El antiguo Palacio de los Condes de Santiago de Calimaya, hoy Museo de la Ciudad de México, fue la casa de varias familias novohispanas descendientes de los condes que, amparadas en títulos nobiliarios, ejercieron una gran influencia en las decisiones de virreyes y obispos.
Los orígenes del palacio se remontan al Siglo XVI, cuando el conquistador Hernán Cortés repartió los solares más cercanos al Templo Mayor Azteca entre sus compañeros de armas y colaboradores más allegados.
Es posible que la edificación del palacio se haya iniciado en forma en el siglo XVII como resultado de la necesidad de ostentar la alcurnia a la que pertenecía el conde y su descendencia.
Sin embargo, fue hasta 1777 cuando el arquitecto Francisco Antonio Guerrero y Torres, último representante del barroco novohispano, se hizo cargo de la remodelación del Palacio. El cometido el arquitecto Guerrero y Torres era conservar el esplendor y la nobleza de la antigua casa, sin rebasar el presupuesto destinado para ello.
La fachada del palacio fue recubierta de tezontle. La portada y las ventanas fueron recubiertas con cantera muy a la usanza del siglo XVII. En la esquina inferior derecha se incluyó un elemento que ha sido objeto de diversas interpretaciones: un petroglifo prehispánico con la imagen de una cabeza de serpiente.
Una hipótesis marca la posibilidad de que este monolito fue sustraído del Templo Mayor durante la conquista de Tenochtitlan y colocado como basamento de la primera casa construida por Juan Gutiérrez Altamirano.
La casa se trazó en dos plantas, sin entresuelo, y con dos patios como todas las casas señoriales. Asimismo, con una capilla familiar, símbolo de abolengo y de intensa actividad social.
Los escudos de armas que coronan las arquerías del patio principal corresponden a la intención de resaltar el abolengo familiar, lo mismo ocurre con las gárgolas en forma de cañón que adornan todo el perímetro superior de la fachada y parte del portón mayor.
Los perros que adornan el arranque de la escalera, así como los mascarones del portón principal tienen un aire orientalista, rasgo no muy común en la casa de los nobles. Incluso, se ha especulado sobre el posible origen de la madera y la mano de obra que elaboraron la puerta de acceso principal; se ha dicho que quizás fue traído de Filipinas por los condes. Sin embargo, la manufactura parece ser totalmente novohispana y la madera no es extraña a estas latitudes.