Juan Pérez Jolote y Ricardo Pozas Arciniegas
¿Por qué hemos que morir para que nos escuchen?
El Queretano de Amealco, Ricardo Pozas Arciniegas, no tiene un lugar en Querétaro, ni en
En 1988
Me llamo Juan Pérez Jolote. Lo de Juan, porque mi madre me parió el día de la fiesta de San Juan, patrón del pueblo. Soy Pérez Jolote porque así se nombraba a mi padre. Yo no sé cómo hicieron los antiguos, nuestros «tatas», para ponerle a la gente nombres de animales. A mi me tocó el del guajolote.
Nacido en
Presea Andrés Molina Enríquez en 1984, premio UNAM en Ciencias Sociales en 1985. Se mezclaron con su bondad, su generosidad y el motor de la ideología, el encuentro retrospectivo de nuestros padres indígenas, con su lucha por la libertad. Lo mismo escribía un libro, que hacía un papalote, un valero, ladrillos o labraba la tierra.
Sus contágios: Narciso Bassols, Jesús Silva Herzog, Gilberto Loyo. Sabemos que desde 1953 en que acudió a
Su compañera Isabel Horcasitas, con quien suma convicciones, lo será siempre. Mientras compartirán el nombre de un aula de
Y me llevó para su casa donde tenía sus hijos, en Nachij.
-Sí -le dije. Y me fui con la mujer de los carneros, sin saber adónde me llevaba… pero más lejos.
Escribió decenas de libros, artículos, ensayos. En 1948 da a luz “Juan Pérez Jolote” que del español pasa al inglés, al francés, a alemán, al japonés, al polaco, etc.
El drama de la vida se inmortaliza. Vivencia y literatura juntos. Una raza distinta en el mundo de la plenitud, que busca en el cielo todavía una respuesta.
Un día me llevaron a tierra caliente a buscar maíz. Allá trabajaban los zinacantecos haciendo milpa. Llegaron con un señor que tenía montones de mazorcas. Todos ayudamos al señor del maíz en su trabajo; unos desgranaban metiendo las mazorcas en una red y golpeando duro con unos palos, otros lo juntaban y lo encostalaban. A mí me puso a trabajar el dueño, como si fuera mi patrón, y todo el día estuve recogiendo fríjol del que se queda entre la tierra. Cuando terminé, me puso a romper calabazas con un machete, para sacarles las pepitas.
Cumplimos tres días de trabajo. Luego los viejos se fueron con sus hijos y yo me quedé para desquitar el maíz que se habían llevado. Con el dueño del maíz estuve partiendo calabazas, hasta que se juntaron otros quince días. Y aunque los viejos tenían que desquitar más cargas de maíz, ya no me dejaron allá. Me dio gusto irme con ellos a su casa porque las plagas y los mosquitos de tierra caliente no dejan dormir. Me dieron para mí una carguita de caracoles de río y eso me puso más contento.
Ricardo Pozas buscó a Juan Pérez Jolote y lo encontró alcoholizado ya de semanas y le leyó su obra y al término de ello, le dijo Jolote: “YO QUIERO VIVIR”