Agresiva, irreverente e irónica…F I C

Marta Carrasco ofreció

un J’arrive agresivo, irreverente e irónico

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Irreverente, irónico e incisivo resultó el espectáculo J’arrive, ofrecido por Marta Carrasco en el Teatro Cervantes el pasado jueves dentro de la edición 36 del Festival Internacional Cervantino. J’arrive, dijo la directora y bailarina antes de iniciar, es un viaje por su trayectoria artística vista desde hoy, ciclo que concluye con la representación número 100, el próximo sábado 25 de octubre, en el mismo foro guanajuatense.

J’arrive, está integrado por cinco puestas en escena: Aguardiente, coreografía realizada en 1995 por la considerada poetisa de la escena en Cataluña, trata sobre una mujer alcohólica; Blanc d’ombra, de 1998, rinde homenaje a la escultora francesa Camille Claudel, encerrada por 30 años en un manicomio «por tener mal carácter, querer ser artista y, sobre todo, por haber sido la amante de Rodin».

Mira’m, de 2000, es un reconocimiento a la belleza que existe en la imperfección, mientras que Eterno? Aixo si que no! (2003) surgió de la lectura Del inconveniente de haber nacido, de Emile Cioran, y despelleja el concepto de eternidad. Ga-gà, 2005, es una pieza dedicada al cabaret surrealista, donde los protagonistas se alimentan de la risa para poder actuar.

La obra, que inicia con música de Jacques Brel, transcurre entre lo cáustico y lo mordaz: incoherencias, monstruos vestidos con tutús azules, princesas que se arrepienten de andar en la búsqueda de príncipes azules, locos que deambulan sin rumbo arrastrando el suero vital, mujeres que asumen el papel de «la otra», y otra que pare muñecos a su paso.

El caos hace acto de presencia al final de la presentación, luego que Marta Carrasco se adhiere a un colchón y coquetea y seduce a una escultura hasta que es absorbida por ésta. Agua, platos, canicas y trozos de sandía son elementos que utiliza para jugar con el espacio después del impresionante manejo corporal que realiza con un delgado plástico transparente.

Un día antes, la coreógrafa calificó a J’arrive de oscuro, claroscuro, luminoso, bueno, malo, ser humano, ¿tierno?, ¿cruel?, sensual, erótico y de hijoeputa también. Una de las principales características de sus espectáculos es, sin embargo, la emoción. «Es un teatro donde la emoción está a flor de piel. Sin emoción no quiero hacer teatro, me aburro», insistió la directora.

Para Marta Carrasco los diez años que sintetiza en cinco coreografías se han pasado luchando, y aunque se reciban premios, después sigues teniendo muchos problemas para conseguir dinero para hacer una producción, explicó, sin olvidarse de agradecer de corazón por todos los premios que ha recibido a lo largo de su trayectoria.

Para ella, ningún movimiento, ni siquiera el del dedo meñique, es gratuito. «Hacer o crear un espectáculo nunca ha sido una cuestión de voluntad ni de decisión intelectual, sino de necesidad y de pasión, e incluso, de obsesión».

En 2005 participó en el largometraje Iberia, de Carlos Saura, y recientemente colaboró en la dirección de movimiento con Lluís Llach en Tranuites Circus, con Pep Bou en Clar de Llunes y con Carme Portaceli en L’Agressor, Fairy o Ante la jubilación, estrenada en febrero pasado en el Centro Dramático Nacional, en Madrid.

Carrasco suma diversos premios: el Butaca (Premio del público) de 1999 y 2001 por Blanc d’ombra y Mira’m, respectivamente, y cuatro Max de las Artes Escénicas, dos por Aiguardent, el año 2003, y dos por Ga-gà, en 2006 como Mejor Espectáculo de Danza y Mejor Coreografía. En 2005, la Generalitat de Catalunya le concedió el Premi Nacional de Dansa, en reconocimiento a su trayectoria.

Como un homenaje simultáneo a ella misma y a la importancia de trabajar en equipo, J’arrive…! anuncia también los nuevos intereses colaborativos de la coreógrafa. Para la creación de ésta su última pieza, se unió a la directora escénica Carme Portaceli, -con más de 40 obras teatrales, muchos premios y reconocimientos en su bagaje- quien equilibra el lado visceral de Marta. La obra, además, otorga a los otros intérpretes -Adrian Devant, Carme Gonzàlez, Xavi Saez y Cristina Sirvent- un espacio propio, donde cada uno es considerado una «individualidad muy potente».

Dicha obra cosechó los premios Butaca y de la Crítica Teatral Serra d’Or, y fue la punta de lanza para que Marta Carrasco obtuviera el Premio Ciutat de Barcelona en 2007, una de las máximas distinciones que ha merecido en su fructífera trayectoria artística

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