Un elogio de la insolencia
latinoamericana
La Jornada Semanal
Entre otras coincidencias, Borges, Paz y Neruda encarnaron, a mediados del siglo XX, la cuestión de la identidad latinoamericana, y optaron por un cosmopolitismo libre de prejuicios y taras nacionalistas.
Carlos Franz reflexiona sobre esa confluencia de voces e ideas.
Son tres poetas. Alrededor de 1950.
El primero es argentino, y está medio ciego. Una noche de diciembre, con un calor húmedo que lo agobia, dicta una conferencia en el Colegio Libre de Estudios Superiores de Buenos Aires. Mientras tanto, un espía lo vigila.
El segundo poeta es mexicano, tiene 35 años y está en París. Pero en ese momento no le interesan las experiencias que
El tercero es chileno y va a caballo. Es el poeta más famoso de Latinoamérica y es, además, senador en su patria. Pero ahora ha tenido que huir de Chile. Cabalgando entre bosques milenarios y montañas perpetuamente nevadas, cruza clandestinamente la cordillera de los Andes. Muchos años más tarde, vestido de frac, le contará esa aventura a un rey.
¿Qué tienen en común esos tres poetas tan distintos y distantes?
La poesía y el idioma español, claro.
El siglo xx, en cuya mitad se hallan, por supuesto.
El atormentado espíritu de su época, marcado por la carnicería que acababa de concluir hacía poco, sin duda.
¿Qué más comparten?
¿Latinoamérica?
Sí, tal vez comparten Latinoamérica.
La ironía de ser de cultura europea sin ser europeos.
La curiosa libertad que eso significa, también.
Los une la insolencia de ser latinoamericanos.