¡Cántame
A su llegada a la ciudad de México en la década de los 20´s del pasado siglo, apenas dominando el castellano y en virtud de su talento netamente zapoteco, entró al mundo del arte, la literatura y la política.
Hace 20 años, en sus archivos se encontró una cartita que le mandaba Alma Reed, invitando a Manuel Gamio a comer a su casa, con Andrés Henestrosa.
También en esos tiempos frecuenta a Renato Leduc y Juan de
“Donde las mujeres visten almidonadas enaguas que revolotean al compás de las notas musicales de
Escribe más de 20 mil artículos en columnas y secciones como “Alacena de minucias”, “Reloj literario”, “Divagar” en diarios como Novedades, Excélsior, El Universal, El Día, El Popular, Unomásuno…
Su labor de periodista esta ligada a su tarea como editor y bibliófilo. No sólo dirigió y fundó revistas o colecciones como Neza, Didza, La letras patrias, Mar abierto, El libro y el pueblo, sino como editor también hizo posible la serie de Bibliófilos oaxaqueños,
La tradición popular ha recogido sus poemas musicados, como
También sabía que Oaxaca no podía más: “Es una tierra maravillosa, llena de ríos, de montañas, y como dice la canción, ‘da el oro y la espiga, el mármol y el laurel’, rica en música, danza, ceremonias, allá hasta los entierros son alegres… “pero Oaxaca ya no puede más…”.
Se encontrará su obra “Retrato de mi madre” y su diccionario “Español-Zapoteco” y sus amigos como
“Amo, sufro y espero igual que todos los hombres, nada”
La obra de Henestrosa “proyectó el alma y la belleza estética de los binni zaa, en sus páginas perviven la tradición clásica de la lengua española y lo inmortal de la lengua zaa.”
Para Carlos Montemayor la obra del autor ixhuateco formó parte de la renovación de la lengua española a escala continental, junto con Augusto Roa Bastos, quien se enriqueció con la lengua guaraní, y José María Arguedas, quien tuvo influencia del quechua.
A finales de septiembre de 2007, Andrés Henestrosa estuvo algunos días en Oaxaca y se enfermó. Un día se quedó dormido y en ese sueño soñó que había muerto y cuando despertó dijo:
“Yo estuve muerto cuatro horas, pero yo quiero que no me dejen en Oaxaca, quiero que me lleven a México, donde está Alfa”.
Andrés Webster Henestrosa, nieto del escritor y secretario de Cultura de Oaxaca, indicó que la biblioteca que lleva el nombre del autor –con más de 40 mil volúmenes fue donada hace tres años al espacio cultural
Con motivo de su centenario, recordaba que hacía una década estuvieron en el Palacio del antiguo Arzobispado, festejando a “un joven (Alí Chumacero)que este año cumplía
Unos cohetes partieron el aire sabatino, y enseguida el músico y cantante Feliciano Carrasco interpretó, sin su guitarra, a capela, en zapoteco y luego en español, el sublime son Guenda nabáani (La vida), más conocido como La última palabra.
Todas estas selectas lecturas lo ayudan a consolidar el dominio del castellano. Es una etapa decisiva en su formación (desde 1927 hasta 1929). De ahí sale para encontrarse con José Vasconcelos, candidato a
En todos estos años de vida Andrés Henestrosa sale a flote, como dice Adolfo Castañón, gracias a la vivacidad de su ingenio, su lengua afilada y su gusto por la vida, ¡tremendo hedonista! desde entonces.
Su prodigiosa memoria de trovador deslumbraba en fiestas y convivios, declamando poemas y coplas con singular naturalidad y talento.
En 1929, Henestrosa publica su libro Los hombres que dispersó la danza. Veintiséis relatos sobre los modernos zapotecos.
Miguel León Portilla, en el prólogo del facsimilar de la edición príncipe de 1929, muy acertadamente nos habla de ese doble venero en que se nutre el alma de Andrés Henestrosa.
Conoce a Salvador Novo, Xavier Villaurrutia, Gilberto Owen, Celestino Gorostiza, Julio Castellanos, Julio Jiménez Rueda, entre otros.
En 1929 se inicia la campaña de Vasconcelos en busca de
En su larguísima vida fue escritor, periodista, poeta, político y maestro. De inteligencia prodigiosa y memoria sorprendente, deslumbraba por su erudición, que el enorme sentido del humor, salvaba de la pedantería.