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El Barrio de San Sebastián; su fiesta el 20 de enero 

El río Querétaro nace en el Zamorano

Atraviesa las haciendas de:Atongo, Chichimequillas, La Griega y Saldarriaga,

Los pueblos de La Cañada y Hércules.

 

Recorrer el río Querétaro, desde su entrada al centro de la ciudad, por el Molino de San Antonio, seguirlo por sus tres puentes antiguos, el de San Sebastián, el Puente Grande y el Puente de hierro, hasta su salida por Santa María Magdalena, dan la oportunidad de mirar a la otra banda, el Jardín de los Platitos,  la antigua estación  del tren y el barrio de San Sebastián, donde se encuentra la rinconada más hermosa de la ciudad.

  

Mientras a lo lejos las casas caen desde los cerros de San Pablo, Menchaca y Peñuelas, hasta llegar a los barrios de la Trinidad, El Cerrito, El Tepetate, San Gregorio, La Candelaria, San Roque y desde luego el de San Sebastián.

  ¡Que. Viva el Señor Santiago   Que es el mensajero   Que es el mensajero

   De los cuatro vientos!

   

A veces pareciera que a los habitantes de esta ciudad se les olvida la existencia de esta  Plaza de San Sebastián, donde su entorno verdaderamente es maravilloso lo forman: la fuente, el jardín, La Casa del Faldón,  la Iglesia y convento, el andador, el asilo de anciano, el de niñas es la esquina de las calles de Otoño y Primavera.

  

Allí existió María Estrada, una cieguita enamorada de un inexistente Faustino, el español que le escribiera desde Sevilla cartas de amor a su decir, María pedía limosna a fuera de la cafetería de La Mariposa, pero también como todo queretano bien nacido tiene su barrio, el de Ella está junto al asilo, es el de San Sebastián, donde se encuentra a diario con la leyenda de la casa del Faldón, la hermosa fuente tintineante rodeada de un jardín arbolado y el templo y convento ex franciscano.

  

Allí donde todavía se recuerda a Coheteros como Abundio, el del Puente Revolución, a los pedreros de ópalos como Adolfo Mendoza, a poetas con casa antigua como Salvador Alcocer, a mujeres de vida consagrada como Sor Magdalena, a curas como Felipe M. Sevilla, que en 1907 construyera el asilo de ancianos. Gente sencilla habita el barrio de la Otra Banda, al otro lado del río.

  

La fiesta se celebra el 20 de enero, día de San Sebastián herido, dos bandas de música, pólvora, entre las calles del tiempo, Otoño, Primavera, Invierno. El tren silva incesantemente día y noche, es el recuerdo del Águila Azteca y la Burrita.

 

  

La ciudad de Querétaro fue grandiosa, hermosa, pero soberbia, dividida en dos partes, separadas por el río y unidas por el Puente de San Sebastián, por donde se llega a La Otra Banda, lugar del verano eterno.

  

En la  otra Banda, en el año de 1718, los religiosos franciscanos edificaron el templo y convento de San Sebastián, que en la actualidad conserva su mismo nombre, al norte del río Querétaro.

  

El templo fue la segunda parroquia en la ciudad de Querétaro después de la de Santiago, ubicada en aquel entonces en lo que conocemos ahora como el templo de San Francisco.

  

Se dice que en 1720 el templo de San Sebastián fue erigido en parroquia y su jurisdicción se extendió desde el pueblo de Carrillo hasta el pueblo de San Pedro de la Cañada y los templos de esos lugares se convirtieron en Vicarías de San Sebastián.

  

A principios del siglo XlX en el templo de San Sebastián se encontraba ya el padre Felipe N. Sevilla, nacido en la Otra Banda, en el año de 1858, formado en el Seminario Conciliar.

  

En 1885 se hizo cargo de la parroquia de San Sebastián ya como Cura Párroco y desde esa fecha se dedicó a hacer en ella todo el bien posible  con su abnegación ejemplar.

  

Él era un hombre bajito, trigueño, que no tenía la apariencia grandiosa y majestuosa de los grandes personajes que trabajaron en Querétaro, pero tenía un  corazón, era muy amoroso,  activo y fue un gran benefactor de la ciudad.

  

El día 4 de octubre de 1891 el cura de la parroquia de San Sebastián Don Felipe N. Sevilla, dándose cuenta que en la inmensidad de su feligresía no había un lugar para atender a los muchísimos enfermos que morían sin auxilios materiales, menos espirituales, tanto mujeres como hombres, niños y ancianos.

  

Ya que para obtener alguna ayuda tenían que recorrer hacia el poniente de la ciudad grandes distancias en busca de la salud,  dio principio a la construcción de un gran edificio como anexo a la parroquia, con planos y dirección del Ingeniero Don Lorenzo Corona.

  

A finales de 1892 el edificio quedó todo terminado y el Sr. Cura Sevilla fundó ahí el Hospital del Sagrado Corazón de Jesús, que también funcionaba como asilo de ancianos.

  

A su iniciativa se formó en el barrio de San Sebastián un campo santo, levantó una casa frente al Hospital para poner en ella una escuela de canto con cuyo fin organizó el orfeón.

  

Con espíritu eminentemente humano, el padre Sevilla asumió la realidad de su parroquia y empezó a trabajar. Comenzó sin nada. Sólo con una extraordinaria fe. Empezó a levantar el Hospital y día con día iba por todos los rumbos solicitando auxilios económicos, objetos para transformarlos en algo útil.

  

Fue en 1908 cuando abre sus puertas y presta los servicios a todos los que necesitaban, que temían acercarse aquí por su elegancia, pues pensaban que se les iba a cobrar mucho, cosa que fue todo lo contrario.

  

Al estar terminando el Hospital “Del Sagrado Corazón” el padre Sevilla pensó en quién atendiese la obra que con grandes sacrificios, humillaciones y desvelos había levantado y sobre todo que se llevara a cabo el fin para el cual se pensó, atender a los enfermos sin que representase ninguna erogación para quien no tenía nada.

  

Estando atendido el Hospital, entonces ya llamado Civil y ubicado ya en el ex beaterio de Santa Rosa de Viterbo, por las Hermanas Josefinas después que lo fuera por los hermanos Hipólitos, y viviendo su calidad de entrega, el padre Felipe Sevilla pensó que nadie podía atender mejor a estos desdichados de la otra banda que las hermanas Josefinas, distinguidas ellas por su caridad y profunda humildad.

  

Y fue así como el 27 de julio de 1908 iniciaron su obra apostólica las religiosas: Josefina Martínez, Josefina Leita, Antonia Toledo y Josefina Rosas.

  

Tras de penosa y molesta enfermedad murió el 27 de diciembre de 1908 el padre Felipe N. Sevilla. Su modestia y habitual humildad hicieron fuese querido por todos los que lo conocieron.

  

En tiempos de la revolución por ser un hospital atendido por religiosas, el Hospital del Sagrado Corazón de Jesús fue fuertemente atacado, pero el mismísimo Venustiano Carranza defendió el lugar y a las personas que lo atenían por ser dignas de respeto.

  

El 3 de noviembre de 1912 se inició la construcción de la capilla que es hermosa y valiosa en su construcción. Con vitrales de alta calidad ya que ni el sol con el correr de los años ha podido despintar y hace poco restaurada. El 29 de junio de 1920 fue la bendición por el Sr. Obispo Don Francisco Benegas.

  

En 1915, en las batallas de Carranza y Villa los templos San Sebastián, Santa Rosa de Viterbo y San Francisco se convirtieron en hospitales de sangre, ya que allí llegaban los heridos para recibir atención de las hermanas Josefinas.

  

El 5 de febrero cuando se promulgó la Constitución el hospital abre sus puertas totalmente a todos los enfermos afectados a causa de las graves epidemias que azotaban al pueblo y en 1919 el índice de pacientes con enfermedades infecciosas aumentó considerablemente, siendo este un gran motivo para querer cerrarlo, pero estos esfuerzos fueron en vano.

  

En 1926, tiempo de la Revolución Cristera, hubo otro motivo de acabar con él, era porque ocultaba a estos y los ayudaba. Este hospitalito como lo llamaban, atendía casi en su totalidad con la caridad del pueblo.

  

El ataque más violento que tuvo este hospital fue cuando sus enemigos pretendían desterrar a las hermanas y el arma utilizada fue quitarles toda ayuda y comprensión, debido a que eran las bases de su subsistencia. Nuevamente los intentos por acabarlo no dieron frutos.

  

Las personas que auxiliaron de forma cercana y solícita a las hermanas Josefinas fueron el  Obispo Marciano Tinajero y Estrada, que desde que era párroco de Santa Ana manifestaba su confianza por el hospital, ya que consideraba que era el mejor lugar para depositar a nuestro señor en la Sagrada Forma, cuando entraron en la ciudad por el poniente,  los carrancistas, profanando los templos.

  

Así que siendo Obispo de Querétaro el obispo Marciano Tinajero y Estrada continuó la obra del padre Sevilla con dedicación y entusiasmo.

  

Otro de los personajes que también estuvieron al pendiente fueron: el Sr. Cura Alemán, el Sr. Septién y el obispo Alfonso Toriz Cobián, quienes pasaron sus últimos días en este lugar.

  

Es digno de mencionar algunos de los muchos médicos que han dejado huella por aquí como el doctor Antonio Reséndiz, el doctor Fernando Velázquez y el doctor Eliseo Ramírez.

  

No fue sino hasta el 22 de agosto de 1946 para apoyar esta labor altruista, el entonces Presidente de la República Manuel Ávila Camacho mediante un Decreto Presidencial regulariza la personalidad jurídica del nosocomio como «Hospital del Sagrado Corazón de Jesús» ya que una de las preocupaciones del gobierno era garantizar debidamente los servicios y la asistencia pública, preocupación que se agravió con motivo de la post guerra, y que hacía urgente la fundación de los establecimientos indispensables para impartir los servicios médicos como lo menciona dicho decreto.

  

El decreto tenía una vigencia de 50 años que se cumplieron en 1996. En el año de 1998 el Presidente de la República Ernesto Zedillo Ponce de León renovó este contrato el 17 de febrero y ahora es por tiempo indefinido.

  Actualmente el Hospital del Sagrado Corazón de Jesús por falta de recursos y lo obsoleto del edificio dejó de operar y ya esta siendo reparado a costas del Municipio de Querétaro y únicamente funciona por el momento como asilo de ancianos de San Sebastián, con una capacidad para 32 personas.

 

 

En este año del 2008 se celebran los cien años en que las hermanas Josefinas han dejado parte de su vida, asumiendo las responsabilidades de autoridad y atendiendo solamente a ancianas mujeres.

  Actualmente el Asilo San Sebastián no tiene autoridad jurídica ya que se encuentra registrado solamente como Hospital del Sagrado Corazón de Jesús, sin embargo, se están llevando a cabo los trámites necesarios para que obtenga autoridad jurídica y para que quede regulado ante la Secretaría de Salud del Estado de Querétaro.