El oro y la plata en
El soneto que comienza con el verso “minas sin plata sin verdad mineros” es el fruto del odio, no de la visión verdadera de un país que en el segundo tercio del siglo XVl, ya se enorgullecía de las empresas de metales preciosos de Taxco, Guanajuato, Zacatecas y Pachuca.
Del “Orden” que hizo el Doctor Palacio, en Pachuca sobre los metales trata su ordenanza, uno de los muchos textos que se ocupan de la riqueza mineral de la llamada Nueva España.
“…mandó quede aquí en adelante ningún mercader, de cualquier estado o condición que sea, compre ni rescate metales de los indios ni esclavos que trabajaren o labraren en las minas de los reales de Pachuca, so pena de caer o incurrir en las penas que por ordenanza o mandamientos les están puestas y más al que fuera español o mestizo, en doscientos pesos de oro común, por la primera vez, aplicados y repartidos conforme a como las dichas ordenanzas lo reparten y aplican y si fuere mulato, negro o indio, les sean dados cien azotes; y por la segunda, en todos los susodichos y a cada uno de ellos, sea la dicha pena, doblada y más cuatro años de destierro precisos de todos los dichos reales, con cuatro leguas a la redonda y cuando algún minero vendiera dichos metales a los mercaderes o los sacare de minas con indios alquilados de voluntad de los dueños de ellas o de otra manera, los dichos mercaderes no pueden llevar, ni meterlos en su casa o en parte alguna, sino que se ha de llevar a la casa de hacienda o ingenio donde se ha de labrar so pena de que pierda los metales y doscientos pesos oro, conforme la ordenanza…”.