Real Convento de Santa Clara
José Félix Zavala
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“Tiene esta provincia de Michoacán un convento de monjas de Santa Clara, en el pueblo de Querétaro, fundado en el año de 1605 por orden y devoción de Don Diego, indio cacique de aquel pueblo, donde está una hija suya profesa. Dotó al convento de su propio patrimonio y por todo el tiempo que exista, se le entreguen seis mil pesos anuales, para su mantenimiento…Fue muy acertada la fundación de este convento, por existir ya muchos españoles en el mencionado pueblo, aunque la fundación es de indios”. (Monarquía Indiana. Juan de Torquemada)
13 de enero de 1607, inicia la fundación, al 13 de enero de 2007, son 400 años.
En 1633 se termina el primer templo, realizado por Francisco de Chavira.
En 1662 se termina el actual templo obra de José de Bayas Delgado.
“En 1605 entregaron los nobles indios, caciques queretanos, descendientes de Conín, Don
Diego De Tapia y su Hija Doña María Luisa, las escrituras de la fundación del magnífico y suntuoso convento de Santa Clara de Jesús, bien condicionado, con un patrimonio de cincuenta mil pesos oro y también anualidades para el sustento de las religiosas”.
Las Clarisas salieron de su convento provisional, que estuvo en la esquina de la calle de Rejas y la de Cinco Señores, ahora Pino Suárez y Juárez, para ocupar su sede definitiva, aún cuando el templo actual no estaba terminado. Fue un 12 de agosto de 1668, van pues 339 años, faltan 61 años para celebrar los 400 del que fue el monumental convento de Santa Clara
A la muerte del hijo de Conín, el indio Cacique de Querétaro Don Diego de Tapia, patrono del Convento de Santa Clara, donde su hija la india cacica Doña María Luisa de Tapia, última descendiente de esta dinastía, tomara el estado religioso. Su estancia en ese convento, aún siendo ella la “patrona”, fue muy difícil ya que era india y sus compañeras de religión eran todas españolas.
“A principios del siglo XVll, el hijo de Conín, “indio muy principal y dueño de las más cuantiosas haciendas de esta jurisdicción”, tenía una hija, María Luisa, a quien por su crecida herencia, no sabía que estado darle”.
El Fraile franciscano Miguel López, de la provincia de Michoacán, lo persuadió de la fundación de un convento de monjas clarisas, donde su hija fuera una de las moradoras. Diego de Tapia, encargó al mencionado fraile, los trámites ante las debidas autoridades, para obtener la licencia necesaria para erigir el mencionado convento.
Se levantó este monasterio provisionalmente en la esquina de la calle de Cinco Señores y la calle de Rejas, ahora la esquina de las calles, Juárez y Pino Suárez, llegando religiosas para su fundación de los conventos de la ciudad de México, tanto del convento de Santa Clara, como del de San Juan de
El 8 de enero de 1606 se otorgaron públicamente las escrituras para la fundación del convento, por parte del hijo de Conín, Diego de Tapia y de su nieta, María Luisa Tapia, señalando inicialmente un caudal de 50 mil pesos y las condiciones para su mantenimiento.
Las monjas llegadas para esta fundación fueron: Elvira de Jesús, abadesa; Juana de San José, Vicaria; Mariana de Santa Clara, primera definidora y tornera Mayor; Catalina de los Reyes y Cervantes, Segunda definidora y sacristana; María de San Cristóbal, tercera definidora y maestra de novicias; Ana de
Salieron de la capital del llamado virreinato las monjas, el primero de enero de 1607, siendo despedidas en
Tomaron posesión de este su primer convento en Querétaro, en enero de 1607 y 27 años después, se mudaron al grandioso monasterio de más de cuatro manzanas y un hermoso oratorio, al mismo tiempo fueron trasladados los restos de su benefactor Diego de Tapia, exhumados del primer convento y vueltos a sepultar en el presbiterio del lado del evangelio, en el suntuoso oratorio, construido a sus costas.
El Convento de Santa Clara en Querétaro, quedó como un conjunto monacal y el ambiente de una pequeña ciudad, solo comparado con el de
Los límites de este convento fueron las calles de Locutorios, San Antonio, Capuchinas y la calle Real, ahora las calles de Madero, Allende, Guerrero e Hidalgo. “Se fundó por orden de Don Diego, indio cacique de Querétaro, quien dotó al convento de toda su hacienda y de por vida para su sustento”.
El templo y los locutorios, eran los únicos espacios abiertos al exterior, contaba con once capillas internas, más las particulares de las celdas, compuestas de la habitación de la monja, la de la servidumbre, el refectorio privado, jardín y sala para costura y estudio.
El primer templo que se construyó para este convento fue terminado en 1633 y fue obra del arquitecto Francisco de Chavira, el segundo y actual fue obra del arquitecto José de Bayas Delgado. El templo es de una sola nave en forma de cajón, con puertas laterales y coros alto y bajo, donde participaban las monjas a los oficios religiosos, defendidas en su clausura por rejas dobles y cortinas.
Los lugares comunes para las monjas, aparte de los coros del templo, eran:
Existía también un refectorio común para las monjas de más estricta regla, como sala para la enseñanza de niñas, llamadas “niñados”, donde aprendían las labores de casa y de religión.
El actual templo de Santa Clara, fue terminado el 12 de agosto de 1668 y convertido en sede de
El retablo del altar mayor, el primero fue obra de Luis Ramos Franco, después hubo otro de Ramón de Rojas, en 1785 se estrenó otro de Borrego y finalmente el que conocemos, bendecido en 1845. El Convento y su Comunidad eran dueños de Haciendas, de ganado, molinos, tierras de siembra, casas particulares que arrendaban, además de prestar dinero a rédito, entre otros muchos bienes.
En el coro bajo de el templo de Santa Clara se encuentra el osario y la cratícula, para recibir la comunión, además una estructura anástila, donde destaca el rococó, arranca de cuatro pilastras y un fanal, todo en mal estado, del lado izquierdo existe una hornacina retablo, donde al fondo en petatillo esta un bien labrado fanal.
En el coro alto hay dos estructuras doradas, el retablo principal es de un solo cuerpo y remate, cuatro pilastras, fanal y entablamento. Las imágenes de Santa Ana, San Joaquín, San Juan Evangelista y