Empalabrado contra el poder…

Empalabrado contra el poder

 

Julio Figueroa

    

Por recomendación de mi abogado y amigo Arnulfo Moya Vargas, tendí la mano al poder, contra su demanda volcánica, y no la aceptaron.
 
 

     Ya lo sabía.
 
 

     No hay acuerdo y sigue la pelea. 
 
 

     Quiero decirles a todos que estoy bien empalabrado contra el poder (puede faltarme todo, menos ideas), y sé que la crítica puede perturbar al poder, ya lo he visto.
 
 

     La litis quedó fija y el pleito ahora sí ya se armó (así dicen los abogados). 
 
 

     Es un juicio civil por un supuesto «daño moral» cuyo ilícito no está probado.
 
 

     Lo que sí es real es el muerto de la BMW y el Innombrable sigue siendo, para una buena parte de la sociedad queretana, no sólo el principal sino el único sospechoso del crimen, en un proceso penal amañado y vuelto humo por el poder político.
 
 

     Para luchar contra el poder sólo tengo mi fragilidad, mi desnudez, la ley, el amor y mis palabras. 
 
 

     No tengo la verdad, sólo tengo la vida, y todo el tiempo de ella (y un poco más) para dar la pelea, aperradamente. 
 
 

     Vamos con todo, mi estimado Arnulfo, y gracias por tu trabajo desmaterializado y desdramatizado, claro y lúcido, por puro amor a la justicia. 
 
 

     Sus pruebas contra mis pruebas. 
 
 

     El palabrero ambulante más pobre de Querétaro contra el aparato económico, político y oficial del estado. 
 
 

     Bajo presión y tensión máximas, darlo todo por nada. 
 
 

     Ponerse entero, concentrarse, tirar lastre y ni una nota en falso. 
 
 

     Con las palabras más suaves y precisas decir las cosas más graves y explosivas. 
 
 

     El poder sin potencia creadora no es nada: puede matar pero no crear vida. 
 
 

     Para mí vale más la vida del Kikín muerto que todo su poder estatal y trasnacional. 
 
 

     Voy al juzgado con la fuerza de la abstracción y la fuerza del espíritu. Tres palabras en la mano. Y un sol en la bolsa. Con la lluvia de ayer hoy la tierra ameneció bendita. Mi yo plural está compacto frente al poder. Ya hasta hice ejercicio para estar más en forma. –Nadie sabe lo que sabe hasta la hora del desafío. (Julio César en «Los idus de marzo» de Thornton Wilder).
     La gente me saluda en la calle y me da ánimos. A veces hasta un poco de dinero. Gracias.

      Si en verdad soy un palabrero obstinado, la conciencia de las palabras va a desquiciar al poder; y, sobre todo, a no dejarles la vida en sus manos oscuras de muerte e impunidad.
 

Qro. Qro.

Lunes 4-VIII-2008.

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