Queretanas de Julio
Yo entre lodo sumergido
soy un mísero ajolote
¡Ay lloro, ay canto!
¡Levántate, ven, sé enviado!
Los del poder son nuestros enemigos
Con combate se hace la guerra
Ven a unirte a mí
Tengo miedo, tengo miedo
En Querétaro es:
donde se quiebran y hacen añicos los
príncipes
Destruida fue la ciudad por el caos
Hay en las calles lamentos
Emigró de la ciudad el grito de júbilo
El llanto escurre
Lentas escurren las lágrimas
Aún el jade se rompe
Aún el oro se quiebra
Aún el plumaje del quetzal se desgarra
Lleva tu pensamiento a otro lado:
Del libro brotan flores
Canto es la palabra y flor el pensamiento
Mejor es el día de la muerte que el día del
nacimiento
Si tú supieras Julio, que Aristóteles y
Hegel
Pueden ponerse en náhuatl sin que el
pensamiento
Pierda ni un solo matiz
Y que el otomí es la abundancia de los
sonidos
Y que el fraile Pedro de Gante
al enseñarnos la lengua española nos
privó
de conservar las palabras de los oradores
y poetas en maya
y en zapoteco
¿Sabías tú que el Virrey Enríquez mandó
juntar los libros que existían en México,
Texcoco y Tula para destruirlos?
Libros que ayudaban a conservar el
pensamiento, poemas en que la épica
tejió la belleza sobre la realidad de la vida
y de la muerte. Los libros eran de papel y
arderían en la quema general y si algunos
escapaban arderían como víctima de otra
conquista incomprensiva.
No te quejes Julio, existe una
computadora que no es traidora como las
del Centro Cultural Manuel Gómez Morín,
una mesa donde el pan no falta aunque
sea muy poco y los poetas son los
fantasmas de esa casa.