A poco más de ocho kilómetros del centro de la ciudad de Querétaro, en un hermoso valle y entre numerosas huertas se yergue una pirámide monumental construida a mano por los aborígenes a donde acuden a ofrecer sacrificios. Este cerrillo artificial se llama Cerro Pelón.
Las muchas fustes de columnas de basalto que hasta hace pocos años se hallaban esparcidos por la falda del montecillo; altos relieves de figuras humanas y de plantas labradas en cantera, cariátides de ochenta centímetros labradas en durísimas rocas, bien acabados adornadas de prendas simbólicas, objetos de cerámica, etc.
Esto decían en el siglo XVll de esta zona arqueológica que conocemos ahora como El Cerrito y que es una pirñamide con cuatro estapas reconstructivas con influencias teotihuacanas, pero principalmente toltecas y donde comenzó a partir del siglo XVlll el culto a La Virgen del Pueblito y cerca de esta zona arqueológica se construyó también en esa época un Convento y un Santuario para contrarestar el culto que se rendía allí desde hace mas de dos mil años a la Madre de los dioses.
Las fiestas indígenas son muy hermosas y se celbran en el mes de febreo y la católica es el segundo domingo de pascua.