Antonieta Rivas Mercado, participa en la modernización de la cultura mexicana durante los años veinte, en detrimento de otras facetas más sombrías del personaje, como sus desencantos amorosos y su suicidio en la catedral de Notre-Dame de París, en febrero de 1931.
Antonieta Rivas Mercado se había alojado en el imaginario mexicano a través de las palabras, con su correspondencia, su diario, sus relatos y los libros que había inspirado a otros autores
descartado el martirio, queda la justificación del mecenazgo. Es verdad que Antonieta invirtió su tiempo, su talento y su dinero en varias empresas que sellaron el despunte de la modernidad en México: el Teatro de Ulises, un puñado de libros firmados por futuros Contemporáneos,