Las marionetas japonesas tienen alma y corazón
Con movimientos simples y refinados, Yoshiya Yamamoto, Izumi Masumura y su hijo Hisui, integrantes de la compañía de marionetas japonesa Kawasemi-za, demostraron que para seducir la mirada infantil no es necesaria la parafernalia de la multimedia ni la saturación audiovisual. Sólo basta con el deseo de compartir una parte del ser y contar con la creatividad y habilidad suficientes para lograr que la frialdad estática de unos muñecos de madera, se transforme en una suerte de sentimientos que van de la alegría a la ternura.
Poema silencioso da título a esta mágica producción nipona que se presentó este viernes en Pastitos. La Carpa de los Niños como parte de las actividades del 36 Festival Internacional Cervantino. Sin palabras ni gestos, sino con toda una carga de emociones y sentimientos estas marionetas y sus titiriteros narraron sin aparente dificultad las siete historias que integran esta composición escénica.
En 55 minutos, las marionetas recorrieron diferentes puntos del escenario con libertad, gracias a la destreza de Yamamoto, Masumura y su hijo Hisui, quienes extendieron corazón y alma a los muñecos, cuyas estructuras de alambre y resorte adquirieron soplos de vida durante la escenificación.
Con destreza, los titiriteros nipones lograron texturizar y llenar de color el escenario, el cual se transformó en diversos escenarios, desde un cielo abierto, un océano, hasta unas montañas, donde los personajes se desplazan en el aire ayudados por la imaginación de la audiencia.
Cada duende, humano, animal de la naturaleza o mitológico, tiene su propia personalidad, pues en diversas ocasiones, tanto Yamamoto como Masumura, han expresado que cada una de sus historias fue creada en función del títere, de sus características y de las sensaciones que éste encierra. Fue así como lograron construir Persiguiendo el sueño; Rapsodia de pan; Un caballo llamado Ariel; El espíritu del agua, Tsurara; Yamu del mar; El baile de Hidora; Tink, y Neesika, relatos que lo mismo narraron pasajes oníricos que espacios de la tradición oral japonesa.
Más de 120 marionetas integran el universo de los titiriteros japoneses, quienes en esta ocasión en lugar de traer a su muñeco más pesado, de cinco kilos, llegaron con uno de 22 centímetros. «Cada uno de nuestros títeres lleva una parte de nosotros, por eso nos tardamos hasta seis meses en construirlos, lo cual coincide con nuestra forma de hacer teatro en la que más allá de impresionar, deseamos tocar el corazón de niños y adultos».
Yamamoto perteneció a la Takeda Ningyo-za, una de las más respetadas compañías de títeres tradicionales en Japón. En 1982 decidió crear su propia compañía, a la cual 12 años más tarde se integró su colega y también esposa Izumi.
La Carpa de los Niños, ubicada en Pastitos, se presentará de nueva cuenta este domingo 12, a las 12:00 y 17:00 horas, así como los días 14 y 15, a las 18:00 horas, en el Teatro María Grever, de León, como parte de las actividades del Festival Internacional Cervantino.
Kawasemi-za y su Poema silencioso estará además los días sábado 18 y domingo 19 de octubre, en el Teatro Julio Castillo del INBA, en la Ciudad de México.