Ahora que vuelve a proponerse que la misa se recite en latín y ya no se busca el proselitismo entre los infieles, sino el discipulado entre los miembros que permanezcan dentro de
José Félix Zavala
Volver a Trento
El gran Concilio de Trento, que se celebró en distintas fases y lugares entre 1545 y 1563.
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El Concilio, según las peticiones luteranas, se celebraba lejos de Roma, pero su composición delataba una formación italiana y «papal». De ahí los innumerables enfrentamientos entre católicos y luteranos, gobernados alternadamente por Carlos V y los pontífices romanos, con la intención de obtener mayor representación en el mismo que los Estados del Imperio y sobre todo mayor que el área alemana.
Como es bien sabido, la sede del Concilio se trasladó en marzo de
En
Julio III, que sucedió a Pablo III el 7 de febrero de 1550, con la bula Cum ad tollenda del 14 de noviembre de 1550 disponía que la sede del Concilio volviera a ser Trento y fijaba la reapertura para el 1 de mayo de 1551 (pero los trabajos comenzaron efectivamente sólo en septiembre).
Sin embargo,
El sucesor de Julio III, Marcello Cervini, que se llamó Marcelo II (9 de abril – 1 de mayo de 1555) vivió demasiado poco para poder ocuparse de la reanudación del Concilio; tampoco Pablo IV (23 de mayo de 1555 – 18 de agosto de 1559) tuvo la ocasión o la voluntad de reanudar el concilio y parece ser que pensaba resolver el problema de la reforma mediante una comisión que se debía reunir en Roma.
Sólo Pío IV (26 de diciembre de 1559 – 9 de diciembre de 1565) logró convocar de nuevo el concilio en Trento mediante la bula Ad Ecclesiae regimen del 29 de noviembre de 1560 para el que se conocerá como su tercer y último periodo 1561 – 1563. Estaban invitados al Concilio en calidad de legados los cardinales Ercole Gonzaga, Giacomo Puteo (que, sin embargo, a causa de su enfermedad no llegó a cumplir el encargo) y poco más tarde Gerolamo Seripando, Stanislao Hosio, Ludovico Simonetta y finalmente Marco Sittich von Hohenems.
En la práctica las sesiones conciliares se reanudaron en diciembre de 1562 y se prolongaron, por motivos varios, hasta el 3 de diciembre de 1563, día en el que se promulgaron los decretos sobre el purgatorio, las indulgencias y el culto a los santos. La aplicación de las decisiones del Concilio comenzó con la confirmación de todos los decretos, sin excepción, realizada por Pío IV mediante la bula Benedictus Deus del 26 de enero de 1564.
Es bien conocido el grado de influencia de los decretos conciliares tridentinos sobre la vida y la estructura de
Fuentes:
El diario original del secretario del Concilio, Angelo Massarelli (1510-1566), que registró los eventos que se produjeron cada día durante las sesiones, los numerosos registros de Actas Conciliares, las cartas originales de distintos príncipes para acreditar a sus representantes en el Concilio y muchas cosas más.
Diario del Concilio de Trento de Angelo Massarelli (Trento, febrero de 1545 – septiembre de 1551)