Che
En una de las columnas de una librería de ocasión de la colonia Roma en Ciudad de México hay una fotografía de Ernesto Che Guevara.
Entre miles de libros usados, el viejo revolucionario que el 14 de junio habría cumplido ochenta años de edad, mira al porvenir.
La imagen puede verse casi en cualquier rincón de casi cualquier país.
Fue tomada, la tarde opaca del 5 de marzo de 1960, con una cámara Leica y un lente de
Siete años más tarde, muerto Guevara, el editor italiano Giangiacomo Feltrinelli la estampó en millones de carteles.
Desde entonces ha sido utilizada en afiches, portadas de publicaciones, tatuajes, ofrendas de muertos, y como ilustración en camisetas y tazas para café.
El Che debe encontrarse a gusto entre el mar de letras que inunda esa librería.
En los momentos más difíciles de su epopeya boliviana llevaba consigo material de lectura. Antes de que la lluvia la estropeara, una gruta sirvió de pequeña biblioteca en la que guardaba poemas de León Felipe, publicaciones médicas, folletos de Mao Tse Tung y Mi vida de León Trotski.
Entre los varios encargos que le había hecho a su enlace se encontraban libros, especialmente Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano de Gibbon.
Ernesto Guevara, el guerrillero, el hombre de acción, también fue un hombre de letras.
Creció leyendo a Julio Verne, Miguel de Cervantes Saavedra, Federico García Lorca y Joseph Conrad.
Abrevó en las aguas del marxismo en su misma fuente, y no rehuyó el estudio de los heterodoxos.
Irónicamente, a pesar de lo sencillo que resulta adquirir viejas ediciones de las obras de Marx y Lenin en muchas librerías de viejo de Ciudad de México, es difícil encontrar textos del Che.
Hace años, cuando los antiguos izquierdistas arrepentidos decidieron deshacerse de sus bibliotecas marxistas, no incluyeron en la venta sus copias de Pasajes de
Una fotografía de Ernesto Guevara fue parte de la escenografía montada para la ceremonia de trasmisión de mando del presidente de Chile, Salvador Allende, el 3 de noviembre de 1970.
Allí, en su primer discurso como mandatario, el dirigente de
“El Che lo tenía todo, y renunció a todo por hacer posible la lucha continental.”
Luis Hernández Navarro