La Procesión del Silencio y el arte en Querétaro

La Pasión

LA PROCESIÓN DEL SILENCIO Y EL ARTE EN QUERÉTARO 

 

 

José Félix Zavala

 

“El Señor de La Huertecilla”, un Ecce Hommo, que los indios  tenían en uno de sus adoratorios, por haberles sido muy milagroso en sus enfermedades y otras necesidades, fue trasladado al Templo de La Congregación de Clérigos de Nuestra Señora de Guadalupe, para su mayor culto. Su escultor fue Anastasio Luna.

Así como ésta, toda una serie de imágenes relacionadas con la Pasión de Cristo han sido realizadas por los grandes artistas queretanos desde el siglo XVl hasta nuestros días, dando a propios y extraños formas agradables de conocer nuestra idiosincrasia y nuestros valores culturales y artísticos. Se encontrarán principalmente en los templos y museos del centro de la ciudad.

Retablos, esculturas, marfiles, ceras, cantera, en las manos de queretanos de oficio: escultores, ensambladores, pintores, doradores, estofadores, arquitectos, desde tiempo inmemorial han hecho, con sus obras, de esta ciudad, un conjunto monumental artístico, digno de celebrarse al comienzo de la primavera, de la Semana Santa.

Como muestra de la obra de nuestros artistas existe una devoción queretana al “El Señor de las Maravillas”, humillado, cargando una cruz, lleno de milagros y retratos, está en la capilla de la Tercera Orden, en el Templo de Santo Domingo, que convoca y pide  a quienes el dolor además exige perfección.

Al salir, en los portales del convento dominico, veremos un Jesús Nazareno, que se deja mirar de reojo por los fieles que entran y salen del templo, de la capilla, del convento o pasan en la esquina de la Cruz Atrial.

Entrando por la puerta trasera, al templo del que fuera El Real Beaterio y Colegio de Santa Rosa de Viterbo, sitio donde el churrigueresco se vuelve locura y la vista se encuentra primeramente con “el Altar del perdón”, un  petatillo tejido en oro, de donde pende un Cristo Crucificado,  abajo en lujosa vitrina, una bella talla de La Dolorosa, muestra irrefutable de aflicción, lo contempla, mientras dos ángeles en lo  alto, sosteniendo la esponja con  vinagre y la lanza que hiriera el costado del Hijo. Es lo que se llama: “Un Calvario”.

Francisco Martínez Gudiño,  autor de dicho retablo une al Nicodemo y a José de Arimatea, entre los pasillos que enmarcan las columnas.

Al salir de este Museo vuelto templo, con el rabillo del ojo, entre las puertas, en un pequeño retablo, se mira al Señor de Burlas, al Señor de La Sabanilla. ¿Quién pensando en tanto dolor, lo volvió hermoso?

Lo mismo sucede en el cuatro veces centenario templo del Convento de Santa Clara, en la parte trasera, junto al coro, La Señora de la Soledad contempla una cruz vacía, sin Cristo, un sudario cuelga de ella, muy cerca de ese hermosísimo  conjunto escultórico sobre un retablo dorado se encuentra la escultura de Mariano Arce, un “Señor de La Columna”, arte y belleza vueltos dolor, sobre un pedestal de madera, custodiando la reja del coro bajo. José de Bayas es el artista que deja para su disfrute este retablo.

En el antiguo Templo de La Compañía de Jesús, frente al conjunto  escultórico monumental de la Santísima Trinidad, se encuentra otro grupo, donde La Dolorosa, San Juan, el discípulo amado, y María Magdalena, contemplan al Cristo Crucificado. Rodean la nave santos jesuitas, comenzando por Ignacio de Loyola y vienen los recuerdos de este templo y sus colegios contiguos.

Al salir de este histórico recinto, que fuera la primera Parroquia Secular de Querétaro, centenaria, de esta antigua y primera sede catedralicia queretana, se mira a un Nazareno arrastrado por el peso de la Cruz hacia la tierra, pide ayuda, mientras los fieles se acercan a él para lo contrario, es otro “Señor de Las Maravillas”.

En la portada del templo del antiguo Convento de Nuestra Señora de los Dolores, La Obrajera, está en un nicho cruciforme, belleza de los talladores queretanos de la cantera,  un Cristo de cantera decorado de flores, hojarasca, vides y a su izquierda una Dolorosa. Es en la fachada del templo que ahora conocemos como San Agustín.

En la Capilla de la Asunción,  en el templo de La Santa Cruz de Los Milagros, se encuentra en un nicho ex profeso “El Cristo Negro”, El Señor de Esquipulas, donde la Dolorosa muestra el arte queretano en todo su esplendor, al arrancar lágrimas a los fieles que contemplan la escena y el Cristo, que los indios transformaron de maíz a pasta de caña y luego en obra de arte, formando otro calvario queretano. A la salida sobre la nave del templo se verá el Ecce Hommo.

En el Templo del Convento de Santa Teresa de Jesús, de los padres Carmelitas, el amor sublime de esta mística se convierte en “El Señor de los Trabajos”, mientras “El Nazareno” preside la única capilla en pie, de las once antiguamente existentes en el Convento de las Clarisas,  otros nazarenos de finas firmas de escultores queretanos, dan la bienvenida a la entrada de Capuchinas, Carmelitas y La Merced, lugar para visitar durante La Semana Santa.

El olor de la manzanilla, las aglomeraciones de los visitantes de Las Siete Casas –De Anás a Caifás-, los tambores con toques acompasados y lúgubres, frente a una cárcel de carrizo en la “Rinconada de San Francisco” El Nazareno esta preso. Comienza el triduo santo. (Jueves, viernes y sábado)

El Coro del Conservatorio de Música J. Guadalupe Velásquez entonando el “Staba Mater Dolorosa”  o el coro “Ubi Deus Cáritas Est”, “Mandatum Novum do Vobis, Ut Diligens ad Invicem”: Que se amen los unos a los otros. Es la misa “In Caena Dominus”, la del lavatorio de los pies, mientras los templos abarrotados observan lo que solo se contempla cada año al inicio de la primavera.

Ya el domingo anterior llevaron los fieles palmas, hermosamente tejidas, mientras una imagen de Jesús sobre una burra,  recuerda la entrada “triunfal” a Jerusalén.

El jueves presencian el “lavatorio de los pies”, acompañan al “Santísimo” bajo palio, hacia “El Monumento”, obras efímeras del arte local en cada uno de sus templos para luego salir a la calle a ver el “prendimiento”.

Por otro lado se dan los preparativos de los habitantes de esta ciudad para ir a La Cañada, a Carrillo o al Pueblito, para presenciar “Las Tres Caídas”, es -Viernes Santo- el teatro como fuente de devoción, con escenarios al aire libre, donde el espectador busca su lugar a distancia, son los recuerdos más remotos de la Semana Santa en Querétaro que conservo.

Traídos de Celaya, los Judas, tronarán el día sábado, al abrirse la gloria, se agolpa en la memoria de todos, este hecho.

Los recuerdos permanecerán de generación en generación, son las celebraciones de Semana Santa en Querétaro. Es la imaginería dejada en esculturas por los grandes artistas queretanos, comenzando por los tres marianos, en los 17 conventos instalados en el centro de nuestra ciudad.

Miles de peregrinos van rumbo a Soriano, donde la Dolorosa Dominica, traída de El Doctor, después de 14 años de abandono, en las guerras de guerrillas entre chichimecas y españoles, recibe ahora el cariño de los queretanos.

Por la tarde del Viernes Santo saliendo del Templo de La Santa Cruz de Los Milagros en la Loma del Sangremal da comienzo La procesión del Silencio.

Ya sin el desfile de las grandes obras de arte elaboradas por los grandes escultores queretanos. Nombremos a los tres grandes de la escuela queretana de imaginería, “Los Tres Marianos”: Arce, Montenegro, Perrusquía, entre muchos otros.

Mujeres enlutadas, con ceras que buscan apagarse y velos que tratan de descubrir el rostro de quien lo porta, hombres encapuchados, encadenados, descalzos, expiando culpas, cargando cruces, pagando mandas.

Es necesario destacar la  organización y participación de la sociedad Queretana,  desde hace un poco más de 25 años, en la llamada “Procesión del Silencio” en Querétaro.

Los grupos se organizan, conservan sus tradiciones y costumbres; los distintos niveles de participación y vinculación se manifiestan e institucionalizan.

La procesión del Silencio se realiza en la ciudad, en el centro, se lleva a cabo la tarde del Viernes Santo y coincide con las vacaciones, buscando también un espectáculo para visitantes.

Esta procesión  funciona como un elemento organizador y abierto de la sociedad queretana, como respuesta a la conservación de la tradición y de la cultura local. Se forman las diferentes congregaciones y hermandades y la función de cada una dentro de la misma.

La procesión del silencio es una fiesta religiosa y popular como hay muchas en la Ciudad de Querétaro. Ejemplo: La Peregrinación a la Basílica de Guadalupe en la ciudad de México, es una caminata anual que se realiza en el mes de julio y que tiene más de cien años.

 

La Fiesta de Santa Cruz del Cerro de Sangremal, donde cuenta la leyenda, se apareció la imagen y Santiago Matamoros a los chichimecas logrando así  la evangelización de esta cultura mesoamericana, desde  hace aproximadamente cuatrocientos años,  desde el 12 al 15 de septiembre, se festeja esta aparición, con danzas de miles de concheros venidos del Barrio de San Francisquito, del Distrito Federal, del Estado de México, de Hidalgo, de Guanajuato, de San Luis Potosí, de diferentes lugares que llegan con ofrendas de cucharilla para depositarlas en la Loma del Sangremal,  participando en un desfile por las principales calles la tarde del 13 al 14.

La fiesta de la procesión del silencio que se celebra en Semana Santa en Viernes Santo, la conforman grupos de penitentes, llamados hermandades y cofradías que salen del Convento de la Cruz para hacer una caminata por diversas calles del centro de la ciudad,  como un testimonio público  de  los católicos  en comunión con Cristo en el  recuerdo de  la pasión, muerte y resurrección.

Como una manifestación de fe y cuyos fines son la conservación de la tradición, de la queretaneidad; siendo una fiesta popular religiosa.

El fundador de la celebración, fue el padre Ernesto Espitia, párroco de San Roque, con más de 25 años de llevarse a cabo ininterrumpidamente.

Esta celebración al paso de los años se ha ido extendiendo y  abriendo hacia la libre participación de los creyentes de manera espontánea y voluntaria, porque participan  de lugares aledaños a la Ciudad de Querétaro,  actualmente se nota más la participación de los jóvenes.        

Es importante señalar el creciente papel que tienen los elementos de culto y creencia en la vida pública de Querétaro. Estos lugares de religiosidad pueden ser vistos como espacios  donde se expresan no simplemente mensajes de integración, sino también deseos de bienestar buscados en la realidad de la existencia cotidiana de  la cultura y la tradición queretana.

Se describe lo que se ha llamado como cultura queretana, la tradición y las fiestas populares contribuyendo fuertemente al arraigo de ciertos elementos y valores que identifican a los queretanos.

Puesto que es una celebración que une a diferentes sectores de la sociedad bajo un fin común muy bien determinado, en el  que cada cual asume un papel  en el que se  identifica y hermana  con el otro.

Se nota el contexto histórico de una fiesta que comienza en Europa y que con la conquista religiosa adquiere ciertos elementos mesoamericanos. Se notan algunos símbolos específicos y se justifica esta fiesta religiosa, como un ritual.

Se nota en la organización de la Procesión del Silencio, la estructura social, el orden en que los grupos participantes salen, y forman redes de integración que los identifica y diferencia de los demás, pues persiguen un mismo fin.

Estas hermandades y cofradías ejercen cierto poder de dominio que les permite  unificarse fuertemente para la conservación y preservación de la tradición y el reconocimiento  de la cultura, de la queretaneidad. Desde 1989 al 2007.