«Aquellos tiempos…! de Mario Rodríguez

“AQUELLOS TIEMPOS”…

Por: Mario Rodríguez Estrada.-

“TODO EN ELLA ENCANTABA, TODO EN ELLA ATRAIA…

  SU MIRADA, SU GESTO, SU SONRISA, SU ANDAR…”.-

Gratia Plena …de Amado Nervo.- 

En los primeros años de los felices cincuentas…el Colegio de niñas de “LA PAZ”, se instaló en la esquina de las calles de Guerrero y Madero en la contra esquina del Jardín Guerrero…sobre su costado de Madero, casi enfrente de la antigua Zona militar, existían unas cómodas bancas de fierro colado con tiras de madera…desde donde era posible ver el mañanero desfile de las bellas niñas queretanas que asistían a dicho centro escolar…su uniforme: blusa blanca, lo mismo que sus medias o calcetas de algodón, falda y sueter rojos…lo que popular y cariñosamente les había ganado el mote de las “enchiladas”.

  Como pajarillos cardenales se dirigían prestamente a clases, tratando de llegar antes de que la campana indicara el cierre de la puerta, sus argentinas risas, sus pícaras miradas a las decenas de admiradores, que como yo se juntaban para presenciar su paso, resonaban y esplandecían la fría mañana…expectante, esperaba a una sola de ellas, a mi parecer la mas bella…pues todo en ella encantaba…todo en ella atraía, su mirada su gesto, su sonrisa, su andar…Por momentos me hermanaba con el sentir  de los bellos versos de Amado Nervo…y los hacía míos…y cada vez que la veía angelicalmente pasar, parecía que sus menudos pies no tocaban el polvoso suelo…que no tenía el menor derecho de sustentarla…por lo que permitía que una rosada nube la transportase…a través de ella cada  paso que daba una música celestial sonaba, pareciendo que los ángeles turiferarios de la cercana iglesia de San Agustín…con sus arpas, bajasen de sus alturas para acompañarla…en su glorioso trayecto repartía sonrisas, modestas, leves…vistas tan solo en la Gioconda y en el mandil Guadalupano…mi vista y mis múltiples y agitadas palpitaciones en pecho y sienes la seguían hasta verla desaparecer tras las puertas de “La Paz”…que a mi me parecían las del cielo…que se cerraban para los simples mortales…celosas de la admiración despertada por todos sus enchilados angelitos.

  Para 1955 hube de seguir mis sueños y tratar de convertirme en fiel servidor de la carrera magisterial…la ciudad de México me abrió nuevamente sus puertas, brindándome la oportunidad de estudiar en uno de sus múltiples centros pedagógicos…el IPN, tres años antes se me hizo demasiado pesado y tuve que volver a mi amada ciudad para refugiarme en las militarizadas aulas del Velasco para terminar poco después mi secundaria, en la Nocturna para trabajadores…cambié el gusto de las enchiladas por los bolillos, que impidieron muriera de inanición…en la desgastante ENEF…pero el recuerdo de aquel ángel, mucho tiempo vivió en mi pensamiento…fuerzas me dio para soportar el voraz tráfago capitalino…en cada vacación volvía al Jardín Guerrero…vana esperanza de volver a verla…pues la escuela se cambió a lejanos terrenos, por San Javier…los años pasaron y desapareció de mi humana vista…no así de las crónicas de sociales…en las que se celebraban sus esponsales con rico ganadero…y ascenso de uno de sus hermanos a la primera magistratura del estado…que poco tiempo después murió en carretero accidente…su única hija…agraciada como su madre…casi recién casada y con un varoncito como retoño…también, en otro infausto accidente, desapareció de su vida…llenándola de tristezas…al enterarme  de cada suceso, mentalmente le acompañaba en su dolor…asombrándome que a los ángeles también les caen las desgracias.

   Hace algunos meses la volví a ver, después de mas de 55 años…mas chiquita, sin alas, acompañada de su hermana menor…a la que pregunté por ella, y por la fecha de su deceso…grande fue mi admiración y sorpresa al decirme “aquí está conmigo” y llamó a una figurita enjuta, triste y extraña…con un largo vestido…y solo la reconocí por sus ojos…que aún reflejaban pequeños destellos de su antigua y lozana juventud…Y de nuevo me habló el poeta…”Quedé como en éxtasis, con febril premura, síguele!…gritaron cuerpo y alma al par…Pero tuve miedo de amar con locura, de abrir mis heridas, que suelen sangrar, ¡y no obstante toda mi sed de ternura…cerrando los ojos, la dejé pasar!…

Cobardía.-de Amado Nervo…Les saluda…desde “AQUELLOS TIEMPOS”.-

Su cobarde y enamorado amigo…Mario RE.-

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