Gritos y susurros revisitado…

Gritos y susurros revisitado

   Julio Figueroa  

    

1

     Por casualidad volvió a mis manos mi maltratado ejemplar de Gritos y susurros de DD.

     El domingo por razones obvias leí y releí con mucho provecho las dos hojitas de Carmen Aristegui: «Emilio querido». Su foto en La Jornada del sábado al borde del llanto, conmovida y agradecida, es hermosa. Un nudo de emociones. (Foto de Carmen por Yazmín Ortega Cortés, La Jornada, 5-I-2008). Desde ahora la guardo en el libro, junto con las de Rogelio Cuéllar.

     La enseñanza de Aristegui: hablar de lo que duele (lo de adentro y lo de afuera, el paisito y el alma, el amor y la política). Hablar de lo que duele con arrojo y lucidez. Hablar incluso con el silencio de las palabras. 
 

     2

     Hoy a las 5 de la mañana he bebido dos tazas de café y las cuatro hojitas de Denise Dresser: «Sobreviviente». 

     Dos frases como dos gotas de agua:

     –Y no vuelvo a verlo jamás (al papá).

     –Y no vuelvo a verla jamás (a la hermana, Luisa Genoveva).

     ¡Todo por un conductor ebrio! ¿Qué habrá sido de él?  

     Qué mujer tan dura, pero tal vez sólo así se podía sobrevivir y sobresalir en un mundo extremadamente duro. 

     Dura pero no acorazada e insensible: la salvan y la humanizan la literatura, la pasión política, algo tenue llamado amor, los hijos, el esposo y los otros todos que la rodean. 

     Mujer pantera, mujer puercoespín, mujer pajarraco; mujer-armadura, mujer-acorazado, carro blindado: 

     –Me convierto en bala, en flecha, en locomotora. 

     –Soy un dardo con destino y prisa. 

     –No pienso parar nunca ni para nadie. 

     –Pasa toda una vida de múltiples éxitos y múltiples soledades. 

     –De ser peligrosa porque no tengo nada que perder.

     –Me erijo en líder de quienes no tienen poder pero deberían tenerlo.

     –Tendré que estudiar más y mejor, trabajar más y mejor, pensar más y mejor.

     DD me daría miedo si no la leyera cada ocho días, si nunca hubiera escuchado su voz suave y dulce, si no hubiera visto de frente sus ojos observadores pero no inquisidores. Su risa franca.  

     Dureza y flexibilidad, porque lo inflexible se rompe. Dureza frente a Slim y sensibilidad frente a La Poni. Simpatías y diferencias aparte.

     La doble enseñanza de Dresser y Aristegui:

     –Hablar de las cosas que duelen y nombrarlas por su nombre.

     Diferencias y simpatías aparte.  

     3

     Natural, sincera, auténtica.

     Irradia luz limpia y buen sentido común. 

     Gaby Vargas ya casada y con tres hijos y sin carrera profesional alguna inventó su vocación y su sentido de la vida: iluminar rostros, sonrisas, almas; alimentar la autoestima personal sobre todo de las mujeres.

        ¡Ojalá nos pudiera maquillar el mundo, empezando por México y por sus partes más miserables! Gaby, ¿qué harías si tuvieras que maquillar y levantar el ánimo de todo México? 

     Diario paso por la Librería Porrúa del centro de Querétaro y te saludo en uno de tus libros:

     –Adiós, Gaby: «Soy mujer, soy invencible. ¡Y estoy exhausta!» Ah, yo también estoy exhausto y no soy invencible: soy totalmente falible.  
 

     4

     Los caminos de la vida son inescrutables e infinitos. 

     ¿Cómo llegó una mujer de Acaponeta, Nayarit, sin librerías, a la dirección editorial del Fondo de Cultura Económica? 

     Ese podría ser su segundo testimonio. 

     Por lo pronto me volvió a encantar su relato de la vida en Acaponeta y de su hermana Lolina, «un lugar de encuentro con los seres amados y un depósito de recuerdos». / «No son lo único, pero son parte esencial de lo imprescindible».

     El sabor de provincia fue un estigma que hoy seduce y alimenta. Un peso que el tiempo trocó en oro molido. 

     Y la enseñanza de Alí:

     –Ora sí que no importa de dónde vengas sino a dónde quieres ir. 

     Consuelo Sáizar, ¿qué ha significado estar al frente como mujer del Fondo de Cultura Económica? 

     Me gustaría saberlo. 

     5

     Una experiencia de gobierno y la hora de las netas.

     Fátima Fernández Christlieb.

     –¿Qué te ha tomado por sorpresa?

     –Los actos de gobierno que por elemental congruencia debí haber conocido antes de que se hicieran públicos.

     –¿En qué momentos y frente a qué circunstancias te has sentido poco preparada?

     –Cuando capté que tenía que cerrar la boca en vez de polemizar o reclamar.

     –¿Qué ha sido aquello que ha constituido un reto inusual y desconcertante para ti?

     –Mantenerme en la Secretaría de Gobernación, estando en desacuerdo con su política. Me tragué todo.

     La académica intelectual acostumbrada a dudar, pensar y cuestionar sometida por sí misma a tragarse todo.

     Con un pie en la academia y el otro pie no en la calle sino en la Secretaría de Gobernación en tiempos de Fox y Creel.

     Al final de su ensayo (18-I-2004) todavía dudaba y todavía tenía alguna esperanza en el gobierno del cambio.

     Completado el ciclo (“hasta el 15 de marzo de 2004 fue titular de la Dirección General de Normatividad de la Secretaría de Gobernación”), ¿qué nos dice hoy cuatro años después de su “Viva la duda”?

     Su conciencia entonces a la mitad de las cosas, ¿ha pasado de orilla a orilla con la enseñanza de Gabriel Zaid?

     ¿Puede darnos hoy su conciencia y su experiencia completas?

     Pasó el turbulento año electoral 2006 que humea todavía y sigue la cerrada lucha en torno a la famosa Ley Televisa.

     ¿Dónde está hoy Fátima Fernández Christlieb, con un pie en la academia y el otro no en las instituciones políticas sino en la sociedad abierta vía su trabajo intelectual?

     Yo también vengo de Ciencias Políticas de la UNAM de los años setenta, siempre he visto con simpatía la inteligencia crítica de Fátima Fernández y también soy lector y admirador de JEP y me dio mucho gusto verlo citado al frente de su ensayo:

     –Ha llegado la hora no de prescindir de nuestros juicios sino de aclarar quiénes somos, de qué vivimos, en dónde estamos, por qué decimos lo que decimos. 

     6

     Me quito el sombrero y me inclino ante la Emperatriz del Impacto Efímero, Ana María Olabuenaga: “Soy… totalmente una mujer cualquiera”.      Prosa exquisita y maliciosa y garbanzos de a libra:

     –Hay que perder el asco que desde la intelectualidad se le tiene al ciudadano común y corriente.

     –Tocar a las personas no es una ciencia y mucho menos exacta y como es natural no puede hacerse en la distancia y en la asepsia quirúrgica de la observación científica.

     –Aquel que pretenda hacerle sentido a la gente… y tocarle el corazón aunque sea con las yemas de los dedos, debe estar dispuesto a “ensuciarse” las manos y los lóbulos cerebrales.

     –No caben los arrogantes, ni los melindrosos, ni los que se descomponen del estómago con el Big Brother.

     –Sufrimos de una constante escasez de verdad. Por eso está tan cotizada. (Poder de observación, buena memoria y honestidad).

     –¿Qué era eso que yo podría hacer que jamás nadie había hecho?

     –¿A quién puede interesarle leer lo que ya sabe aunque no recuerde que ya lo sabe?

     –Quizás y con un poco de suerte, Robert Frost tenía razón y en eso que todos sabemos, que nos es tan común, tan corriente y tan vulgar hay algo de poesía.

     –Robarle el corazón a los demás no es y nadie debe verlo como una pendejada.

     Mujer totalmente Palacio, ¿quiere usted un mole con pechuga o una ensalada de envidias (sic)? 

     7

     Mirada y pluma sosegadas, en un estado y en una materia muy movidos: Jalisco y los derechos humanos.

     –No era una tarea de fuerzas; era una tarea de luz y de paciencia.

     Y un párrafo de antología que desde la primera vez que lo leí lo hice mío:

     –Mi amistad con los contrarios ha sido un reto inusual y desconcertante. Venía de un mundo social donde el disenso era no sólo prohibido sino impensable, y sin embargo, crecí en una familia que disentía del entorno político, vinculada a movimientos y posturas de oposición. Y poco a poco en esa misma familia, hemos aprendido a disentir con respeto, unos de otros, sin dejar de ser solidarios y entrañables. Valoro poder ser amiga de los que no piensan como yo.

     Guadalupe Morfín, “El viento y la casa”.

     Sí, hay que abrir puertas y ventanas para que circulen el viento y la verdad en la propia casa.

     –¿Dónde está la verdad?, me pregunto, entre tantas versiones.

     Y desde luego hay que seguir caminando cara al viento vehemente y tendiendo puentes.

     –Aquí sé que la recompensa no está al final del camino, sino en el camino. 

     8

     Otra mujer bien templada, Mariclaire Acosta, con los ovarios bien puestos.

     No, en su relato “Sorpresas” no domina el tono de denuncia sino el relacionado con la adquisición de la identidad femenina.

     Ardua adquisición.

     Las experiencias que cuenta son muy personales y al tiempo colectivas: el ataque sufrido a navajazos, el accidente de su hermano, su entrada a la pubertad y el “muchachita” de su jefe.

     Yo me quedo con su última experiencia, apenas tocada, la del amor y el deseo:

     –Descubrir de repente que alguien te está mirando como mujer, pero no para denigrarte o someterte, sino para amarte.

     Y su respuesta:

     –Por suerte supe reconocer en mí la respuesta a aquella mirada.      La enseñanza de Mariclaire:

     –No correr, ni frente a los navajazos ni a las miradas del amor.  

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