Pirámide o Centro Ceremonial del Cerrito

“ El Cerrito”   Uehueteotl y Amatecutli, Dios Padre y Dios Madre, presiden en Tlachco, Nda Maxei o Querétaro desde hace más de dos mil años, la vida de este valle. Su centro ceremonial, El Cerrito, existe en este lugar desde hace muchos años, 400 a.C., mucho antes de la llegada del invasor y sobre los habitantes originales de la región, recae la responsabilidad de mantener el culto a la Madre de los dioses y la cultura de la región, parte de la gran civilización Mesoamericana. 

Se encuentra este centro ceremonial conocido actualmente como El Cerrito a siete kilómetros del actual centro de  la ciudad de Querétaro y se le ha conocido desde la llegada de los otomíes al mando de Conín y de los europeos, como: Cerro Pelón, Cerro del Cascajo y El Cerrito. 

La pirámide de El Cerrito tiene una gran base piramidal, esta rodeada de un suelo profundo, con textura fina de color obscuro,  gran cantidad de materia orgánica, es fértil, tiene buen clima y hay abundante agua. 

Según los estudios mas recientes, sus primeros pobladores están desde el 400 a.C., posteriormente fueron afines a la cultura de Chupícuaro, en el llamado pre clásico superior, donde la estructura política y religiosa de Chupícuaro diera origen a que en este lugar se desarrollara una cultura propia de la región, pero siempre dentro del contexto de la cultura Mesoamericana. 

Así es como El Cerrito, surge como cabecera política y religiosa, aunada a una gran población a su derredor y apartir de ese momento histórico, surgen los edificios religiosos y civiles de carácter monumental. 

En las diversas etapas de este asentamiento humano, junto  con la construcción, del altepetl formado por El Cerrito y su contraparte, El Cerro Gordo, frente a él, más los lugares conocidos actualmente como Balvanera, La Magdalena, Santa Bárbara, y La Negreta formaron asentamientos humanos de gran densidad con carácter religioso, político y habitacional. 

La arqueología y la historia, han llegado en la actualidad, según Daniel Valencia, a señalar a El Cerrito y su zona ceremonial, como un centro político y religioso, de  larga permanencia en la región. 

Se tiene como su segunda etapa de construcción del 400 al 600 d.C. contemporánea a Teotihuacan, debido a su orientación, sistemas constructivos, imitación de cerámica, su lítica, es el periodo clásico. 

La tercera etapa constructiva se estima del 850 al 1150 d.C., contemporánea de la era tolteca y el post clásico temprano, donde se da un notable crecimiento en su centro ceremonial, con un marcado aumento en su población. Reconociéndose por los taludes, tableros, decorados de molduras, lápidas y coronamientos, al estilo tolteca. Se encuentran escultura antropomorfa, atlantes  o columnas, plazas, entre otros objetos arqueológicos de época. 

El Cerrito  desde sus inicios funcionó hasta el año 1500 d.C. como regulador de una numerosa población regional y como centro político y religioso, manteniendo una estructura jerárquica piramidal, guerras y alianzas, como toda Mesoamérica. 

El Cerrito fue un Santuario Prehispánico, donde el hallazgo de altares y edificios, son la expresión de actividades religiosas de suma importancia donde los grandes señores de la época legitimaban su poder y los artistas y artesanos daban prosperidad al centro ceremonial y donde la paz era inherente. 

La cuarta etapa de reconstrucción se da con Los Chichimecas tanto sedentarios, como seminómadas y a la llegada del Pochtecatl, Conín y un gran número de Otomíes y posteriormente con la entrada de los conquistadores europeos a esta población, se da comienzo a la fundación del actual Querétaro occidental. 

El Cerrito a pesar de la llegada de Los Otomíes y españoles continuó hasta principio del siglo XVll – 1632- cuando se modifica el culto y se da principio al sincretismo religioso con la veneración de Nuestra Señora del Pueblito, sus habitantes originales mantienen resistencia cultural y religiosa hasta la construcción del Convento Franciscano de recolección y el Santuario Católico a la Inmaculada Concepción. 

El Cerrito se mantuvo pues hasta el siglo XVlll –1736-  como centro ceremonial y a partir de esa fecha  comienza su abandono como lugar sagrado, dándose el saqueo, creándose leyendas y comenzando su destrucción hasta su estado actual. 

En el año de 1764 el fraile capuchino Francisco de Ajofrín, al visitar la región, da testimonio de El Cerrito, del cual se expresa en sus escritos y deja unos dibujos donde se aprecia la escalinata de la pirámide y la estructura piramidal de la misma. 

En 1777 sufre El Cerrito una excavación hecha por los franciscanos donde el fraile Agustín Morfi da testimonio de ello a su paso por la región, diciendo que las figuras de mayor importancia encontradas en ella fueron enviadas al Arzobispado de México. 

El Ingeniero Carlos Duparquet, acompañante del fraile Morfi dibuja algunos muros de la estructura del Cerrito,  esculturas de Chacmool y atlantes o columnas. 

En 1941 el arqueólogo Carlos Margain excavó en la pirámide dejando al descubierto algunos muros que no se restauraron. 

En los años ochentas la arqueóloga Ana Ma. Crespo realizó trabajos de mapeo, muestreo de superficie y pozos estratigráficos.

En 1995 se dan trabajos en El Cerrito de limpieza, conservación integral, recuperación de terrenos, excavaciones extensivas al sur y oriente y en la llamada Plaza de las Esculturas. Declarándose a El Cerrito y su zona, monumento arqueológico el 9 de noviembre del año 2000. 

Descripción actual de El Cerrito

 

Al entrar a la zona arqueológica de El Cerrito, se observa una gran plataforma alargada, derrumbada y cortada de la parte media, mide 130 metros de largo y 30 metros de ancho, siendo su altura aún desconocida debido al deterioro que presenta. 

Al ascender se encuentra otra plataforma cuadrangular limitada por un muro de piedra de 6 metros de altura con 290 metros de largo al sur y 225 metros al oriente. 

Al noreste de la plataforma existe una plaza conocida como “La Plaza De La danza”, construida por un sistema de cajas de piedra rellenas de tierra y piedra, al oriente forma un talud recubierto con piedras de laja de basalto, con aplicaciones de estuco y decorado con pintura. 

Al noreste de esta plataforma se encuentra el basamento piramidal de 125 metros por lado y 30 metros de altura, donde se aprovechó el afloramiento rocoso. 

La llamada “Plaza de las Esculturas” se encuentra hacia la esquina del basamento piramidal, bien conservada, con 72 metros de largo y 60 metros de ancho, con altares en el extremo oriente. 

Está rodeada de muros de talud de 2 metros de altura, donde se han encontrado ofrendas y el llamado “altar de los cráneos”, esculturas pigmentadas en rojo, azul y amarillo o con estuco, que seguramente adornaban las fachadas y cornisas, en los tableros y muros del basamento piramidal, también hay almenas en forma de caracoles, flechas cruzadas, Chalchihuites, tamborcillos formando frisos y enmarcamientos al estilo de Tula y Chi Chen Itzá, lo mismo que petrograbados. 

Se ha comprobado en la pirámide de El Cerrito, que en el epiclásico existía un basamento piramidal de 80 metros por lado y piedra careada, formando un muro vertical. Del post clásico temprano se encuentran en el Cerrito, muros de piedra caliza formando tableros y taludes, con relieves escultóricos y coronamientos de tipo almena. 

Sobre el post clásico tardío se encuentran grandes muros en talud de piedra basáltica, recubierta de estuco y altares sobrepuestos a los muros. 

A los chichimecas, habitantes en el 1500,  de esta región les tocó la invasión de pochtecatl Conín y un numeroso grupo de otomíes a la zona por el año de 1531 y posteriormente la llegada lenta primero y luego rápida, de los españoles,  quienes junto con las huestes  del después llamado Hernando de Tapia, fundaran la ciudad occidental, con el mismo nombre de Querétaro o Nda maxei o Tlachco, La Ciudad del Gran Juego de pelota.