Un Sueño el 28 de agosto de 1968
Ustedes han sido los veteranos del sufrimiento creativo.
Continúen trabajando con la fe de que el sufrimiento no merecido es redentorio. Regresen a Mississippi; regresen a Alabama; regresen a South Carolina; regresen a Georgia; regresen a Louisiana; regresen a los barrios bajos y a los ghettos de nuestras ciudades norteñas, sabiendo que de alguna manera esta situación podrá y será cambiada.
No nos revolquemos en el valle de la desesperación. Entonces les digo a ustedes, mis amigos, que aunque nosotros enfrentemos las dificultades de hoy y de mañana, aún yo tengo un sueño.
Es un sueño profundamente arraigado en el sueño americano, que un día esta nación surgirá y vivirá verdaderamente de su credo, nosotros mantenemos estos derechos patentes, que todo hombre es creado igual. Yo tengo un sueño que ese día en las tierras rojas de Georgia, hijos de esclavos anteriores e hijos de dueños de esclavos anteriores se podrán sentar juntos a la mesa de la hermandad.
Yo tengo un sueño que un día aún el estado de Mississippi, un estado ardiente por e1 calor de justicia, ardiente por el calor de la opresión, será transformado en un oasis de libertad y justicia.
Yo tengo un sueño que mis cuatro pequeños hijos algún día vivirán en una nación donde no serán juzgados por el color de la piel, sino por el contenido de sus caracteres. ¡Hoy yo tengo un sueno!
Yo tengo un sueño que un día en Alabama, con sus racistas viciosos, con su gobernador con sus labios goteando palabras de interposición y nulificación, un día allí en Alabama los pequeños negros, niños y niñas, podrán unir las manos con pequeños blancos, niños y niñas, como hermanos y hermanas.
¡Hoy yo tengo un sueno! Yo tengo un sueño que algún día cada valle será elevado, y cada colina y montaña serán hechas llanas.
En Memphis, Tennessee, el 4 de abril de 1968, el líder de color y Premio Nobel de
King había galardonado con el Premio Nobel de
Tenía 39 años de edad.
El atentado provocó estupefacción en la nación y marcó el inicio de graves desórdenes e incendios que se extendieron a otros estados y que arrojaron cerca de 50 muertos.
King era visualizado como una amenaza para los intereses del “establishment” por su poder de movilización y convocatoria y no resultó extraño que se atentara contra su vida.
El presunto ejecutor de King, James Earl Ray, fue detenido 6 meses después, pero las sospechas de una conspiración en contra de King perduran hasta la fecha, mientras se mantiene la convicción de que Ray no fue el verdadero asesino.