Angélica Ortiz López*
mis ojos ya están hinchados.
Todos lloramos por algo; unos poco, otros mucho,
hoy, lloro sin dejar de mirar a través de mis lágrimas.
A veces no quieres llorar, pero te hacen llorar,
el llanto nos persigue y morimos con él.
No hay día especial para llorar.
Por eso, hoy lloro, mientras puedo,
mientras sé llorar,
mientras mis ojos no se han secado.
El llanto no se vende,
el llanto es sagrado para aquel que lo llora,
y una lágrima bien llorada merece respeto por aquel que no la llora.
Mi Nausi*
No digas nada, sólo abrázame,
no vaya a ser que tu voz despierte al sol,
ahora que la noche nos cobija.
No tengas miedo, hermanita grande; sí, tú, mi Nausi.
La noche se desvanece pronto, hagámoslo ahora, ¡di que sí!
Deja que coloquemos el mismo xukuri,**
que ahí quiero tener mi semilla,
ahí mismo quiero también poner mi flecha,
que creciendo probará de tu agua.
Busco y persigo lo que tú sabes hacer,
tú, mi Nausi, mi hermanita grande, ¡di que sí!
Ahora ya somos uno bajo la noche,
nuestra semilla está creciendo,
en los días venideros lo habremos de cuidar,
ya no tengas miedo, tú, mi Nausi.
Tus palabras
Recuerdo tus palabras,
sentados junto a Tatewarí.***
Tú, en tu equipal,
yo en mi petate.
No recuerdo cuántas veces
me dormí escuchándote,
tus palabras
se seguían grabando en mis sueños.
Como semillas
las dejabas caer
sobre mi corazón de niña.
Ahora ha crecido y tiene sus propios poderes.
Igual que tú se sienta en su equipal.
A sus hijos entrega su palabra,
y éstos se duermen escuchándolas.
Jamás los despierta,
sabe que sus palabras
penetran en los sueños
como semillas.
Sigue hablando
Dices que ya no me quieres,
cuando tus ojos dicen lo contrario.
Fueron tus ojos los que hablaron primero,
por mí derramaron sus lágrimas.
Todos mentimos.
Cuando habla tu boca nada es cierto.
Mi vista se fija bien en tus ojos
cuando tratas de engañarme.
Hasta que tus ojos logren decir lo que tu boca,
empezaré a creerte.
¡Qué importa! Sigue hablando, sigue hablando…
Hojas de roble
Nací bajo tu mirada,
escuchaste mi llanto en la noche,
tus hojas fueron mi estera
mientras la luna observaba.
Aunque los años pasan sobre ti,
sigues parado igual de fuerte en el patio.
Conoces el pensar de Nuestros Padres,
nacimos bajo tu follaje espeso.
Cuántas veces me habrás visto
llorar bajo tus ramas;
entonces era un simple llanto de niña,
ahora el llanto es de una mujer que habla.
Tú, roble frondoso, raíz de mis antepasados,
ofréceles tu nutrida sabia.
* Flor Blanca y olorosa de la región cálida de la Sierra Wixárika
** Jícara votiva
*** Nuestro Abuelo el Fuego