Eduardo Loarca Castillo
Hablar de este personaje, ubicado en el tiempo, al final del siglo y del milenio, aunque muchos pudieran opinar lo contrario, es difícil, pero siempre una tarea feliz, que ahora me propongo. Nació en mí este sentimiento de gratitud, la tarde del primer viernes de diciembre de hace algunos años, cuando la puerta de su casa, a medio abrir, dejaba ver una figura para mí, de grato recuerdo, la del Maestro, el profe. Loarca, ya muy enfermo.
Para entonces el maestro Aurelio Olvera, Yeyo, con palabras entre cortadas por la emoción, dejaba caer una especie de testamento sobre el gentío que colmaba
El músico y ahora actual Presidente del Patronato de las Fiestas de Querétaro, haciendo suyo el mensaje enviado por otro también gran músico, el Profe. Loarca, ya en su ancianidad, dijo: “Nunca más la discordia, sino la concordia, ahora que vivimos tiempos difíciles, a lo ancho y largo de nuestra querida patria”.
¿Quien no ha visto al Profe Loarca entregarse de tiempo completo al servicio de su comunidad, escribir incansablemente, dirigir el coro de los niños del conservatorio en Catedral, como un maestro de primaria, y al finalizar, darles de su cartera, un billete de a diez pesos a cada uno, aparte de hacer de ellos unos magníficos músicos para gloria de Querétaro y provecho de ellos mismos?
Las palabras del entonces todavía, Cronista de
Mientras las luces de los juegos pirotécnicos peleaban con las estrellas, arriba de la cúpula de Santa Rosa De Viterbo y
Desde que fue profesor de música solamente, hasta el gran esfuerzo realizado en el rescate y decoro del Museo regional de Querétaro, primer paso para su actual tranformación en favor del patrimonio arquitectónico de Querétaro, o la obra magna que es dejar un edificio bellísimo y ex profeso para
Corría deprisa al modo del entonces gobernador Camacho Guzmán o con el formalismo de Mariano Palacios o Enrique Burgos, o remontarse a las épocas de Calzada o González Cosío, efímeros, como toda autoridad, mientras él permanece en el recuerdo, en el de su tarea de dejar un Querétaro mejor, buscando a decir de las palabras dichas en su nombre, esa noche de reinas y de bellas cabelleras coronadas, “ Que el Apocalipsis de la guerra que se cierne por todo el mundo se frustre..”
El mensaje caló hondo, como el frío de esa noche en el auditorio, seguía diciendo el de la palabra, a nombre del Cronista ausente, al menos unos metros, – miraba desde la puerta de su casa, como a escondidas – : “ Todo lo tendremos, sí todos como un solo hombre luchamos…antes de que sea tarde…” Era el profesor Loarca en su mejor momento, el más lúcido y en la mejor oportunidad, al finalizar el siglo, el milenio y cuando todo parece derrumbarse en esta patria nuestra.
La sensibilidad y el modo en este hombre de nuestro tiempo, ya es poco común, nadie quiere dejar de ser para servir, ser el primero es el esfuerzo siempre más fácil, que ser el último sin dejar de ser el mejor, a escondidas, sirviendo sin que nadie lo note.
Quién no recuerda su figura por las calles de la ciudad, en todas partes, en las grandes ocasiones y en las no tan grandes, siempre en la búsqueda y en la lucha por mejorar el entorno
Tarde memorable aquella, recuerdo, cuando aceptó ante el Cabildo de
A su instancia creó
No ha visto todavía el Maestro Eduardo Loarca ver coronados su esfuerzos al lograr en el ex claustro del Real Colegio y Beaterio de Santa Rosa de Viterbo, un museo de arte sacro, tan necesario en la ciudad por la abundancia de obra de primerísima calidad. que debe quedar a resguardo y para la admiración de propios y extraños.
El profe. Loarca esta inscrito junto a los nombres de los Músicos Queretanos: Guadalupe Velázquez, Cirilo Conejo o Agustín González, entre los cronistas Guadalupe Ramírez o Valentín Frías o los historiadores como Manuel Septién y Esteban Arroyo.
Es importante verlo y escucharlo platicar cuando aquel presidente municipal de Querétaro, Ricardo Rangel, comenzó a blanquear todos los templos de la ciudad y adecentar las escalinatas de Catedral o San Agustín o como aquel solar frente a Santa Rosa se convirtió en la actual plaza Mariano De Las Casas o narrar como el Gobernador Camacho desalojó a los comerciantes que ocupaban las accesorias del actual Museo de Historia.
“…La tranquilidad en el orden…” pide Eduardo Loarca a los Queretanos la noche del primer viernes de diciembre cuando se prenden las luces del árbol de Navidad y el alumbrado público y salía el Carro del Anuncio y la reina es coronada y Querétaro se viste de fiesta, El Maestro alerta al pueblo y al gobierno, la autoridad esta presente, de los riesgos que estamos corriendo y da la receta para enmendar el camino.
Durante un bautizo muy concurrido y ante la oposición del cura del lugar entonó el “ Te Deum” y fue seguido por el Maestro Aurelio Olvera y los del coro y el pueblo, no permitiendo que se pierda la tradición en aras del modernismo sin valores o sustituciones no válidas.
Monique o Gómez Canedo se quedan cortos ante el entusiasmo del Maestro al hablar del estuco vuelto movimiento e imaginación en las fachadas barrocas de éstas misiones queretanas que han abierto nuestro estado al mundo y a la admiración.
El Profe.. Loarca, esta noche de coronación se queda en su casa con la puerta media abierta, mientras el castillo se vuelve universo y llena el cielo de estrellas y todos dejamos de mirarnos para volver la vista, como pocas veces en la vida, al cielo, del que el Maestro nos invita a recordar las palabras del » Niño de Belén .. Gloria a Dios en los cielos…”
La mujeres vestidas de blanco de cabeza a pies ofrecen buñuelos, enchiladas placeras, atole y tamales, guajolotes y los ponches, mientras la gente se dispersa y alguien por ahí se va pensando en el mensaje de Loarca Castillo forma y síntesis del barroco universal, mezcla india y europea.