Querétaro Visto Por Sus Visitantes
“…Querétaro es una ínsula extraña, donde sus silenciosos habitantes han levantado una muralla impenetrable que conserva sus costumbres… está dividida en dos bandas populosas, en donde el tañido salido de las torres congrega a los fieles en torno a los Cristos trágicos que dan protección…” se dijo de
“…Querétaro desde
Muchos y muy importantes han sido los visitantes que a través de los siglos han estado en Querétaro, todos narran lo mismo, sólo que a los lectores de estos tiempos, nos extrañan las descripciones que en algunos párrafos no coinciden con nuestra experiencia, parece que mucho ha cambiado, al mismo tiempo que mucho permanece.
“…es Querétaro hermosa, opulenta y amena, háyase situada a la falda de una loma que se nombra de
En el siglo XVlll se dijo esto: “…Es ciudad amenísima, fértil y abundante en todo tipo de frutas y hortalizas, antigua frontera inexpugnable de nación Chichimeca…”.
Juan Agustín Morfi dijo de Querétaro en el siglo XVlll: “…las casas de cabildo son nuevas y altas, las demás son la mayor parte entrelazadas y de adobe aunque ya hay alguna de cal y canto, el río que divide a las dos parroquias es de poco caudal, se pasa por el puente de piedra, se hace aquí un razonable comercio por los mercaderes que de los lugares interiores vienen a hacer sus compras de géneros…”.
Falta por ahora que los nuevos cronistas y visitantes vayan dejando su huella definiendo el gran rescate patrimonial que en Querétaro se está dando, revitalizando la traza urbana, comenzando desde
“…Querétaro es una ciudad grande y bien construida, al recorrerla a pié, vimos muchos edificios públicos y privados muy hermosos, un número superfluo de templos y conventos. Los indios y el pueblo bajo usa pantalones de cuero sujetos en la rodilla y una chamarra de cuero, también observé que las aceras son de laja…” lo dijo J. R. Poinsett en 1822.
“no hay vecino que no sea creador y señor de muy grandes haciendas, que según parece, haciendo la cuenta mayor es mas de un millón el ganado menor que tiene aquella república, de trato ordinario con que se ha enriquecido con grande opulencia, su concurso es numeroso, su comercio asentado, por estar en medio de México y las minas de San Luís Potosí, Zacatecas y Guanajuato…”.
“…Querétaro situado en una pequeña cuesta, dividida mitad arriba y mitad abajo rodeado de huertas y labores, sólo su fertilidad puede sustentar tan numerosa población…” dijo el gran cronista franciscano Isidro Félix De Espinosa.
Querétaro fue centro industrial al principio del siglo XlX, antes de su gran silencio de más de 150 años, había en la ciudad en ese entonces más de 32 obrajes y trapiches, mil telares donde se hacían ponchos y sarapes, sombreros y artículos de piel, lo mismo que un gran centro comercial, por su cruce de caminos de tierra adentro.
“…el camino de Querétaro que llaman garganta de tierra adentro, pasa por Cuautitlán Huehuetoca y el Puerto de Reyes, transponiendo colinas, ochenta metros más altas que el centro de la ciudad de México…” dijo Humbolt.
“…en otro tiempo Querétaro con sus batanes, con sus sarapes, con sus fábricas de sombreros, despertaba al ruido de sus mil talleres y tenía ese aire de fiesta, esa respiración enérgica del pueblo que vive del trabajo…” lo dijo Guillermo Prieto en su estancia en el estado.
Diría Alfonso De
“…no se ve patio alguno que no esté poblado de macetas, que si la vistosa hermosura de claveles, paños de holanda, flores de china, romero, tomillo, Artemisa y además florida variedad alegran y divierten los ojos a los que pasean por sus calles…” dice Navarrete.
“…nace Querétaro para la diversión, porque no hay convento que no sea un paraíso, casa que no sea un jardín, barrio que no sea una primavera, ni salida por rumbo alguno que no sea una deliciosa amenidad…”.
“… al ver solo las azoteas de las casas, empinarse sobre los árboles y las flores, imagina la fantasía que lo enmarañado y tupido de la arboleda es ondeado mar de verdes esmeraldas, que mantienen sobre su enhojada espalda una grande flota de navíos…” sigue diciendo Navarrete.
“… Querétaro creció hacia el poniente, donde se levantaba la fábrica real de tabaco. Denominaban los criollos y siempre se ha mantenido en su carácter de centro de concertación y distribución de comunicaciones”. Un 7 de abril de l934 se reglamenta la conservación y protección de tantas obras urbanas como se habían construido en la ciudad a través de los siglos. Es la primera vez.
“… Querétaro que tiene el pan sobrado y trajina con más de media Nueva España. Así siempre tiene lo necesario…Querétaro es una antigua población de otomíes…lo primero que asombra al encontrarse en ella es su historia, mientras se levanta gallardamente sobre la colina del Sangremal; en
Se puede seguir citando infinidad de decires sobre las grandezas de esta ciudad, que despertó al nacer el siglo XVI, para verse rodeada de prosperidad y grandeza durante los siglos XVII y XVIII y volver a dormir un largo sueño ya vestida de hermosura e historia durante el siglo X1X y parte del presente, solo azorada cuando la historia la llamó como escenario.
“…Querétaro es una ciudad de templos, es la ciudad santa del mediterráneo, los siglos se leen en sus monumentos…”.
“…gran parte de las casas son bajas con sus amplios patios sombreados de naranjos, de granados y de flores que le dan un aspecto extremo risueño. Las rasgadas ventanas de esas casas ofrecen pintoresco el interior de las habitaciones y aseo de la ciudad…”. Guillermo Prieto
Sigue diciendo el gran Fidel: “…Querétaro es un pueblo devoto por excelencia, los varios conventos de religiosos, las fundaciones piadosas y sus tradiciones, los indios de los pueblos cercanos, que vienen a la ciudad, a celebrar a sus santos, todo atrae a la actividad de las iglesias en determinadas horas del día, establece relación más que doméstica entre ovejas y pastores, lo que es ciertamente benéfico…”.
Gracias a los conventos levantados en la ciudad, más de catorce, se deben las bases de la cultura queretana, fueron célebres en ellos sus bibliotecas, sus clases de retórica, matemáticas y física, siendo así la cuna de la cultura barroca de su tiempo en
La muy noble y leal ciudad de Querétaro, la más florida, amena y vistosa; cada casa una maceta, cada huerta un paraíso, cada barrio una jaula, diría Francisco A Navarrete, jesuita y maestro de gramática.