De Poemas del desamor
a tomar mi grapita, no falta el pederasta
o los niños que gritan, el desempleado
o una bella muchacha que va por la calle
y todos me rompen el hilo del humo.
«Así es, jovencito,
se lo digo en serio, trabajo en Lucento».
Y la voz, aquella voz angustiada del viejo
cuarentón –no lo sé– que me apretaba la mano
una noche de frío, y después me acompañó
hasta mi casa; jamás olvidaré mientras viva
ese tono de vieja corneta.
No me hablaba del vino; conversaba conmigo
porque yo había estudiado y fumaba la pipa.
«Y el que fuma la pipa», exclamaba temblando,
«nunca puede ser falso».
Asentí con un gesto».
Ya de vuelta encontré muchachas más francas, más sanas,
con las piernas desnudas –yo tenía ya meses de ayuno–
y me casé solamente porque estaba embriagado
de su frescura; era un amor senil.
Me casé con la más musculosa, la más impertinente,
para sentir de nuevo la vida, para dejar de morir
detrás de un escritorio, en oficinas llenas de extraños.
Pero Nella fue para mí una extraña, y un cadete aviador
que la viera una vez le puso las manos encima.
Ya murió el canalla –aquel pobre muchacho–
al caerse su avión –no fui yo el canalla–.
Mi Nella tiene un niño –no sé si es hijo mío–;
es mujer de su casa y yo soy ahí un extraño
que no se atreve a hablar ni sabe alegrarla.
Tampoco habla ella, solamente me mira.
Lo curioso es que el hombre lloraba al contarlo,
como llora un borracho, con todo su cuerpo,
y, cayéndoseme encima, agregaba:
«Entre nosotros
siempre habrá respeto», y yo, tiritando de frío,
intentaba alejarme tendiéndole la mano.
Da gusto chiquitear la grapita; otra cosa es
escuchar desahogos de un viejo impotente
que volvió de la guerra y nos pide perdón.
¿Pero qué satisfacciones tengo yo en la vida?
En serio se lo digo, trabajo en Lucento.
¿Pero qué satisfacciones tengo yo en la vida?
Nació en Santo Stefano Belbo, Piamonte, el 9 de septiembre de 1908.
Poeta, narrador, ensayista y traductor.
Provenía de una familia pequeño burguesa.
Realizó sus primeros estudios en una escuela de jesuitas, en su pueblo natal; ya en Turín, en el Liceo D’Azeglio, tuvo como maestro a Augusto Monti, que fue determinante en la formación de Pavese y de otros condiscípulos coetáneos.
En la capital piamontesa, Pavese se graduó en Letras en 1930, con una tesis sobre Walt Whitman; y en un principio, dio clases de inglés en escuelas nocturnas y privadas.
En estos años, junto con Leone Ginzburg y otros jóvenes intelectuales, colabora en la revista «
En 1935 el régimen fascista ordena el cierre de la revista y condena a Pavese a tres años de confinamiento en Brancaleone Calabro (que a la postre se redujo a uno).
En 1936 las ediciones de la revista «Solaria» publican Lavorare stanca, su primer libro de versos, con poemas escritos en un estilo deliberadamente seco y directo, en los cuales campea el sufrimiento humano y el dolor de la existencia, en una forma muy narrativa y coloquial.
Durante el confinamiento, comenzó a trazar las historias de sus futuras novelas, en particular de Il carcere (1949), que relata sus experiencias vividas en ese año. Al volver a Turín, trabajó para la casa editorial Einaudi e intensificó su trabajo de narrador.
En 1943 publica Paesi tuoi, novela en que propone la antítesis moral y social ciudad-campo, pero en un sentido diferente: en términos de barbarie, conciencia social, bestialidad.
Ponía de relieve la influencia del ambiente campesino y pueblerino en el hombre, con una fuerte entonación polémica, que contrastaba con el sentimiento conmovido y nostálgico de la tierra, que es una de las notas más genuinas del relato.
Esta misma ideología encontramos en sus libros de poemas, que presentan una alternativa opuesta al hermetismo imperante en la poesía italiana de esos años y prepara el terreno a las nuevas poéticas que aparecerán en la posguerra.
Con el «poema-relato» (ver el poema Los mares del sur), crea una poesía «clara, simple y objetiva», de carácter polémico, en contra de los recursos retóricos y amaneramientos formales, de las disposiciones tipográficas amañadas –viejas ya en esos tiempos–, de la métrica y la rima tradicionales.
Con Los mares del sur –el primer poema de ese libro, que él consideraba «lo mejor que se estaba escribiendo en Italia»– sienta las bases de lo que será su trabajo poético.
Los requerimientos narrativos lo inducen a elegir los versos de doce, trece y más sílabas con ritmo dactílico, en lugar del endecasílabo tradicional, en casi todos los «poemas-relatos», y emplea el tono coloquial del habla piamontesa.
Trabajar cansa principia trazando un círculo que se cierra virtualmente en los Diálogos con Leucó, que es, quizá, su obra más profunda y perfecta, indispensable para penetrar en el aterrado mundo pavesiano.
Cesare Pavese se suicidó el 27 de agosto de 1950, en el periodo más exitoso de su vida de escritor.
Obra poética
Lavorare stanca, Solaria, Florencia, 1936.
Verrà la morte e avrà i tuoi occhi, Einaudi, Turín, 1950.
Tutte le opere, Einaudi, Turín, 1968.