325 años de la fundación del primer colegio misionero de AméricaPor Gilberto Hernández García
En la epopeya de la evangelización de las tierras americanas, los Colegios de Propaganda Fide jugaron un papel preponderante como relevos de las primeras empresas cristianizadoras.
El de La Santa Cruz de Querétaro, tiene «la singular prerrogativa de ser […] el primer Colegio de Propaganda Fide, acrecentando sus glorias el haber sido fecundo Seminario de otros muchos Colegios, fundados no solo en estos reinos, sino también en la Europa», según relata José María Zelaa en sus Glorias de Querétaro.
El nacimiento de los Colegios de Propaganda Fide
Según relata el cronista franciscano Fray Isidro Félix de Espinosa, para la mitad del siglo XVII, la conquista espiritual de la Nueva España estaba prácticamente cubierta; sólo algunas apartadas regiones del norte no eran sujetos de misión. Solían ser, por lo general, lugares habitados por grupos nómadas o seminómadas, que, ya fuera por su difícil localización geográfica, como por su índole arisca y agresiva, habían resultado inaccesibles al contacto de los religiosos.
Tal vez los logros obtenidos en la tarea evangelizadora de la primera hora, concretada en el establecimiento de conventos, curatos y doctrinas, hicieron decaer, cuando no paralizar, el ánimo misionero de los franciscanos. Esta situación llevó a varios frailes a tomar la decisión de imprimir un nuevo impulso a la acción cristianizadora. De este modo es como nacen en el Nuevo Mundo los Colegios de Propaganda Fide.
Fundación del Colegio de La Santa Cruz
El franciscano Antonio Linaz de Jesús María, hijo de la provincia de Mallorca y que había trabajado en la provincia de San Pedro y San Pablo de Michoacán, en un viaje a Madrid, confió al Ministro General de la Orden franciscana, Ximénez Samaniego, su intención de crear un centro misionero y pidió permiso para reclutar a algunos frailes europeos para la empresa.
El 12 de marzo de 1682, el General de los franciscanos expidió las letras de erección y el 8 de mayo del mismo año el Papa Inocencio Xl promulgó el Breve Apostólico Sacrosancti apostolatus officium, con el que autorizaba la fundación del primer Colegio de Propaganda Fide en el Nuevo Mundo.
Al padre Linaz le fue asignado el convento de la Santa Cruz de los Milagros de Querétaro, perteneciente a la provincia de Michoacán, del cual tomó posesión el 15 de agosto de 1683, junto con otros 24 frailes, entre los que destacan Antonio Margil de Jesús, Francisco Frutos, Antonio de los Ángeles y muchos más.
El régimen formativo de los misioneros
Los primeros frailes que integraron este convento fueron reclutados en España, y estaban obligados a permanecer en Nueva España y al servicio del Colegio por lo menos diez años. Llegó a ser una comunidad numerosa y fuertemente organizada, con metas de trabajo evangelizador bien definidas, protegida por leyes y privilegios en orden a hacer más efectiva su acción.
Es muy sabida la estricta disciplina que se observaba en el mencionado Colegio, tanto para entrar y salir de él, como para el canto del oficio divino día y noche, y también para el estudio de las lenguas y la cultura mesoamericana y de tierras de misión.
La esencia de sus nuevos métodos evangelizadores y civilizadores se podría concretar en tres puntos: una predicación hecha a la medida de la mente y psicología indígena; el ahondamiento en el verdadero significado del espíritu misional, y la realización de una promoción humana integral. Estaba visto que lo espiritual siempre tenía que ir de la mano de lo material. Son célebres los trabajos misioneros de fray Antonio Margil de Jesús en Centroamérica Texas y Nuevo México.
La trascendencia del Colegio Apostólico de La Cruz
El Colegio de Propaganda Fide de la Cruz de Querétaro, como tal, fue un expresivo centro de irradiación misionera desde 1683 hasta 1860, año en que se dio la exclaustración de los frailes; sin embargo, su trabajo tuvo trascendencia continental, porque de aquí surgieron los Colegios de Cristo Crucificado en Guatemala, Guadalupe en Zacatecas, San Antonio en Texas, San Francisco en Pachuca, San Fernando en México y Zapopan en Jalisco, que vinieron a dar un renovado y fecundo impulso a la evangelización y culturización del norte, centro y sur de América.
El convento que albergó el Colegio apostólico fue devuelto a los franciscanos de la provincia de San Pedro y San Pablo de Michoacán en 1946, quienes desde 1957 mantienen su centro de estudios filosóficos. A 325 años de su fundación, el ideal que lo hizo surgir y los frutos que produjo se convierten en ejemplo digno de admiración e imitación.