Investigaciones recientes en La Sierra Gorda de Querétaro

  

INVESTIGACIONES RECIENTES EN LA SIERRA GORDA DE QUERÉTARO

  La Sierra Gorda, que forma parte de la Sierra Madre Oriental y abarca los estados de Hidalgo, San Luis Potosí, Guanajuato y Querétaro, posee un rico y variado patrimonio arqueológico y natural, el cual en 1977 fue declarado por decreto presidencial Reserva de la Biosfera, y en 2003 reconocido por la UNESCO al inscribir a las misiones franciscanas en la lista de Patrimonio Cultural de la Humanidad. Con el fin de difundir esta riqueza entre los lectores de Arqueología mexicana, el número más reciente de la publicación está dedicado a La Sierra Gorda de Querétaro. 

El lector podrá encontrar en esta edición la historia y arqueología de la zona en el trabajo de Margarita Velasco titulado El mundo de la Sierra Gorda; texto que describe los imponentes paisajes de las montañas que la conforman, donde se encuentran ricos minerales, bosques húmedos de olorosa madera, y se desarrolla una vida dura debido al frío, la lluvia y sus cuestas empinadas.

Velasco explica que un acercamiento a la historia prehispánica de la zona debe incluir las características fisiográficas de la región, determinantes para entender el desarrollo cultural de los pueblos que la habitaron. 

«El poblamiento de la zona se produjo hacia finales del Preclásico por agricultores mesoamericanos procedentes de la Costa del Golfo y del Altiplano, aunque al parecer, la mayor parte provenía de las tierras bajas de la planicie costera, como resultado de una emigración hacia las laderas y montañas de la Sierra Madre Oriental.  

«Por ello, la arquitectura posee características distintivas que se pueden observar en los centros urbanos mayores, donde la disposición de los basamentos piramidales y las estructuras de juego de pelota marcaban la pauta de desarrollo constructivo y alrededor de las cuales se abrían las plazas y se disponían los edificios administrativos y habitacionales. 

Alberto Herrera y Elizabeth Mejía participan en esta edición con el artículo El sur de la Sierra Gorda: Ranas y Toluquilla, en el que abordan las investigaciones de los últimos años llevadas a cabo en ambos sitios prehispánicos.  

«Estas zonas fueron descubiertas en el siglo XIX, cuando la sierra fue visitada por ingenieros que buscando vetas dieron cuenta de la existencia de restos arqueológicos. En todas las menciones se describen estas zonas como fortalezas militares y se les compara con las de sociedades del periodo Clásico». 

Herrera y Mejía concluyen en su estudio que la Sierra Gorda tuvo un desarrollo propio, lo cual se confirma por la presencia de cerámicas fabricadas con barro de la región durante toda la vida del área, con muy pocas variantes de estilo y tecnología.  

«Sin embargo –dice Herrera-, también encontramos materiales foráneos de la región de Río Verde, San Luis Potosí; de Tajín, Veracruz; y Tula, Hidalgo. Estas evidencias indican que existió una relación con el resto de Mesoamérica; asimismo, destacan las conchas y caracoles procedentes principalmente de las costas del Pacífico.  

«Al analizar objetos de obsidiana sobresalió que algunos proceden de yacimientos de Michoacán e Hidalgo. Al comparar el cinabrio localizado en las minas y los sitios con los de Teotihuacan se encontraron similitudes mineralógicas y químicas, lo que prueba la relación entre estas dos zonas». 

La presencia de la cultura Huasteca en Querétaro es abordada por Jorge Quiroz y Sarai Romero. Ambos señalan que uno de los objetivos de su investigación, que abarca los municipios de Landa de Matamoros, Pinal de Amoles, Arroyo Seco y Jalpan de Serra, es conocer en qué medida este pueblo tuvo presencia en la región. 

Sus trabajos arqueológicos comenzaron en 1993 y hasta el momento han recorrido la mayor parte de la zona, donde han identificado sitios con vestigios y en algunos de ellos han realizado excavaciones, como Purísima de San Agustín, San Francisco Concá y Tancama, en los que se encontraron características que los relacionan con los grupos de la Huasteca. 

Las misiones de Fray Junípero en la Sierra Gorda queretana, escrito por Diego Prieto, es una investigación realizada en las cinco misiones franciscanas de la región: Jalpan, Tancoyol, Concá, Landa y Tilazo, joyas del barroco novohispano del siglo XVIII, en las que se combinaron el talento y la creatividad de los pueblos indígenas de la región con el empuje y la fuerza espiritual de los misioneros españoles. 

Adolphus Langenscheidt presenta La minería en la Sierra Gorda, texto en el que resalta que toda riqueza mineral suele desarrollar esta vocación, en especial entre miembros de sociedades rudimentarias. Asimismo, algunos minerales y metales pueden ser señuelos poderosos para ser explotados y comercializados. En la época prehispánica destacó la explotación de cinabrio y azogue, con lo cual esta labor pasó a formar parte de la cultura y la historia de la región. 

El tema central de este número se complementa con la sección La guía de viajeros; en el se encuentra la cronología de las Misiones franciscanas, información de cómo llegar y las características más atractivas para los visitantes, tanto de las Misiones como de los sitios arqueológicos de Ranas y Toluquilla. La información se complementa con un mapa de la ruta de las Misiones. 

Dentro de otras secciones, Guadalupe Espinosa presenta en Arqueología, el texto Investigaciones recientes en Chapultepec; Documento está dedicada al Códice Borgia, ampliamente explicado por Xavier Noguez; en Lenguas Patrick Johansson escribe sobre las Ciuateteuh, mujeres nahuas muertas en primer parto; y Eduardo Matos sobre la Arquitectura funeraria en Mesoamérica. Además el lector encontrará cartas, noticias y reseñas de publicaciones especializadas.