Miguel León-Portilla
León-Portilla declara que lo que los europeos entendieron como dioses, los aztecas lo percibían como diferentes manifestaciones del dios dual Ometeotl/Omecihuatl, Nuestro señor /Nuestra señora de la dualidad.
Esta tesis la amplió en “Pensamiento y cultura azteca: estudio de la mente antigua náhuatl.”.
“El arzobispo de México Francisco Antonio de Lorenzana, después cardenal de Toledo, manifestó en una carta pastoral que era falta de respeto dirigirse a Dios en las lenguas de los indios”.
Su obra “La filosofía nahuatl estudiada en sus fuentes”. Fue su tesis doctoral y desde entonces se ha editado 10 veces y traducido a diversos idiomas como el inglés, el italiano y el alemán.
León-Portilla explica que si bien los aztecas no tenían filosofía como tal desde el punto de vista moderno, sus tlamatinimê procuraban entender el mundo, haciendo preguntas e indagando al respecto.
Visión de los vencidos. Es su obra más popular y más famosa, ya traducida a una docena de idiomas.
En este breve libro, León-Portilla reúne varios fragmentos de la visión nahua de la conquista española, desde las premoniciones de Moctezuma hasta los “cantos tristes” posteriores a la conquista.
Este libro fue seguido por otras recopilaciones de fuentes incas y mayas.
Nacido en
Estudió en
En 1956 recibió el doctorado en filosofía por
Entre 1955 y 1963 desempeñó los cargos de subdirector y director del Instituto Nacional Indigenista Interamericano.
Desde 1963 y durante más de una década fue director del Instituto de Investigaciones Históricas de
En 1995 ingresó a
Entre sus libros más importantes cabe destacar La filosofía náhuatl (1956), La visión de los vencidos (1959), Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares (1961), El reverso de
Es un antropólogo e historiador mexicano y autoridad principal en materia del pensamiento y la literatura náhuatl.
Desde 1988 es investigador emérito de
Su tesis doctoral «La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes» escrita en 1956 bajo la orientación de un notable nahuatlato, hablante de náhuatl, el padre Ángel María Garibay.
También logró reconocimiento a través de la traducción, interpretación y publicación de varias recopilaciones de obras en náhuatl.
León-Portilla ha encabezado un movimiento para entender y revaluar la literatura náhuatl, no sólo de la era precolombina, sino también la actual, ya que el náhuatl sigue siendo la lengua materna de 1,5 millones de personas.
Ha contribuido a establecer la educación bilingüe rural en México.
León-Portilla ha contribuido a descubrir las obras de Fray Bernardino de Sahagún, fuente primaria sobre la civilización azteca, a quien polémicamente declaró primer antropólogo de los nahuas.
Sahagún registró el conocimiento de los sabios nahuas (tlamatinimê) en lengua vernácula.
A solicitud de las autoridades españolas, escribió en castellano una versión de dicho conocimiento en su Historia general de las cosas de la Nueva España, pero su obra original, el Códice Florentino, nunca se publicó.
Antes de León-Portilla, el códice había sido traducido sólo una vez al alemán, y aún esa versión era incompleta.
León-Portilla nos brinda una comprensión de la figura de Tlacaélel. Originalmente nombre turbio en algunas crónicas, hoy se ve a Tlacaélel como arquitecto del Imperio Azteca.
León-Portilla ha merecido varios títulos académicos y condecoraciones, como el XV Premio Internacional Menéndez Pelayo en el 2001.
Su discípulo más destacado es el mexicano-francés Patrick Johansson, autor de La palabra de los Aztecas.
Cuando muere una lengua Ihcuac tlahtolli ye miqui
las cosas divinas, mochi in teoyotl,
estrellas, sol y luna, cicitlaltin, tonatiuh ihuan metztli,
las cosas humanas, mochi in tlacayotl,
pensar y sentir, neyolnonotzaliztli ihuan huelicamatiliztli,
no se reflejan ya ayocmo neci
en ese espejo. inon tezcapan.
Cuando muere una lengua Ihcuac tlahtolli ye miqui,
todo lo que hay en el mundo, mochi tlamantli in cemanahuac,
mares y ríos, teoatl, atoyatl,
animales y plantas, yolcame, cuauhtin ihuan xihuitl
ni se piensan, ni pronuncian ayocmo nemililoh, ayocmo tenehualoh,
con atisbos y sonidos tlachializtica ihuan caquiliztica
que no existen ya. ayocmo nemih.
Cuando muere una lengua Ihcuac tlahtolli ye miqui,
para siempre se cierran cemihcac motzacuah
a todos los pueblos del mundo nohuian altepepan
una ventana, una puerta, in tlanexillotl, in quixohuayan,
un asomarse in ye tlamahuizolo
de modo distinto occetica
a cuanto es ser y vida en la tierra. in mochi mani ihuan yoli in tlalticpac.
Cuando muere una lengua, Ihcuac tlahtolli ye miqui,
sus palabras de amor, itlazohticatlahtol,
entonación de dolor y querencia, imehualizeltemiliztli ihuan tetlazoltlaliztli,
tal vez viejos cantos, ahzo huehueh cuicatl,
relatos, discursos, plegarias, ahnozo tlahtolli, tlatlauhtiliztli,
nadie, cual fueron, amaca, in yuh ocatcah,
alcanzará a repetir. hueliz occepa quintequixtiz.
Cuando muere una lengua, Ihcuac tlahtolli ye miqui,
ya muchas han muerto occequintin ye omiqueh
y muchas pueden morir. ihuan miec huel miquizqueh.
Espejos para siempre quebrados, Tezcatl mianiz puztequi,
sombra de voces netzatzililiztli icehuallo
para siempre acalladas: cemihcac necahualoh:
la humanidad se empobrece. totlacayo motolinia. –
Miguel León Portilla
Ha sido también:
Profesor en
Director del Instituto Indigenista Interamericano (1960-1966).
Director del Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Nacional Autónoma de México (1966-1976).
Miembro de
Investigador, Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Nacional Autónoma de México (1957).
Investigador emérito de
Editor de Estudios de Cultura Náhuatl UNAM, (1959).
Ha publicado 37 volúmenes.
Ha recibido diferentes reconocimiento académicos como los doctorados:
Doctor Humane Letters, Southern Methodist University, Dallas, Tex., 18 mayo de 1980.
Recordaré un hecho que mucho atañe a la lengua española, que cerca de 400 millones de mujeres y hombres tenemos como materna.
El que llamaré romance castellano se fue formando a partir sobre todo del latín, haciendo suyos a la vez elementos de otras lenguas.
De ello dan testimonio sus helenismos, hebraísmos, arabismos y ger-
manismos, para sólo nombrar los más obvios.
Me refiero a su coexistencia con el eusquera o vasco, a su proximidad con el galaicoportugués, el aragonés, el catalán y aun el occitano, el francés o el italiano.
De esas lenguas, varias también en proceso de formación, tomó el romance de Castilla no pocos elementos en su léxico, morfología y sintaxis.
Traigo esto a la memoria porque quiero fijar la atención en lo que ha ocurrido y ocurre hoy al español en su situación de contacto con diversas lenguas.
Pienso sobre todo en el inglés y en las amerindias que, como consecuencia del encuentro entre dos mundos, le salieron al paso.
Me refiero a las que se hablaban al tiempo del encuentro original, las no pocas que han muerto y las que hasta hoy siguen vivas.
Mientras hay quienes temen la influencia del inglés, la mayoría contempla con desdén a los idiomas indígenas, designándolos frecuentemente como meros «dialectos».
Volvamos ya la mirada precisamente a la convivencia del español con los centenares de lenguas amerindias que aún perduran.
El tema es de enorme interés puesto que ningún otro idioma, de modo tan intenso, comenzó a convivir con una Babel lingüística de tal magnitud desde fines del siglo XV y en las centurias siguientes hasta hoy.
Las lenguas indígenas desde la época colonial hasta tiempos recientes
La postura de
En las Leyes de Indias encontramos reales cédulas que ordenan que los misioneros, curas y determinados funcionarios aprendan las lenguas indígenas.
Otras hay también en que se ordena se enseñe el español a los indios.
El resultado, con algunas variantes, fue que, gracias al establecimiento de escuelas para los indios y a la portentosa labor lingüística de los frailes que prepararon gramáticas y vocabularios de cientos de idiomas aborígenes, muchos de éstos continuaron vivos, en tanto que lentamente se iniciaba la difusión del español.
Digno de subrayarse es que en esos mismos siglos XVI y XVII fueran transcritas por indios sabios, a veces en colaboración con frailes humanistas, obras de la tradición prehispánica, verdaderas joyas de la literatura universal.
Mencionaré al Popol Vuh, libro del Consejo de los quichés, los Huehuehtlahtolli,
El siglo XVIII fue, en cambio, adverso a las lenguas indígenas.
El arzobispo de México Francisco Antonio de Lorenzana, después cardenal de Toledo, manifestó en una carta pastoral que era falta de respeto dirigirse a Dios en las lenguas de los indios.
Cuando los países hispanoamericanos alcanzaron su independencia, la situación de los pueblos indígenas y sus lenguas, contra lo que pudiera esperarse, empeoró.
Consecuencia de ello fue que no pocas lenguas indígenas murieran y que las que alcanzaron a sobrevivir cayeran en arrinconamiento y postración.
Miguel León Portilla
Sólo en las últimas décadas del siglo XX la palabra de algunos de lo
s cerca de cuarenta millones de amerindios sobrevivientes se ha alzado y comienza a ser escuchada. Ello ha ocurrido casi siempre de forma pacífica, aunque algunas veces con violencia, como en el caso de Chiapas en México. Los indígenas demandan respeto y, como ocurre en otros muchos lugares del mundo, incluyendo algunos de Europa, exigen se reconozcan sus diferencias culturales y el derecho al uso y cultivo de sus lenguas. A la luz de las demandas de los pueblos amerindios, vuelve a plantearse de forma apremiante la pregunta acerca del destino de estas lenguas.
Hay, por supuesto, personas que consideran que la muerte de ellas es inevitable y que, además, no hay razón para dolerse de ello, ya que la unificación lingüística es altamente deseable. En contraste con semejante actitud, hay otros que pensamos que la desaparición de cualquier lengua empobrece a la humanidad. Todas las lenguas en las que cualesquier mujeres y hombres aprendieron a pensar, amar y rezar, merecen ser respetadas como parte de sus derechos humanos y de su patrimonio cultural. Y esto lo aplico a todos los idiomas amerindios y a cuantos en el mundo se hablan.
En el caso de las lenguas amerindias, han enriquecido ellas de múltiples formas al español y también a la ciencia lingüística. Al español lo han acrecentado en su léxico, incluso en el del habla de España. Muchos son los vocablos amerindios que se han incorporado a nuestra lengua materna, en ambas orillas del Atlántico. Pero, además, el estudio de los idiomas amerindios, iniciado desde el siglo XVI, ha revelado la existencia de insospechadas categorías lingüísticas. Y ha mostrado también que hay otras muchas formas de estructurar el lenguaje que dan lugar a diferentes conceptualizaciones del mundo.
¿Perdurar puede ser el destino de las lenguas amerindias hasta hoy vivas? ¿Pero será ello teniéndolas como reliquias exóticas del pasado? ¿O, en cambio, reconociendo que son vehículo de comunicación para transmitir ideas y sentimientos profundamente humanos, con raíces en arraigadas formas de concebir el mundo? ¿Seguirán siendo los léxicos de estas lenguas ricos en vocablos que denotan realidades de la flora, la fauna y en general de la naturaleza, que no tienen nombres en otros idiomas?
En este contexto importa responder a otra pregunta: el que las lenguas amerindias perduren, ¿puede tenerse como amenaza para la vitalidad del español en el Nuevo Mundo? La respuesta la han dado ya algunos intelectuales indígenas. El nahua Natalio Hernández, en el último Congreso de las Academias de
Una conclusión
Y aquí viene la conclusión que quiero deducir de lo expuesto. ¿Cuál debería ser la actitud de los hablantes del español, tanto en Hispanoamérica como en España y en dondequiera que se habla nuestra lengua materna, ante la convivencia con los idiomas de los pueblos originarios? ¿Continuará prevaleciendo la actitud de desprecio hacia ellos?
¿Cuál puede o debe ser la relación de convivencia de la lengua española con las indígenas que en América han logrado sobrevivir? Partamos de la realidad insoslayable de que la gran mayoría de amerindios desea hablar español sin perder sus lenguas nativas. Saben que sólo así podrán participar en la vida social, política y económica de sus respectivos países. Saben también que, conociendo el español, podrán comunicarse entre sí los distintos grupos étnicos.
Las lenguas indígenas no pueden estar fuera del campo de atención de quienes se dedican al estudio y cultivo del español. ¿Qué es lo que las academias, institutos y gobiernos deben hacer en relación con dichas lenguas? La respuesta tendrá que darla cada uno, pero si se ha de proceder con responsabilidad, no habrá que desentenderse de la situación de estas lenguas. Diré que compete a los gobiernos, a través de sus ministerios de educación y cultura, proporcionar los recursos para establecer sistemas educativos realmente bilingües en los pueblos indígenas, así como fomentar el cultivo de sus idiomas y literaturas.
A modo de ejemplo de lo que podrá hacerse, pienso en el establecimiento de premios, cada determinado tiempo, a las mejores creaciones literarias en lenguas indígenas. Otra forma de acción será apoyar el establecimiento y operatividad de casas de escritores en lenguas indígenas, de las que ya existe una en México. También será muy importante invitar a quienes las cultivan y tienen como maternas a participar en congresos de academias y en diversas actividades de carácter lingüístico y filológico.
Si en Hispanoamérica y en
Rica será la humanidad en posesión de lenguas ecuménicas como el español, hablado por cientos de millones, y a la vez dueña de otros muchos idiomas vernáculos. Son ellos patrimonio espiritual muy valioso, no sólo de quienes los hablan, sino de la humanidad entera. Por eso es imprescindible que los gobiernos implanten de manera efectiva la educación bilingüe en los lugares en que cada una de estas lenguas tiene vigencia. Su florecer hará de nuevo verdad que la diferencia es fuente de creatividad cultural.-