Allá, tras las montañas orientales,
surge de pronto el sol, como una roja
llamarada de indendios colosales,
y sobre los abuptos peñascales
ríos de lava incandescente arroja.
Entonces, de los flancos de la sierra
bañada en luz, del robledal oscuro,
del espantoso acantilado muro
que el paso estrecho a la hondonada cierra;
de los profundos valles de los lagos
azules y lejanos que se mecen
blandamente del aura a los halagos,
y de los matorrales que estremecen
los vientos, de las flores, de los nidos,
de todo lo que tiembla o lo que canta,
una voz poderosa se levanta
de arpegios y sollozos y gemidos.
Mugen los bueyes que a los pastos llevan
silbando los vaqueros, mansamente
y perezosos van, y los abrevan
en el remanso de la azul coriente.
Y mientras de las cabras el ganado
remonta, despuntando los gramales,
torpes en el andar, los recentales
se quejan blanda y amorosamente
con un tierno balido entrecortado.
Abajo, entre la malla de raíces
que el tronco de las ceibas ha formado,
grita el papán y se oye en el sembrado
cuchichiar a las tímidas perdices.
Mezcla aquí sus ruidos y sus sones
todo lo que voz tiene: la corteza
que hincha la savia ya, crepitaciones,
su rumor misterioso la maleza
y el clarín de la selva sus canciones.
Y a lo lejos, muy lejos, cuando el viento,
que los maizales apacible orea,
sopla del septentrión, se oye el acento
y algazara que, locas de contento,
forman las campanitas de la aldea….
¡Es que también se alegra y alboroza
el viejo campanario! La mañana
con húmedas caricias lo remoza:
sostiene con amor la cruz cristiana
sobre su humilde cúpula; su velo,
para cubrirlo, tienden las neblinas,
como cendales que le presta el cielo
y en torno de la cruz las golondrinas
cantan, girando en caprichoso vuelo.
1858-1906
Este poeta Mexicano nació en San Luis Potosí, el 14 de junio de 1858.
Poeta descriptor de la naturaleza conscientemente
apartado de las tendencias literarias de su tiempo, la resonancia
de su magnífica producción poética -fuertemente enraizada en la
tradición de Horacio, Virgilio, Chénier, Lope, Pagaza- constituye
un hito singularísimo. dentro del conflictivo período en que
confluyen las aguas del último romanticismo y el primer
modernismo.
Ni plenamente romántico ni atraído por las musas
parnasianas y simbolistas en boga, lo clásico en él es resonancia
de un temperamento, la coincidencia con un peculiar impulso creador,
como señala Anderson Imbert.
«En la paz de las aldeas gustaba Ohton de
pasar la vida, donde es mas fácil salir al campo… Desvestido el
ánimo de todo sentimiento efímero, vuelve a su profundidad sustantiva,
toma alli lo esencial, lo desinteresado, que es a la vez lo superfluo
de las imágenes del mundo, y vuelca sinceramente sobre el espectáculo
de la naturaleza el tesoro de su mas hondas actividades: la religión
el deber, el gusto, el dolor de la vida.
La existencia de Manuel
José Othon, por otra parte según era su descuido por las cosas
exteriores y según era su hábito de ensimismamietno y de éxtasis,
parece mas desligada aun de la realidad accesoria por aquel maravilloso
don de olvido, que le conociamos, y que ya es proverbial, a cuya merced
el poeta pasa por la tierra como un personaje de capricho, con el
despilfarro de un desdeñoso, con la torpeza de un inocente, con la
grande y dominadora sencillez de un hombre justo.
Y asi, su labor
poetica, nacida de fuentes tan serenas, hija de todos los sentimientos
mas fundamentales del espíritu, Es casta y benigna, salobre como
campesina madrugadora, firme como labrador envejecido sobre la reja,
santa y profunda como un himno de Dios en el mas escondido rincón de
alguna selva.
Su obra en verso, de pareja y sobresaliente calidad, le abre,
en 1891 – con la aparición, de El Himno de los Bosques- las puertas
de la Academia de las Letras.
Despues siguen los poemarios La Noche
Rustica de Walpurguis, (1897) , Poemas Rusticos, (1902), Considerada
por muchos su obra decisiva, y que tuvo magnífica acogida y en (1905)
En el Desierto, Y luego sigue Idilio Salvaje que tuvo extraordinaria
repercusión, Incluso entre sus contradictores, los poetas modernistas.
Caracteristico de lo mejor de su poesía, es el esplendoroso
despliegue, de sensaciones y emociones en el ambito, de la realidad
natural.
La naturaleza cantada por Othon, es siempre grandiosa, dinámica,
marcada por imponentes cataclismos, de una increible variedad de sonidos
y colores orquestados a modo de una sinfonía.