“Un pueblo culto es contestatario;
por eso en México se desdeña la
educación artística”
Mónica Mateos-Vega
Quiero ayudar en la formación cultural de los niños del país, señaló Mario Iván Martínez
Hay quienes utilizan el término infantil como sinónimo de disculpable improvisación, lamentó
Un pueblo culto es, inevitablemente, contestatario y consciente de los muchos rezagos que vive su sociedad; por eso, los gobiernos que ha tenido el país desdeñan la cultura, considera el actor y cantante Mario Iván Martínez, quien hace casi una década descubrió una de las facetas más gozosas y satisfactorias de su vida profesional: ser cuentacuentos.
Pero contrario a lo que muchos colegas hacían (y siguen haciendo) de llevar a escena montajes “oportunistas”, Martínez le apostó a lo más selecto de la literatura infantil universal, con gran énfasis en las historias mexicanas.
En entrevista con
No obstante, continúa, “hay muchas personas haciendo cosas muy interesantes para niños, pero que a veces no son difundidas o se dan a conocer más en el extranjero: Maribel Carrasco, Luis Martín Solís, Emmanuel Márquez, Perla Schumacher, la compañía
“Es decir, los padres que le rascan a la cartelera en la ciudad de México no tiene pretexto: pueden encontrar material bien bonito, interesante y propositivo que se aleje de lo predecible, vulgar y desechable que muchas veces puede ser esa oferta infantil que a menudo ofende la inteligencia de los niños, a un grado insultante.”
Mario advierte que si bien no pretende descubrir el hilo negro, está seguro de lo que no quiere: irse por el camino fácil. Por eso, sus espectáculos, añade, se basan en la literatura que le parece imprescindible: el Quijote y la vida de Mozart para niños, las fábulas de Esopo, Dickens, los clásicos de Hans Christian Andersen y los hermanos Grimm, Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez, entre otros.
Química sabrosa
Martínez recuerda que hace 10 años
“Ahí me percaté de la química tan sabrosa que se propiciaba entre el público infantil y yo: por ende, empecé a vestirme de cuentacuentos del Renacimiento, a utilizar que un títere, que una grabadora, para musicalizar un poquito.
“Aquella lectura se convirtió en un pequeño espectáculo: me di cuenta de que me gustaba que me escucharan y que quería hacer de eso un proyecto de vida. Quiero ser trovador y compartir historias no solamente para que se diviertan los niños, sino para ayudar a su formación cultural en un país donde nuestros gobiernos han desdeñado tanto la educación artística.”
Mario Iván ha sumado tres discos compactos más a su colección: Un rato para imaginar: el volumen 15, con los cuentos de El pájaro Ku, Lluvia de buñuelos, La flor de la verdad, La gallina cucuruca, y el 16: Pulgarcito y El soldadito de plomo, de Andersen.
Pero sin duda, el que más lo entusiasma es la producción que contiene dos de las obras sinfónicas para jóvenes más relevantes del repertorio mundial: Pedro y el lobo y El carnaval de los animales, realizada en coproducción con
En agosto, el cuentacuentos recibió un premio en Edimburgo, por el espectáculo El coyote y la serpiente –leyenda mestiza tlaxcalteca–, con música de Jorge Reyes, que llevó a Escocia, representando a México, en el contexto de la feria del libro de ese país.
El actor critica a aquellos que en las artes escénicas utilizan el adjetivo infantil como “sinónimo de disculpable improvisación. Hay cosas que se logran colar en la cartelera teatral, de tal inferioridad, que sin embargo parecieran disculpables por el mero hecho de ser del género infantil; cosas que el público no perdonaría, si fuera una oferta para adultos”.
Como para adultos, pero mejor
Detalla que tiene colegas que cuando hacen “teatrito infantil” –así le dicen– “no les importa que la música sea una aberración, hacer play back, utilizar un vestuario mal hecho o que, inclusive, actúen crudos y estén alburéandose en escena bajo el argumento de que el público está conformado por niños.
“¡Es un suicidio! No se dan cuenta de que cuando un niño te aplaude recibes sinceridad al ciento por ciento. Por ello, quiero unirme a las filas de quienes siguen en esta lucha por otorgar dignidad y diversidad a la cartelera infantil.
“El maestro Leszek Zawadka, quien fue director del coro de niños de Chalco, tiene una anécdota que me gusta repetir: un alumno de literatura, desconcertado, le preguntó a su maestro cómo debía escribir para niños; el mentor le respondió: como para adultos, pero mejor.
“Eso me ha inspirado a continuar mi trabajo en este rubro, pues mi tirada es, en unos 15 años, irme a Oaxaca o Morelia para abrir un centro cultural infantil, donde se enseñe teatro, música, pintura, con niños y para niños. Imagino al abuelito Mario Iván contando cuentos en una plaza del futuro. Sería un fin hermoso.”
Los domingos, a las 13 horas, Marío Iván Martínez presenta Un rato para imaginar en el Polyfórum Cultural Siqueiros (avenida Insurgentes Sur esquina con Filadelfia, colonia Nápoles, junto al WTC).
El próximo año participará en los espectáculos especiales que se presentarán en el Museo Británico de Londres como parte de la magna exposición dedicada al emperador Moctezuma y la cultura azteca.