Concluye muestra del Juego de Pelota
La gran ofrenda monumental del Zócalo capitalino estuvo dedicada al ritual del Juego de Pelota.
Foto: Sergio Ley
El Sol de México
Redacción El Sol de México
El viejo ritual por el que se simboliza el cielo y la lucha de fuerzas contrarias en pugna y armonía, como son el Sol y la Luna, el día y la noche, el cielo y el inframundo, la vida y la muerte y la guerra, se vivió por última vez este año en el Zócalo capitalino.
El Juego de Pelota, sepultado por el paso del tiempo y los conquistadores debajo de la Catedral Metropolitana emergió nuevamente a la superficie, y durante los últimos cinco días fue escenario de competencias aguerridas de representantes de Sinaloa, Michoacán, Teotihuacán y la Ciudad de México.
Y es que la gran ofrenda monumental del Zócalo capitalino estuvo dedicada al ritual del Juego de Pelota, por lo que en la Plaza de la Constitución se montó una reproducción de la cancha que existió en el Templo Mayor.
De acuerdo con la descripción de los cronistas antiguos, la cancha del Juego de Pelota, denominada Huey Tlachco, tenía dos cabezales y un pasillo central, cuya planta era similar a la letra «I»; a los lados norte y sur del patio estaban los taludes, con sus respectivos anillos de piedra por los que tenía que pasar la pelota.
El terreno se localizaba frente a la entrada poniente de ese recinto sagrado de México-Tenochtitlán y cuyos vestigios ahora se encuentran debajo de la Catedral Metropolitana. A este juego también se le denomina ulama, porque se usaba una pelota de hule, los jugadores tienen que golpear la pelota con las caderas y hacerla pasar por los arillos.
El propósito de la competencia consiste en recrear el movimiento del Sol, simbolizado en la pelota, por el firmamento, pero cuando ocurría un movimiento contrario, el encuentro se detenía y se decapitaba al jugador que había cometido el error, a fin de evitar la inminente destrucción del universo.
De esta manera, el sacrificio por decapitación se asoció al Juego de Pelota por la semejanza formal entre la cabeza, pelota y astros, los cráneos de los decapitados eran ensartados en un enorme palo y eran colocados en plataformas cercanas a las canchas.
Si bien en el periodo Clásico, el Juego de Pelota fue uno de los ritos de los gobernantes del área mesoamericana, para el Posclásico se había convertido en una actividad profana.
Finalmente, hubo jugadores profesionales que eran protegidos por los gobernantes e incluso se corrían grandes apuestas, pero en algunas culturas, sobre todo la maya, se conservó la tradición de que los mandatarios compitieran en esos encuentros como parte de sus obligaciones rituales