Nada hacemos por crear la ciudad en la que nos gustaría vivir con libertad y seguridad, advierte
“El análisis y la solución de los problemas no deben dejarse a los políticos y los economistas”
La situación del mundo neoliberal caracterizado por el aumento de la pobreza y el daño al medio ambiente pueden cambiar, pero es necesario crear un movimiento social coherente a escala internacional, advierte en entrevista el geógrafo y crítico social británico David Harvey.
Harvey (Gran Bretaña, 1935) Lo que nos queda, como uno de los principales teóricos de la actualidad de la relación entre las ciudades –su construcción y reconstrucción– y los movimientos sociales.
Entre sus preocupaciones figuran dos de manera especial: la inequidad social y las presiones sobre el medio ambiente provocadas por el capitalismo.
“Los niveles de inequidad social se han acelerado dramáticamente en todo el mundo. Por ejemplo, en China hoy existen personas muy ricas y eso no era el caso hace 20 años; antes no se encontraban muchos mexicanos en el mundo de los multimillonarios o en las listas de los más ricos, y ahora tienen el honor de tener al hombre más rico del planeta, Carlos Slim; en Estados Unidos hace unos meses alguien ganó 1.7 billones de dólares en Wall Street. Estas cosas son inconcebibles y tienen que detenerse.”
Las consecuencias del aumento al parecer imparable del empobrecimiento son “una inseguridad increíble; tenemos demasiada actividad criminal, problemas de drogas, pero no hacemos nada por crear la ciudad en la que nos gustaría vivir, un lugar para caminar libremente y sentirnos seguros. Me gustaría ver un mundo donde esto sea confrontado y reconstruido en torno a una organización social diferente”.
El capitalismo ha creado también una fuerte presión sobre el medio ambiente.
“hablé de cómo el capitalismo siempre expande sus actividades y aumenta y aumenta la presión sobre el medio ambiente al explotar los recursos naturales. Hoy tenemos muchos problemas ambientales serios a los que hay que poner atención: la degradación de la tierra, la calidad del aire, el calentamiento global, el agua”.
Pero es posible cambiar las cosas, sostiene Harvey, profesor de
“Nunca hubiera imaginado en 1980 que estaríamos donde estamos. Ha habido una revolución transformadora en los pasados 30 años, aunque en la dirección equivocada, pero podemos dar la vuelta e ir aún más rápido en la dirección correcta.
“Se puede lograr, pero va a necesitar de un movimiento social coherente, tiene que ser internacional y eso crea muchas dificultades. No se pueden resolver los problemas de México, por ejemplo, sin resolver los de Estados Unidos: eso requerirá de mucha colaboración internacional.”
Con lo ocurrido en los años recientes estoy convencido de que es posible provocar ese cambio en 10 o 15 años, añadió el autor de El nuevo imperialismo.
“Puede ocurrir rápidamente en un periodo razonable, de una generación. Tu generación es la que deberá hacer esos cambios.”
Sobre quién liderará esos cambios, responde:
“primero habrá que ver las formas en que esos movimientos sociales pueden colaborar entre sí y a partir de ahí analizar qué clase de liderazgo o estructura del pensamiento puede emerger”.
“No soy un organizador, pero me gusta hablar a los que participan en esos movimientos sociales, hacerles estas preguntas y crear una postura crítica, porque no podemos dejarles el análisis y la solución a los políticos o los economistas, en ello deben participar todas las profesiones.”
Y Harvey es un ejemplo: es geógrafo y, justamente, su próximo libro versa sobre la contribución de la geografía al pensamiento político y cómo cambiar el mundo:
“No es posible hablar de los cambios en las superficies geográficas sin hablar de los procesos políticos y económicos. Miro el paisaje y veo el producto de las fuerzas de clase, de la política de clases y las luchas sociales”.
Una lucha de clases en la cual los contendientes se transforman continuamente: ahora hay cambios radicales en la clase alta, se construye a partir de sus alianzas con el poder económico y político y esos posicionamientos están cambiando.
Mencionó de nuevo a Slim, “quien hace 20 años no estaba ahí”, pero a la par de esta reconstitución también emerge una nueva clase social dentro de la clase trabajadora, especialmente en ciudades muy grandes donde hay mucha conciencia política.
“Debemos repensar y estar alertas a los procesos de formación de clases y después preguntarnos cómo podemos construir un movimiento de clases alrededor de estas nuevas clases y crear un movimiento más coherente en contra de la clase de Carlos Slim o Bill Gates que está ganado tanto poder.”