Eduardo Matos Moctezuma hará una Historia de la Arqueología |
El profesor Eduardo Matos Moctezuma, investigador emérito del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), prepara una obra sobre la historia de la arqueología en México, la cual estará dividida en dos partes, la primera de ellas irá del mundo prehispánico al Porfiriato, y la segunda del siglo XX hasta la actualidad. «Lo referente al tomo inicial está prácticamente concluido. La continuación iniciará con el trabado desarrollado por don Manuel Gamio y el momento de la Revolución, pero la redacción se complica un poco cuando se abordan los proyectos nacionales y extranjeros, que comenzaron a proliferar en las últimas décadas del siglo pasado», explicó el creador del Proyecto Templo Mayor de la antigua Tenochtitlan. El compendio que se prevé estará dividido en dos volúmenes será editado por el INAH y tendrá una versión en italiano a cargo de la editorial Jaca Book, con la que Matos Moctezuma colaboró anteriormente en la conformación del Corpus Precolombino. De acuerdo con el reconocido arqueólogo, esta «empresa» que siempre ha estado dentro de sus proyectos, es apasionante porque a través de ella plasmará cómo la arqueología mexicana, desde inicios del siglo XX, se convirtió en punta de lanza a nivel internacional. Destacó la creación de la Escuela Internacional de Arqueología y Etnología Americanas (1910-1923), que pese al exilio de Porfirio Díaz y los embates de la Revolución, congregó a becarios de Estados Unidos, Francia, Prusia y, claro, México; además de ser dirigida por notables estudiosos como Eduard Seler, Franz Boas, Alfred M. Tozzer, Jorge Engerrand y el mismo Manuel Gamio (1916-1920). Por ejemplo, Gamio realizó por primera vez una excavación estratigráfica (mediante el estudio de capas, en relación con la geología) en el pueblo de San Miguel Amantla, en Azcapotzalco. «Además, creó el actual concepto de la antropología —entendida como una gran disciplina que reúne a la arqueología, la etnología, la lingüística, la antropología física…— durante la realización del proyecto denominado La población del Valle de Teotihuacan, a finales de la primera década del siglo XX. «Se trató de un trabajo integral que contempló el pasado prehispánico, la presencia colonial y la actual. Manuel Gamio decía que todo iba dirigido al mejoramiento de los teotihuacanos de ese momento, es decir, establece que la antropología tiene un compromiso con el pueblo», explicó Eduardo Matos. Por los resultados de La población del Valle de Teotihuacan, publicados en tres tomos entre 1921 y 1992 —continuó Eduardo Matos—, ese antropólogo mexicano recibió más de un centenar de felicitaciones provenientes de todo el mundo. Para 1939, con la creación del INAH y la absorción de la entonces Escuela de Antropología (que tuvo sus inicios en el Instituto Politécnico Nacional), llegaron alumnos de diversas partes del orbe, principalmente de Latinoamérica, para formarse en esta rama. Inclusive, esta institución llegó a ser mencionada por el antropólogo francés Claude Lévi-Strauss. Los antecedentes Matos Moctezuma, experto en la cultura mexica, detalló que con base en la arqueología se sabe que los mismos pueblos prehispánicos buscaron sus orígenes. Por citar un ejemplo, los tlatoanis mexicas acudían a Teotihuacán (abandonada siglos atrás) para conectarse con sus ancestros y tomaban algunos objetos, entre ellos máscaras, que reutilizaban posteriormente. De manera paradójica, restos de la civilización mexica, caso particular de la Piedra del Sol, fueron utilizados por los españoles para defenderse de sus enemigos europeos, éstos aducían que la conquista ibérica en América no tenía mayores méritos pues habían sojuzgado a grupos bárbaros. Hacia fines del siglo XVIII se empotró el también llamado Calendario Azteca en la catedral de la ciudad de México, pues las características de este monolito aludían a los conocimientos que sobre el tiempo tenían los antiguos mexicas, de ahí que este pueblo exterminado por los españoles no podía ser considerado del todo «ignorante». «Esto viene a colación —expresó Eduardo Matos— porque los insurgentes luego de su victoria, dejarán el estandarte con la figura de la Virgen de Guadalupe y retomarán un símbolo pagano: el águila parada sobre el nopal. De esa manera, la naciente nación quería ligarse al mundo prehispánico.» «Se empieza a rememorar una imagen de aquel mundo prehispánico, que distaba mucho de la realidad, lo que he denominado como el Edén perdido. Esto deriva en varias acciones, entre ellas, la creación del Museo Nacional Mexicano por parte del primer presidente del país: Guadalupe Victoria. También se reeditó la Descripción histórica y cronológica de las dos piedras, de Antonio León y Gama». Décadas más tarde, Maximiliano de Habsburgo establecería el Museo Nacional en la antigua Casa de Moneda, en el hoy Centro Histórico de la ciudad de México, y en donde se congregarían los estudiosos de la época. Así mismo, los sitios arqueológicos de México comenzaron a ser concurridos por exploradores nacionales y extranjeros. «En el Porfiriato también se dan aspectos interesantes, se inaugura el Salón de Monolitos en el Museo Nacional y para celebrar el Centenario de la Independencia comenzarán trabajos de excavación en Teotihuacán, a cargo de Leopoldo Batres, él trabaja sobre todo en la Pirámide del Sol, pero además establece el primer museo de sitio en esa zona», concluyó Eduardo Matos. |