A RUBÉN BONIFAZ NUÑO PARA QUEVUELE DE NUEVO EN EL AZUL A NUEVA YORK ¿Cómo? ¿No recuerda, Bonifaz,cuando conversábamos de Dante y de Virgilio,cuando al mismísimo pie de la estatua de Dantenos fotografiábamos de frente y de perfily Nueva York era la imagen viva y triste de noviembre?¿Quién hubiera creído que el poeta grande,que dio el gris y el mármol de griegos y latinos,fuera el prodigioso niño y el pájaro maravillosoque volaba azul de nuevo en el azul en calles y plazasal llamear azulmente y cantar y jugar y era un gran parque?¿Cómo? ¿No recuerda Bonifaz, aquella nochecuando con Bernardo y con Carlos lo escuchábamostocar a Beethoven y pedir –dame, Carlos–una mandolina para llegar al cielo?¿Qué no sabe, digo, no lo sabe, digo,que el vuelo y el duelo de su cantofue del ave sola en la noche desalada?¿No lo sabe, digo? Digo ¿no lo sabe?La llama moral como un don que reclamamos,que recogeremos para encender la lámpara,y que la oscuridad no sea,
y que la oscuridad no sea.
Marco Antonio Campos