Escrito por Jaime Septién | |
Domingo 26 de Octubre 2008 | |
PÓRTICO
Hemos emprendido, a partir del día de hoy, una serie de iniciativas cristianas, encaminadas a fomentar la concordia en la sociedad y la unión en la familia. Por Jaime Septién La tarea de un periódico católico es encontrar oportunidades de crecimiento del amor en un entorno donde todo nos faculta para el desánimo, el desprecio y la desconfianza. Por ello, hemos emprendido, a partir del día de hoy, una serie de iniciativas cristianas, encaminadas a fomentar la concordia en la sociedad y la unión en la familia. Una advertencia: son, simplemente, iniciativas. No pretendemos imponerlas ni queremos que se tomen como fardos pesados echados a lomos de los lectores. A algunos gustarán, a otros no. Sin embargo, estamos ciertos de que no podemos permanecer estáticos frente al tsunami económico que se nos viene encima. Hemos dicho muchas veces que el católico debe ir a la vanguardia del cambio social, haciendo frente al dolor y a la necesidad con talento, creatividad, fuerza y una pizca de ingenio (que nunca sobra). He aquí el elenco de las diez iniciativas que nos proponemos enviar como iniciativas misioneras de nuestro discipulado en Cristo: 1. Sacar el televisor de la habitación. 2. Hacer jornadas de lectura a los ancianos. 3. Preparar despensas familiares para donarlas en Adviento. 4. Realizar una semana de no ver televisión. 5. Donar ropa y enseres domésticos que impliquen una renuncia real. 6. Adoptar a una familia en desgracia. 7. Inscribirse a una asociación de ayuda al necesitado o a una pastoral de la parroquia. 8. Desprenderse durante un mes de un gasto superfluo, hacer el cálculo del mismo y donarlo a una obra de caridad o a la parroquia. 9. Hacer una biblioteca de diez volúmenes y regalarla a una familia que no tiene cómo comprar libros. 10. Los y las jóvenes, comprometerse a llevar el «anillo de la virginidad». En El Observador daremos seguimiento a cada iniciativa. Las próximas diez semanas serán de lanzamiento. Les pedimos a los lectores que nos compartan sus experiencias. El bien se contagia. Y si cada uno actuamos por el bien de los demás, si cada uno fijamos nuestra mirada en el prójimo antes que en nosotros mismos, podremos construir una moral social muy distinta a la inmoralidad que hoy nos acogota. |