Santa Rosa de Viterbo, oratorio y beaterio
Con el logro de la restauración del beaterio y Oratorio de Santa Rosa de Viterbo, Querétaro entra a una nueva etapa de su esplendor monumental, ya que el mejor edificio que tiene en todos los sentidos, ha estado muntilado y en algunos momentos de la historia a punto de perderse.
Es por ello que lograr la completa recuperación de
Los conjuntos de el Convento grande de San Francisco y del Monasterio de Santa Clara, fueron destruidos haciendo imposible su recuperación.
Retirar los velos de los años para encontrar es sus rastros y vestigios las biografías de sus ocupantes, verdaderos dueños de la historia y con los que tenemos un especial compromiso y respeto para con su pasado.
El área de la huerta original de Santa Rosa de Viterbo, una vez rescatada, equivaldrá en área al Jardín Zenea, el Jardín Guerrero y el jardín de
La recuperación de éste espacio público rodeado de bardas originales del siglo XVIII regresará de nuevo a nosotros
Restauración de pintura mural y objetos artísticos e históricos pertenecientes al menaje del templo y convento
Desde septiembre del 2007, que se iniciaron los trabajos de rescate y restauración
Consolidación de cimentaciones y de grietas en muros, bóvedas, portales y pilares, canalización y rehabilitación de diversas instalaciones subterráneas, rescate de nivel de piso original del claustro del siglo XVIII, así como diversas obras complementarias, como colocación de malla antipalomas, rehabilitación de cantera y azoteas, entre otras.
La consolidación estructural del portal de novicias
El área del huerto y las áreas exteriores
Restauración de pintura mural y objetos artísticos e históricos pertenecientes al menaje del templo y convento
Desde septiembre del 2007, que se iniciaron los trabajos de rescate y restauración
La historia de este imponente conjunto conventual se remonta a principios del siglo XVII y tuvo su máximo esplendor a mediados del siglo XVIII;
Se convirtió con el tiempo en un ejemplo sobresaliente del barroco mexicano.
Destacan sus grandes y singulares arcos botareles con sus mascarones burlones.
Su pintura mural es del siglo XVIII y se ha conservado en su mayor parte gracias a permanecer parcialmente oculta debajo de capas pictóricas posteriores.
Su imponente cúpula de grandes proporciones se expresa sobre el cielo queretano como un hito de identidad inconfundible.
Está soportada por un espléndido tambor rodeado de delicadas ventanas y columnas serlianas de un gran academismo y sobriedad.
La esbelta torre con características únicas en México nos recuerda a las del centro de Europa de la misma época, y le da un sello muy importante al paisaje urbano de la ciudad.
Un primer oratorio financiado por D. Juan Caballero y Ocio, que fue terminado en el año de 1699.
En 1715 el capellán Nicolás de Armenta edificó una primera capilla, donde se colocó un retablo dedicado a Santa Rosa.
Más tarde, se construyó el templo y parte del conjunto conventual que actualmente conocemos por el maestro Francisco Martínez Gudiño.
Por encargo de Pedro Romero de Terreros terminó, al menos el templo, en 1752.
Mariano de las Casas participó, hasta donde sabemos, en el diseño del edificio, la construcción del órgano y el reloj de repetición que se encuentra en la torre.
Los retablos barrocos más importantes de la ciudad este recinto ha sido oratorio, colegio, beaterío, convento, hospital, y en los últimos treinta años escuela de artes gráficas y edificios para la impartición de la justicia.
A la fecha se han demolido el 80% de los edificios construidos en la segunda mitad del siglo XX en la huerta, El portal colindante con la antigua huerta que es conocido como el portal de novicias está conformado por una serie de bóvedas de arista soportadas por esbeltos pilares de sillería de cantera que a su vez soportan una estructura de un piso de gran altura agregada durante el siglo XIX.
Debido a las humedades del subsuelo, los muros del primer edificio del siglo XVII que se encuentran por debajo del actual edificiol presentaba fallas estructurales
Actualmente todo el portal ha sido ya intervenido al igual que el claustro principal del convento que data del siglo XVIII.
Recuperaron de los niveles originales la fuente principal poliglobulada de ocho lados que anteriormente estaba hundida y separada por una trinchera de
Los muros del convento anterior del siglo XVII que se encuentran bajo el portal de novicias y que presentan espléndidas pinturas murales que se están rescatando para su preservación y posterior exposición.
Se han encontrado vasijas, utensilios de mesa, restos óseos y artículos relacionados con los diferentes usos del edificio a lo largo de más de trescientos años.
Se considera fundamental el rescate del inmueble de manera definitiva, en cuanto a la recuperación de espacios, además de lograr una restauración mayor del edificio histórico, y en algunos casos, el rescate de la pintura mural
El retiro y reubicación de las instalaciones del CETIS 16 y de las instalaciones de
Un Real Colegio
Un Beaterio
Un Templo
Un el templo-oratorio, del Real Colegio de Santa Rosa De Viterbo, el gran artesano, Francisco Martínez Gudiño, dejó caer su imaginación sobre los retablos que cubren las paredes de este oratorio de Las Madres Rosas. Allí se dio la independencia, la desarmonía y el desequilibrio propio del barroco mexicano. Allí la fuerza riñe con la inmortalidad y la razón con la emoción.
Es la vida eterna en medio de la alegría y de la luz, es el espíritu de la contra reforma, es Trento conciliar, es el esplendor de las órdenes monásticas, es la música de Palestrina, es la pompa y el ornato que fascinó a los pueblos mesoamericanos, son las fiestas paganas, es la presencia de los dioses; Es atraer, emocionar, convencer, conquistar al mismo tiempo, son lecciones de teología, es una gruta hecha oratorio.
Ignacio Mariano De Las Casas realizó los planos de este Real Colegio, lo mismo que el órgano barroco (1759) y el reloj de la torre con sus tres carátulas.
El templo es de una sola nave, en forma de cruz latina, coros, alto y bajo, sacristía y anexos. Guarda la estructura de época de un oratorio de monjas, con la cancelaría que separa los coros de la nave, puertas de acceso laterales, enclavado en un pueblo indio típico del siglo XVll, con sus secreters hacia el claustro para las confesiones y soliloquios.
Es el sueño místico de las hermanas: Francisca de los Ángeles, Gertrudis de Jesús María, y Clara de
Se ofició por primera vez la misa sobre ese altar mayor, un tres de mayo de 1703. Mas tarde el Arzobispo de México Don José Lanciego, les concedió clausura voluntaria, reja en el coro, tapia alta, capellán y misa cantada los días festivos.
Llegó la cédula real de fundación un 2 de julio de 1728 y la ratificación pontificia de Clemente XII, un 21 de octubre de 1732, sesenta y dos años después de iniciado el sueño de estas tres hermanas alentadas en el principio por Fray Francisco Frutos y Fray Margil De Jesús.
Este Real Colegio de Santa Rosa De Viterbo, como toda obra admirable tiene su leyenda, está plasmada en un lienzo al óleo que guarda como en secreto la sacristía del oratorio, como un legado a las generaciones.
Es un óleo llamado Hortus Conclusus, donde en el centro de un hermoso huerto, Cristo pende de un árbol-cruz, es el árbol que se resistió a ser arrancado cuando se dio inicio a la construcción de este Beaterio, en el solar elegido.
Es un huerto, donde en el centro tiene una fuente de época – ochavada -, se entra por una puerta adintelada, se topa quien mira el óleo inmediatamente con
Un muro pequeño rodea el huerto donde las mujeres presentan la cotidianidad del Beaterio – la horticultura y el acarreo del agua- realizado por las sirvientas y las beatas, donde los rostros muestran la convivencia que adivina el paraíso, el Cristo que pende al árbol-cruz sangra del costado, mientras un ángel solícito recoge la sangre divina en un cáliz sagrado como fuente divina de la gracia y un letrero repite a San Juan Crisóstomo, a los lados una custodia y la fuente con leyendas del Cantar De Los Cantares, himno bíblico del amor místico, atrás del huerto se advierte el paraíso esperado por las huéspedes del huerto.
En este templo permanecen aún cuatro retablos de época, en lámina de oro del más alto kilataje, ornamentados con vegetales que no dejan espacio.
La fachada, los retablos, el púlpito, la bóveda, dan la imagen de la gloria desde el real Colegio y contrastan con la muerte definitiva, es la superación de Vignola, de Crescenzi, de Churriguera.
Es allí el lugar para ver y oír salir en las flautas, los clarines, los cornetines, las trompetas reales, los pífanos, los trombones, la jabela, la chirimía, la dulzaina, el sacabuche, el orlo, el rabel, la vihuela, y el atabal, la música en fuga de Bach.
“¿Que mágicas infusiones
de los indios herbolarios
de mi patria, entre las letras
el hechizo derramaron?”
Los días 22, 23, y 24 de enero de 1752 del inicio del Beaterio, fue dedicado definitivamente el oratorio de las Madres Rosas, como se les conoció en Querétaro, la obra fue financiada por José Velázquez De Lorea, cuyo retrato esta en los anexos del templo
El más famoso pintor de la nueva España, Miguel Cabrera (1695-1768), dejó la muestra de sus obras maestras en este suntuoso oratorio para solaz y esparcimiento de la posteridad, junto a él también participaron Tomás De Noriega, Javier De Peralta, Diego De Sanabria, José De Páes y un Roldán, además de santeros, retablistas y ensambladores de la ya llamada “ escuela queretana ”, según decir de Francisco De
Así las grandes Cenobitas queretanas estuvieron en el Real Convento de Santa Clara, en el Real Colegio De Santa Rosa De Viterbo, El Convento de San José De Gracia llamado Capuchinas, El Beaterio de Carmelitas Descalzas y el Gran Convento de Las Teresas.
Este templo que orgulloso da fama a Querétaro, rompiéndole la monotonía a su trazo, desde sus portadas gemelas, sus botareles, la torre, siempre ágil, su cúpula y por dentro: El altar del perdón, El altar de la tribuna, los retablos monumentales a San José y a
Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba
Como en tu rostro y tus acciones vía
Que con palabras no te persuadía
Que el corazón me vieras deseaba
…Basta ya de rigores, mi bien, baste…
San Juan De
El retablo del altar del perdón, llamado a veces del Calvario manifiesta la gran metamorfosis, presenta cuatro estípites totalmente dislocados, dos de ellos perfilados con audacia que hacen marco al fanal, dos pilastras caprichosas, que tienen incrustados medallones con lienzos al óleo de corazones martirizados, identificados con los monogramas de Jesús y María y rodeados por querubines. En las alturas dos ángeles. Está trabajado a manera de petatillo.
El púlpito de Santa Rosa es taraceado, facturado con pino, caoba, sabino y palo de rosa, con incrustaciones de hueso y carey. El tornavoz tiene forma de cúpula, rematada con una escultura pequeña de Santa Rosa de Viterbo. Dice Anaya Larios que es obra queretana de R. Benito, firma oculta.
Un pequeño retablo, ubicado entre las dos puertas laterales de este oratorio, es llamado del Señor de
Es de un solo cuerpo con cuatro lienzos ovalados y en la parte baja otro lienzo con
La primera misa en ese lugar la celebró Fray Jesús Diez un 3 de mayo de 1703.
Piden las beatas Francisca De Los Ángeles y Sor Isabel permiso a España para la fundación.
Se autoriza localmente la erección del beaterio tanto por el Virrey Duque De Linares, como por el Arzobispo de México José Lanciego Eguiláz.
Es aprobada la fundación por España según Cédula Real del 28 de julio de 1727 y por Breve del papa Clemente XII del 21 de octubre de 1727, siendo su primera rectora Sor Francisca De Los Ángeles y su reglamento aprobado en el año de 1745, siendo 56 las beatas, más las escolapias y las mozas.
El actual templo de Santa Rosa de Viterbo se comenzó a construir en 1669 y se terminó en 1745, aunque se dedicó un 22 de enero de 1752.
La escultura de Santa Rosa de Viterbo que culmina el baldaquino del altar mayor, construida después de la destrucción del retablo original en la mitad del siglo XIX, es barroca, con dorados paños, sobre nubes y en medio de ángeles.
Existen cuatro retablos dorados al más alto kilataje bajo blanco de España y son el del Altar del Perdón, el de San Francisco de Paula o Abacial, el de