscanos dieron por patrono protector de la comunidad, teniendo desde luego según la costumbre de los misioneros que la expresión otomí “Dehedó” se traduce como “agua en la piedra”, en clara alusión a los  abundantes manantiales que nacen en la región, se cuenta más de doscientos.  

Desde hace 450 años aproximadamente la capilla de San Juan Bautista ha sido el centro de la vida religiosa y social de la comunidad, como lo era antes en la época prehispánica.  

El primer recinto católico, que según la tradición es la pequeña capilla al lado del templo “grande”, fue construido en el siglo XVI. 

Hoy en día el conjunto religioso comprende el antiguo templo de una sola nave, con alta techumbre soportada por vigas y ventanales de reciente factura, los indígenas prefieren los oratorios en penumbra ya que les facilita “estar” con Dios.  

En el espacio que corresponde al retablo principal encontramos, al centro, una imagen —copia de una antiquísima hecha de caña de maíz que se perdió— de Cristo crucificado, conocido como La Preciosa Sangre; además de un san Juan Bautista y una Inmaculada Concepción, a ambos lados del Señor de La Preciosa Sangre. 

La fachada del templo es austera: encima de la puerta se encuentran una ventana y tres pequeños nichos con sendas imágenes en cantera de manifiesta hechura indígena que representan a san Juan Bautista, al centro, y a san Pedro y san Pablo, a los lados. El templo se complementa con una torre con dos cuerpos de mediana altura. 

El atrio del templo tiene toda la forma de los templos indígenas levantados durante el siglo XVl, contiene  un ”Calvario” , su cruz atrial, copia de una ya desparecida—  un antiquísimo “cementerio de indios”. 

“Tanto el poblado como la construcción del primer templo datan de los tiempos del inicio de la evangelización y sus habitantes, mayoritariamente pertenecientes a la etnia otomí, recibieron la fe en el Dios vivo y verdadero y fueron agregados a la santa Iglesia católica”.  

En esta fe han permanecido fieles en medio de las dificultades por las que ha atravesado nuestra patria  

A ello ha contribuido, de manera significativa, la devoción a una preciosa imagen…  que allí se venera con el nombre de La Preciosa Sangre… y que da ahora nombre al Santuario.   

El costumbre 

Gracias “al costumbre”, la comunidad de San Juan Dehedó ha mantenido vigentes sus fiestas tradicionales dedicadas a sus santos protectores.  

“El costumbre” basado en el sistema de cargos — mayordomos, fiscales y cargueros— heredado de la organización misional franciscana y la la prehispánica,  con su fuerte carga de organización comunitaria adquiere las formas organizacionales prehispánicas de los mesoamericanos.  

Este sistema “comuniza” el gasto y la participación en las fiestas patronales, siempre relacionadas con los ciclos agrícolas, base de su trabajo fundamental. 

Las festividades más arraigadas en San Juan Dehedó están ligadas al ciclo agrícola y los misioneros las hicieron coincidir con el calendario católico en un hermoso sincretismo o “costumbre” ancestral.

La fiesta de La Candelaria, el 2 de febrero,  los indígenas llevan a bendecir las semillas que van a utilizar en la siembra del año, además llevan al Niño Dios a presentar al templo.  

En la Semana Santa, concretamente el jueves por la tarde, el Cristo de la Preciosa Sangre de Dehedó encabeza la procesión de cristos que se hace a la parroquia  de Amealco. 

La fiesta de la Santa Cruz es celebrada el 3 de mayo en la cima del cerro de La Cruz, cercano a Dehedó, donde los otomís hacen la petición de un buen temporal y cosecha. 

Mención aparte merecen las festividades patronales de san Juan Bautista y de la Preciosa Sangre.  

La fiesta de san Juan Bautista fue hasta la cuarta década del siglo XX. la fiesta más importante de Dehedó, en ella el mismo día se festejaba junto al santo patrón al Cristo de la Preciosa Sangre.  

A partir de esos años la festividad de la Preciosa Sangre se viene celebrando el primero de julio, con toda la solemnidad otomí; danzas  música de viento, procesiones, peregrinaciones, fuegos pirotécnicos y abundante comida. 

Aunque la fiesta litúrgica propia de la Preciosa Sangre de Cristo en Dehedó no tiene más de seis décadas, el culto y devoción a esta Sagrada Imagen cuenta con un muy antiguo arraigo.  

Gracias a esta antiquísima veneración, no sólo de los vecinos del lugar sino de romeros venidos de otras regiones, el templo ha sido declarado Santuario diocesano.  

El  5 de Diciembre del 2008, durante la celebración solemne de la santa Eucaristía, proclamaré Santuario Diocesano con el título de La Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, el templo de San Juan Dehedo (o de Guedo) de la parroquia de Santa María, Amealco.